Santa Teresita del niño Jesús


SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, RUEGA POR NOSOTROS
1 de octubre

Memoria de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad, el día treinta de septiembre.


Vida de Santa Teresita del Niño Jesús


Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones).


«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».

Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».

Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.

Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.


Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».


Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».


En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».


A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.


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¿Es la Iglesia Católica la gran ramera mencionada en Apocalipsis 17? ¿De dónde salió ésta acusación?


¿ES LA IGLESIA CATÓLICA LA GRAN RAMERA MENCIONADA EN APOCALIPSIS 17?

¿DE DÓNDE SALIÓ LA ACUSACIÓN PROTESTANTE DE ASOCIAR A LA IGLESIA CATÓLICA CON LA GRAN RAMERA?
Por Richbell Meléndez

Estas acusaciones dentro del protestantismo comenzaron a surgir en la edad media, siendo uno de sus precursores Martin Lutero, aquel monje que en el siglo XVI decidió rechazar la autoridad de la Iglesia Católica, imponiendo su autoridad propia para terminar dividiendo a la Iglesia Católica en Occidente dando origen a lo que ahora conocemos como el protestantismo. Es bueno tener presente esto, para darnos cuenta que dichos señalamientos hacia la Iglesia Católica como la “Gran Ramera” no tienen su origen en un fundamento bíblico, sino mas bien en un odio y rechazo acérrimo hacia la autoridad de la Iglesia Católica. Leamos las siguientes palabras de Lutero en la colección “Obras de Lutero”, t. I p. 58 en la edición en alemán, y pág. 170, de la edición en latín y traducidas al español por el historiador Jean Marie Vicent Audin.

“Si Roma cree y enseña como Silvestre Priérias lo que yo no quiero creer, lo declaro abiertamente: él anticristo ocupa el templo de Dios. Babilonia está representada en la púrpura de Roma; y la corte de Roma es la sinagoga dé Satanás. Sí Roma apoya, á Priérias: ¡oh., venturosa Grecia! oh venturosa Bohemia! ¡Felices todos los que estáis separados de Roma! que vivís retirados de esa Babilonia! Sí, yo lo digo: si el Papa y los cardenales no cierran la boca á ese Satanás , lo confieso ante el cielo, me separo: de la Iglesia Romana, reniego del Papa y de los cardenales, y tengo á la Iglesia Romana por la abominación sentada en el lugar de la Santidad.”
(Jean Marie Vincent Audin, Historia de la vida escritos y doctrinas de Martin Lutero. Tomo I, Madrid 1851, pág. 89)

En una carta a su amigo Spalatino le dice lo siguiente también:

“Quisiera, estar en otra parte, entonces arrojaría todo lo que pesa sobre mi corazón contra Roma, o más bien contra esa moderna Babilonia, devastadora de la Iglesia y de la Sagrada Escritura; es imposible, querido amigo, hablar de la Sagrada Escritura sin ofender a esa bestia feroz.”
(Jean Marie Vincent Audin, Historia de la vida escritos y doctrinas de Martin Lutero. Tomo I, Madrid 1851, pág. 114)

Entonces como pueden darse cuenta, esa acusación hacia la Iglesia Católica no surgió de un fundamento bíblico sino de un rechazo y odio hacia la Iglesia y el Papado por parte de Lutero y los detractores de la Iglesia.

Martin Lutero y los detractores de la Iglesia, para usar dicha acusación tenían que buscar algún texto de la Escritura que “avalara” su acusación y por eso decidieron justificar su acusación con el texto de Apocalipsis 17. Pero como veremos más adelante dicho texto no se puede aplicar a la Iglesia Católica, lo que es gracioso es que tanto Martin Lutero como gran parte de los primeros protestantes rechazaban el libro del Apocalipsis así lo señala el historiador Jean Marie Vincent Audin.

“El Apocalipsis de San Juan, está desechado por la mayor parte de los protestantes.”
(Jean Marie Vincent Audin, Historia de la vida escritos y doctrinas de Martin Lutero. Tomo I, Madrid 1851, pág. 285).


