TE SIENTES EN OTRO MUNDO CUANDO ESTÁS CON EL. ERES SU PRINCESA Y EL NO SE PORTA MENOS QUE TODO UN GALÁN, PARA COMPLACERTE, PARA MIMARTE, PARA AGRADARTE. PERO ÉL ES EL ESPOSO DE OTRA MUJER.
Por Álvaro Molina
Por Álvaro Molina
En muchos casos, muchas mujeres, principalmente mujeres jóvenes, que aun no llegan a los 25, viven aventuras siendo "la otra". En muchos casos lo que ocurre es que pasan años como amantes de esos hombres casados, con la esperanza de que un día ellos dejen a sus actuales esposas, para quedarse con ellas, las amantes.
En otros casos, esas mujeres se quedan en esas aventuras tan solo porque les gusta o porque les dan regalos caros. De ninguna forma quieren casarse con ese hombre. Solo quieren vivir la sensación del momento, nada más. Talvez solo quieren probarse a sí mismas que ellas son capaces de conquistar a un hombre casado.
Cualquiera que sea el caso, si eres la amante, debes darte cuenta de que estás poniendo la salvación de tu alma en gravísimo riesgo. Independientemente de que hagas obras de caridad, de que seas "buena persona", que no maldices, que rezas el rosario. Todo eso de nada sirve si no corriges esa situación cuanto antes. Y definitivamente aquello de que "Dios es amor" no calza en este contexto para nada.
Ni el hombre ni la mujer son dueños absolutos de sus vidas, ya que la vida es un don de Dios. Sus cuerpos también son un don de Dios, y por ende, el sexo de sus cuerpos es otro don de Dios. No crean en esas frases que dicen «mi cuerpo es mío, mi sexualidad es mía». No es verdad. Tu cuerpo no es tuyo, Dios te lo dio. Tu sexo también proviene de Dios. Nadie puede decir que escogió el cuerpo o el sexo con el cual nació. Todo viene de Dios, y por eso Dios pedirá cuentas de todo lo que hicimos con esos dones que el nos dio. La parábola de los talentos en San Mateo 25,14-30 nos deja ese mensaje muy claro: hemos de rendir cuentas de todo lo que se nos dio. El cuerpo y el sexo no son la excepción.
Mujer, ¿por qué te valoras de esa manera tan pobre? ¿No ves que Cristo murió en la cruz por ti también? ¿No ves que para Dios vales tanto que hasta mandó a su unigénito hijo para ser tu salvador? ¿Por qué te degradas a ser el juguete sexual de alguien? Tú no vales una simple pulsera de metal amarillo, llamado oro. Tú no vales un fin de semana en un hotel de playa. Tú no vales un perfume caro. ¡Tú vales mucho, mucho más! Y ese con el que te acuestas de vez en cuando nunca te lo va a decir porque, si acaso un día te lo dijera (cosa improbable), talvez tú abrirías los ojos y entonces el perdería su juguete sexual. Tu vales mucho, vales toda la sangre de Cristo. Vales la muerte del Hijo de Dios en la cruz.
Mujer, ¿por qué sigues tan tonta, creyéndole a ese cuando te dice que un día de estos va a dejar a su esposa, para quedarse contigo? ¿Qué no ves que ya llevan años en ese juego, donde te tiene cautiva, esperando algo que jamás se va a dar? El nunca va a dejar a su esposa por ti. Ya deja de creerle cuando llega diciéndote que hoy se peleó con "aquella", que tú eres diferente, que tú eres especial, que en un par de meses por fin tú y el serán felices. ¡Ya basta! Es hora de que sepas que vales mucho más de lo que imaginas. Tú vales todos los latigazos, puñetazos, escupitajos, insultos y muerte de cruz que Cristo sufrió. Ese es el verdadero valor que tiene tu alma. Tu amante jamás te dirá esto porque el está lejos de Dios, no lo conoce. Talvez un día supo de Dios, pero el cayó en las trampas de un mundo hipersexualizado y ahora te arrastra a ti también.
Mujer, si eres casada, ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Acaso te estás "desquitando" de algo que tu marido te hizo? ¿Estás viviendo esa aventura porque tus amigas te dijeron que "mereces ser feliz"? ¿Es porque el te halaga y te regala cosas que tu esposo nunca te ha dado? ¿Es porque, en la intimidad, es más fogoso que tu marido? ¡Ya sal de ese engaño! Sea cual sea la razón, acaba ya con esa relación. Pones en riesgo tu matrimonio, arriesgas el bienestar de tus hijos, y sobre todo arriesgas tu salvación al permanecer en el pecado del adulterio. No importa lo que te haya empujado a caer en ese pecado, ya córtalo, ahora, sin miramientos, sin "despedidas". No permitas que el sentimentalismo o el resentimiento nublen tu juicio. Tu matrimonio, tu relación con Dios, tu familia, eso es lo que vale mucho más que unos momentos fugaces de placer con ese hombre alejado de Dios, que no mira lo que hace y que solo está arrastrándote al abismo.
Mujer, ya deja de darle la espalda a la salvación. Tú vales mucho más que una relación sexual furtiva. Tu salvación vale mucho más que cualquier regalo caro que te hagan, a cambio del cual te vas a la cama con ese pobre hombre, que también le está dando la espalda a su salvación. Corta esa relación. Respétate. Tu cuerpo, además de ser un don de Dios, también es templo del Espíritu Santo. Si hoy murieras, repentinamente, sin tiempo de arrepentirte de nada, ¿estás segura de que te espera la salvación? ¿Cómo crees que Dios te juzgará?
No hemos nacido para ser felices, nacimos para ser santos. Y la santidad se alcanza obedeciendo los mandamientos de Dios. El adulterio es una de las cosas que ofenden a Dios. Ya deja de ser partícipe de ese pecado. Ya deja de degradarte al nivel de un simple juguete sexual. No eres un objeto, eres templo del Espíritu Santo, eres creación a imagen y semejanza de Dios, y si ya te bautizaste, entonces eres hija de Dios. Compórtate como tal. Si eres casada, vive tu matrimonio en santa fidelidad. Si eres soltera, vive tu vida o tu noviazgo en santa castidad.
Ninguna historia de adultero o fornicación tienen finales felices. Siempre hay dolor y desengaño de por medio, y si ya hay niños en el matrimonio, ellos serán los que más sufrirán y los que verán el más horrible ejemplo de parte de los adultos, que se supone debían dar la pauta a los menores de cómo llegar a ser hombres o mujeres de bien.
Mujer, ya no sigas. Ya seas casada o soltera, acaba con esa relación tóxica ahora mismo. Busca a Cristo. Ve a misa, confiésate, comulga, reza el santo rosario. Deja atrás ese pasado y mira hacia un futuro en Cristo. Si eres casada, acerca a tu esposo y a tus hijos a Cristo, y vive tu matrimonio en santa fidelidad. Si eres soltera, busca a ese hombre que tiene valores, y también virtudes, que es soltero, y que está dispuesto a tomarte en santo matrimonio. Vivan un santo y casto noviazgo y unan sus vidas en el sacramento matrimonial. Ya no sigas arriesgándote a caer en el lugar donde solo hay lloro y crujir de dientes. No esperes más. Cambia ahora. Cristo te está esperando.
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