LOS MENSAJES MARIANOS
¿DEBE UN CRISTIANO CATÓLICO, REGIR SU VIDA DE FE POR SUPUESTOS MENSAJES DE LA VIRGEN MARÍA?
Por Israel Octavio Hernández
Oportuno es hablar de los mensajes de la Virgen María, pues hay mucha confusión al respecto por parte del pueblo católico, ya que muchos de estos mensajes hablan de cataclismos, castigos de Dios etc.
En primer lugar habría que saber que la mayoría de estos mensajes NO SON RECONOCIDOS por la Iglesia Católica. Pues lo único que aprueba la Iglesia es el culto a cierta advocación mariana, pero no al mensaje o inclusive a la "aparición" misma, sólo EL CULTO a María en respectivo lugar. Expliquemos:
Cuando el Papa o un obispo, aprueban una determinada manifestación de la Virgen María, lo que aprueban es la devoción, o sea, el culto, el rezo bajo esa determinada forma. Pero no significa que aprueben la "aparición" o los mensajes subyacentes.
Al aprobar una devoción, la Iglesia simplemente constata que el hecho de rezarle a María en ese lugar, bajo ese nombre, y con esas características, no hace mal ni tiene desviaciones. Pero no asegura de un modo infalible que las experiencias que le dieron origen hayan sido auténticas.
Pongamos por ejemplos:
"Nuestra señora de Loreto"; El Papa Sixto V en el siglo XVI aprobó la devoción, pero no sus revelaciones.
Del mismo modo, la Iglesia aceptó la devoción de nuestra Señora de la Salette, pero no los mensajes que allí se dieron. (Decreta Authentica congregationis Rituum 3,1900 n-3336, 79.)
En 1803, se producen tres manifestaciones de la Virgen a Catalina Labouré, una novicia de 23 años, en París, que darán origen a la devoción de la "Medalla Milagrosa". Pero como ella se negó a dar testimonio, estas apariciones nunca fueron aprobadas oficialmente. Pero de un modo tácito fueron aceptadas por la Iglesia, y la devoción a la "Medalla Milagrosa" se difundió por todo el mundo.
Actualmente sobre las presuntas apariciones de la Virgen de Medjugorje en Bosnia Herzegovina. Luego de investigar por varios años los hechos, el Vaticano declararía que no hay eventos sobrenaturales; pero permitiría que los fieles sigan peregrinando al lugar, pues de no ser así, correría el riesgo de hacerse un cisma.
Es por eso que el Papa Benedicto XIV nos dice que aunque las devociones sean aprobadas por la Iglesia, los feligreses no estamos obligados a creer en tales sucesos. (Opera Omnia. De Servorum Dei Beatificatione et Beatorum Canonizatione tomó II, cap. XXXII)
Ahora bien, los supuestos mensajes de la Virgen casi siempre son lúgubres, tétricos, sombríos. Sus vaticinios son de catástrofes y desgracias. Como si María de pronto se hubiera vuelto pesimista, depresiva y amargada. Todo lo ve negro y sin esperanza, y la única salida parece ser la destrucción del mundo mediante catástrofes inminentes.
En cambio la Virgen del Evangelio es una mujer de esperanza, de optimismo y alegría. Lo peor de todo, es que muchos de estos mensajes de la Virgen María contradicen abiertamente las palabras de Jesús recogidas en la Biblia.
Esto nos lleva a concluir que estos mensajes provienen más bien de los traumas, miedos y resentimientos inconscientes del supuesto vidente. Y lo peor de todo, es que al atribuírselos a Dios, a María, o a los Santos, los hacen quedar mal a ellos.
Es por eso que el Magisterio de la Iglesia nos exhorta a "discernir" si una revelación tiene cierta seriedad o es mera sugestión del vidente. (Ver el Catecismo de la Iglesia numeral 67)
Así es, esta tarea de discernir también le corresponde a los fieles (guiados por el Magisterio de la Iglesia). Pero ¿cómo discernir? ¿cómo podemos saber si un mensaje proviene realmente de la Virgen o es una fantasía de quien lo difundió? ¿existe una regla práctica que se pueda aplicar?
LA REGLA DE ORO
Existe una regla de oro que nos permite darnos cuenta, es la siguiente:
"Una revelación privada nunca puede contradecir a la Biblia, es decir a la revelación pública".
Por lo tanto, si algún mensaje de la Virgen, de los Santos o de quien fuere, contradice lo que enseña la Biblia, no puede jamás venir de Dios, porque Dios no puede contradecirse.
En los veinte siglos de historia cristiana se cuentan alrededor de dos mil indicaciones relativas a apariciones marianas que han tenido una cierta relevancia histórica. Las reconocidas por la Iglesia en los últimos dos siglos son sólo una docena. Entre ellas, las más importantes son Guadalupe, en México (1531); Rue du Bac, en París (1830); La Salette, en Francia (1846); Lourdes, en Francia (1858); Fátima, en Portugal (1917); Banneux, en Bélgica (1933); Ámsterdam, en Holanda (1945); Akita, en Japón (1973); Kibeho, Ruanda (1981).
Así que hermanos, dejémonos guiar por la mano maternal de nuestra Santa Iglesia y no andemos creyendo en ciertos mensajes o "apariciones" a diestra y siniestra, pues se podría caer en la falacia y en el fanatismo el cual podría ser perjudicial para nuestra fe.
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