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¿Comó evitar los accidentes en el paraíso de los testigos de Jehová? Sencillo: con dispositivos antigravedad


¿CÓMO EVITAR LOS ACCIDENTES EN EL PARAÍSO DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ?

SENCILLO: CON DISPOSITIVOS ANTIGRAVEDAD

Por Jesús Mondragón (Saulo de Tarso) 

Conocida por todos es la costumbre de los testigos de Jehová a cambiar sus doctrinas a lo largo de la historia, a excepción claro, de los propios miembros de la secta, que de haber conocido mejor la historia de la secta jehovista, jamás se habrían vuelto testigos de Jehová.

Adentrarse en la historia de los "testigos" y sus desafortunados desatinos es toda una experiencia entre extraña, asombrosa y hasta cómica en muchos de los casos, pero nunca aburrida. El problema con esto es que ellos aseguran que sus escritos, sus doctrinas, las publicaciones de sus revistas proceden de Jehová Dios.

¿Cómo se evitarían los accidentes en el paraíso terrestre de los testigos de Jehová? La respuesta de la Whatchtower allá por los años 20's de siglo pasado no se hizo esperar, claro, inspirada por el Espíritu Santo, faltaba más.

El otro asunto preocupante surge cuando consideramos que según las profecías no existirá el dolor, ni la enfermedad porque las cosas anteriores han pasado. ¿Qué pasará si alguien se cae por accidente por un Barranco o tropieza y cae por el hueco del ascensor? ¡No hay problema!. En la revista The Golden Age se dijo lo siguiente sobre el modo de cómo poder evitar los accidentes con el empleo de un sorprendente "aparato de gravedad negativa cada persona lleva puesto un dispositivo antigravitacional".Cada persona llevará puesto un dispositivo antigravitacional automático y en caso de accidente se podrá en marcha, actuará de modo parecido a los airbags y de los coches actuales pero mucho de manera más funcional, inocua y divertida. ¿Quien no se imagina lo que harán los niños, y los menos niños con estos dispositivos en el futuro?

Mucho se han preguntado sobre cómo podrán ser evitados los accidentes durante el reino de Cristo, ya que se nos dice que nada entonces hará daño ni destruirá. La mayor parte de los accidentes están ocasionados por la gravedad y sus efectos. Caída de aviones... etc todos ellos podrán evitarse llevando cada uno un dispositivo de gravedad individual negativo.

Los científicos nos dicen que hay bastante energía nuclear en una uña para propulsar un barco acorazado de guerra. La gente del futuro puede llevar una poca de esta energía alrededor de ellos, y si se caen en el hueco del ascensor podrán dejarse caer sin peligro alguno, sólo tendrán que girar el botón un poco y regresarán arriba... No habrá ningún peligro de caer de una escalera entonces. [The Golden age, 24 marzo 1926, página 404 ]

¿Qué decir ante semejante afirmación? Dejo al amable lector la tarea de crear su propia opinión.


PAX ET BONUM


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El Papa nunca ha sido ni será hereje


EL PAPA NUNCA HA SIDO NI SERÁ HEREJE

LA FALTA DE FE EN LA EFICACIA DE LAS PALABRAS DE JESUCRISTO A PEDRO

La elección y ministerio del Papa Francisco ha dado lugar, por un sin número de razones, tanto de parte de ciertos sectores laicos como eclesiásticos a una crítica a la persona de Pedro, tanto en juicios que pesan sobre sus gestos, como en su doctrina, tachándolo incluso de hereje. Esto ha creado confusión en la obediencia y fidelidad que se le debe de dar al Vicario de Cristo, que como ha enseñado siempre la Iglesia Católica existe una identidad absoluta sobrenatural y divina entre el Papa, sea quien sea éste, y Pedro.

Por ello, en su comentario a San Mateo (XII – XIV) dice Orígenes que la promesa que Cristo le hizo a Pedro – tibi dabo claves regni coelorum – es “para cualquiera que sea Pedro”, ya sea Alejandro VI o San Pío X.

La crítica al Papa no deja de ser sorpresiva si recordamos el texto preclaro de Henri Lacordaire, O.P. cuando decía:

“La Santa Sede tiene una desgracia que le es común con todos los grandes hombres y todas las grandes obras: no puede ser rectamente juzgada por el siglo en que se actúa, y, como es inmortal, vive insultada entre su gloria pasada y su gloria futura, semejante a Jesucristo crucificado en medio de los tiempos, entre el día de la Creación y el del Juicio Universal”.

Conviene pues recordar algunos puntos fundamentales en torno a Pedro y a las eficaces palabras que Jesucristo le prometió y que ayudarán a fortalecer la fe en momentos en que la apostasía se manifiesta por todas partes, máxime que la peor confusión aún está por venir. Son momentos de especial fidelidad al Vicario de Cristo, pues Cristo quiso que Pedro – y con él todos sus sucesores – fueran la cabeza esencial de la Iglesia juntamente con él.

FALTA DE FE EN LA EFICACIA DE LAS PALABRAS DE JESUCRISTO A PEDRO

Parte de la crítica al Papa Francisco y de las dudas que muchos dejan crecer en su corazón sobre la ortodoxia y buena doctrina del Papa radica en la falta de fe en la eficacia de las palabras de Cristo a Pedro y a sus sucesores, los romanos pontífices:

“Tú eres roca y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16, 18). “He rogado por ti para que tu fe no desfallezca” (Lucas 22, 32). “… y Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos, y lo que tú ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que tú desates en la tierra, quedará desatado en los cielos” (Mateo 16, 19). Cristo le da así a Pedro en la tierra y en el cielo exactamente el mismo poder que en lo espiritual tiene Él en el cielo y en la tierra.


Así pues hay corrientes que no creen en la asistencia de Cristo a su Iglesia, asistencia divinamente garantizada y que por lo mismo no puede ser sino absolutamente eficaz y perpetua. De por medio está la palabra de honor de Cristo.


Si esta asistencia no es para la enseñanza de la Verdad (que abarca fe, costumbres, el juicio de lo bueno o malo y culto divino) no servirá para nada. Más aún, si esa asistencia no preserva de manera absoluta al Papa de toda posibilidad de error doctrinal, entonces esta asistencia resulta irrisoria: de nada sirve la Iglesia así. Dicho en palabras rotundas: Cristo fracasó.

No creer pues en las palabras de Cristo sería como afirmar que Cristo faltaría en las cosas necesarias a la Iglesia, “a la cual ama y por la cual dio su sangre”, aun cuando de la misma sinagoga dijo el Señor: ‘qué más he debido hacer por mi viña que no haya hecho por ella’” (Isaías 5, 4) (Comentarios de Santo Tomás de Aquino en la Suma contra Gentiles en el Libro IV Capítulo 76).

Desde luego que la Iglesia, desde Su Fundación, ha pasado y pasará por grandes tribulaciones, divisiones, cismas y persecuciones. Ya lo dijo Cristo: “El siervo no es mayor que su señor. Si a Mí me persiguieron a vosotros también os perseguirán”. (Juan 15,20). Muchos obispos han sido herejes y miles de sacerdotes han caído en el cisma, en la herejía o en la apostasía y pueblos enteros se han apartado de la Iglesia, pero si la Iglesia subsiste a pesar de todo es porque jamás le ha faltado su cabeza y su fundamento, el Romano Pontífice. Por eso Pedro es la Roca, la extensión de la Piedra angular, Cristo.

¿PUEDE UN PAPA COMETER HEREJÍA?

Hay quienes erigiéndose en guardianes de la fe y celosos de la verdad espulgan lo que el Papa Francisco dice o escribe, o más grave, lo que los medios de comunicación “desinforman”, para cerciorarse si no ha caído en herejía o se ha apartado de la fe y se convierta así en el anticristo anunciado por Pablo que se sentará en el templo santo de Dios (II Tesalonicenses 2, 4), o en el falso Papa o pastor del que habla Juan en Apocalipsis 13, 11, o el pastor necio (Zacarías 11, 15), lo cual ha sido puerta de gran confusión entre los fieles por un equivocado y grave discernimiento o por una falta de fe en la eficacia de las palabras de Jesucristo y a cuya cita ya hemos aludido (Lucas 22, 32; Mateo 16, 18-19). Se ha vuelto ya incómodo que a cada gesto o palabra del Papa se le mire y se le cuestione tanto para criticar a la Iglesia Católica como para difundir supuestas “nuevas verdades eclesiales” conforme los modernos tiempos lo exigen, o más grave aún, si se apartó o no del depósito de la fe.

Que un Papa sea débil o falto de virtud, o más aún le haga “daño a la Iglesia” no lo convierte en hereje. Que algunos hombres de bien se hayan creído con el derecho de regañar a un determinado Papa, no los convertía en superiores de éste, así como no toda denostación hecha por un santo a un Papa es dogma de fe ni prueba nada contra ningún Romano Pontífice. Parte de la confusión de que un Papa pueda caer en herejía se le atribuye a San Bonifacio, Obispo de Maguncia (Alemania), quien afirmaba que un Sumo Pontífice “no puede ser juzgado a menos que se descubra que se ha desviado de la fe”.

Estas últimas palabras no quieren decir que de hecho algún Papa forzosamente tenga que desviarse de la fe, pues sólo expresa una condición – que no es forzoso que se dé – para que pueda ser juzgado. Eso equivale a decir: “Si un Papa se desviara de la fe dejaría de ser Papa y se le podría juzgar y deponer”. Esta proposición cualquiera la podría suscribir, incluso el mismo Papa por su misma seguridad en la inerrancia de la que goza por especial asistencia del Espíritu Santo. Es como si un general seguro de su valor le dijera a sus soldados al dar una orden de ataque: “Si ves que retrocedo un paso, matadme”. El general podrá fallar, el Papa no. Y no falla porque la Iglesia no recibió de su Divino Fundador una constitución democrática sino esencialmente jerárquica y monárquica, pues su fundamento es divino y Cristo no lo iba a poner a discusión ni a sujetar a ningún tipo de votación. Él es el garante.
Así pues la afirmación – especulativa jurídica – de que “si el Papa fuera hereje, dejaría de ser Papa y podría ser juzgado” equivale a decir “Si Dios dejara de existir, el universo volvería a la nada”. Pero Dios no dejará de existir. Profundicemos en esto.

SAN ROBERTO BELARMINO

Uno de los principales Doctores de la Iglesia, San Roberto Belarmino, expone el tema con claridad, según se desprende de la Opera Omnia, Tomo I p. 513 y siguientes, y Tomo II, p. 90 y siguientes, conforme lo cita Don Salvador Abascal en su obra El Papa Nunca ha sido ni será Hereje de Editorial Tradición de 1979.

Hay un texto de San Roberto Belarmino citando al Papa San León I Magno sobre la identidad de Cristo-Piedra con Pedro-Roca y sus sucesores:

“Así como mi Padre te reveló mi divinidad, así también yo te hago notar tu excelencia, porque tú eres Pedro; esto es, de la misma manera que yo soy piedra invulnerable, la piedra angular, que de una y otra hago una sola, yo el fundamento, en lugar del cual ninguno otro puede ponerse, con todo tú también eres la piedra, para que, afirmado con mi virtud, las cosas que son propias de mi poder sean también tuyas en participación conmigo”. (Sermón 3 de Aniversario de Elevación al Pontificado, ob. cit. en Opera Omnia de Roberto Belarmino citado por S. Abascal p. 279).

No puede ser más expresiva la afirmación de San León Magno: “Que de las dos piedras hago una sola”. Es la identidad del Papa con Cristo. Luego si el Papa puede caer en la herejía, también Cristo podría ser hereje. Y esto sería una blasfemia.

Pero hay quienes afirman apoyándose en un texto que se le atribuye a Roberto Belarmino sacado de su contexto que el Papa puede ser hereje, pero ni los antiguos Padres de la Iglesia ni San Roberto Belarmino asumen la teoría de que el Papa pueda incurrir en la herejía. Esa es la opinión que asume el Doctor de la Iglesia, San Roberto Belarmino, en su Capítulo 30 del Libro II del Tomo I de sus Obras Completas, donde en su extenso tratado sobre el Sumo Pontífice se dedica a demostrar, primero doctrinalmente y luego con la historia, que no puede haber un solo Papa hereje ni ha caído ninguno en la herejía.

Belarmino cita como autoridad a Orígenes: “Manifiesto es, aunque no se diga así, que ni contra Pedro ni contra la Iglesia podrán prevalecer las puertas del infierno; porque si prevalecieran contra la piedra en la que está fundada, también contra la Iglesia prevalecerían” (ob. cit. Controversiarum de Summo Pontifice, Tomo II, Libro IV, Cap. III).


Dice más adelante que el “Sumo Pontífice es el doctor y pastor de toda la Iglesia; luego la Iglesia entera debe escucharlo y seguirlo; luego si él yerra toda la Iglesia erraría” (ídem).

Según Roberto Belarmino, verdadero Doctor de la Iglesia, no puede errar el Papa en ninguna de las cosas necesarias para la salvación. Es así que las cosas necesarias para la salvación son la doctrina sobre la Fe, la doctrina sobre las costumbres, el culto y la noción clara de lo bueno y de lo malo; luego en estas cuatro cosas no puede fallar nunca el Romano Pontífice, aunque lo que él ordene no nos guste. “Non solum in decretis Fidei errare non potest summus Pontifex; sed neque in praeceptis morum quae toti Eclessiae prescribuntur, et quae in rebus necessariis ad salutem, vel in iis quae per se bona, vel mala sunt, versantur”.

Así, todo el Capítulo III está dedicado a probar la inerrancia del Papa en materia de fe y costumbres.

En consecuencia, San Roberto Belarmino es un mar de argumentos a favor de la inerrancia absoluta de Pedro y de todos y cada uno de los Papas en materia de Fe, costumbres, culto divino y distinción entre lo bueno y lo malo: en lo necesario.

Esta inerrancia del Papa, desde luego, no significa “que el que no falle en la fe no pueda cometer otro tipo de pecados”, en eso no está incluida la singular asistencia de Dios que Cristo impetró a favor de Pedro.

PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA

El Concilio Vaticano I expresa al respecto lo siguiente (Denzinger, 1836).

“La doctrina de todos los venerables padres y de todos los santos ortodoxos es que la Sede de Pedro permanece siempre intacta de todo error, según la promesa de nuestro Divino Salvador hecha al Príncipe de los Discípulos: Yo he rogado por ti a fin de que tu fe no desfallezca, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.

Algunos textos de doctores de la Iglesia ayudarán a completar la tesis:

San Ambrosio (330-397)
“Donde está Pedro ahí está la Iglesia” (sobre el Salmo V, 30. Ob. cit. p. 309)

“No se puede tener parte en la herencia de Pedro sino a condición de permanecer adheridos a su Sede” (De poenitentia, I, Cap VII. Ob. cit. por Abascal p. 309)
San Bernardo de Claraval (1090-1153)

Pero el Papa “no tiene igual en la tierra, es Pedro por el poder y Cristo por la unción, defensor de la fe, doctor de las naciones, jefe de los cristianos…; cuanto a la fe le concierne en él no puede sufrir ninguna mengua la fe, porque Cristo lo preserva de toda caída y le ordena confirmar a sus hermanos” (Tratado de la Consideración I, 2; II, 8; III, 4; IV; 7, Ep 131. Ob. cit. p. 325).

San Alberto Magno (1193-1280)
Comentando a San Lucas 22, 32, San Alberto Magno continúa la misma doctrina: “Que no desfallezca tu fe. Esta es finalmente una prueba eficaz de que la fe de la Sede de Pedro y de su sucesor no desfallecerá: hoc argumentum efficax est pro sede Petri et successore ipsius, quod fides ejus non finaliter deficiat (Opera Omnia. Edición de Augusto Borgnet, Paris 1893, p. 685, citado por Abascal p. 329).

Lo anterior basta para demostrar que en el pensamiento de este gran Doctor de la Iglesia, San Alberto Magno, ningún sucesor de Pedro puede incurrir en herejía. Puede vacilar y caer el Sucesor de Pedro por cualquier otra razón, pero no en materia de fe. Puede pues pecar contra la caridad, pero no contra la fe.

Para que quede muy claro, los grandes Doctores de la Iglesia del Siglo de Oro de la Teología Católica, los llamados Escolásticos, no dan lugar, ninguno, a la hipótesis de que el Papa pueda cometer herejía.

ENSEÑANZA DOGMÁTICA

La unidad, la fuerza y la doctrina de toda la Iglesia no están basadas en la Sagrada Escritura ni en la Tradición sino en el Primado que Cristo le otorgó a Pedro. De tal suerte que el Primado lo estableció Cristo en una persona (sobre un hombre dice el Catecismo del Concilio de Trento), en la persona física de Pedro, y en él sobre cada uno de sus sucesores, de modo que la persona misma de Pedro es la institución del Papado, pues Pedro se perpetúa en todos y cada uno de los Romanos Pontífices.

“Así pues, si alguno dijese que el Romano Pontífice tiene solo el deber de inspección y dirección, pero no plena y suprema potestad de jurisdicción sobre la Iglesia Universal, no sólo en las materias que pertenecen a la fe y a las costumbres, sino también en las de régimen y disciplina de la Iglesia difundida por todo el orbe, o que tiene la parte principal, pero no toda la plenitud de esta suprema potestad; o que esta potestad suya no es ordinaria o inmediata, tanto sobre todas y cada una de las iglesias como sobre todos y cada uno de los pastores y los fieles, sea anatema”(Dezinger 1831).

De todo lo dicho: no hay papado sin Papa; ni todos los obispos junto con todos los fieles son superiores al Papa; no hay concilio sin el Papa ni Iglesia ni concilio contra el Papa. Luego es herético juzgar y condenar al Papa por lo que sea pues no tiene superior en la tierra. Luego es también herético negarle al Papa el poder pleno de reformar los ritos y la disciplina en materia de institución eclesiástica que Cristo dejó a la decisión de Pedro.

EN CONCLUSIÓN

Son tres los dogmas definidos por el Vaticano I sobre el Papa:
Su primado de jurisdicción sobre la Iglesia Universal es absoluto: lo que él ordene o permita en la tierra queda permitido o prescrito en el Cielo; asimismo lo que él prohíba en la tierra queda prohibido en el Cielo. Y esto abarca no sólo las definiciones llamadas ex–cathedra, sino todo lo relativo al gobierno espiritual de la Iglesia.

LA SUCESIÓN EN LA SILLA DE PEDRO ES ININTERRUMPIDA

Es de fe divina y católica lo que el Papa defina ex–cathedra, es decir, como pastor supremo de la Iglesia Universal definiendo dogmáticamente una verdad de fe y moral. Esto no quiere decir que lo que enseñe y ordene de manera ordinaria, o sea, no ex–cathedra en materia de fe, costumbres, culto divino o disciplina pueda ser herético. Y no puede serlo por dos razones: porque en su primera enseñanza dogmática el Concilio Vaticano dijo que el Primado de Pedro en el gobierno de la Iglesia es absoluto, y porque en la misma enseñanza dogmática se asienta que la Sede de Pedro está exenta de todo error, sin distingos.

Por eso hay que estar atentos a la fidelidad y obediencia plena al Vicario de Cristo sea quien sea, y particularmente al Papa Francisco, pues de lo contrario nos estaremos saliendo del camino de la salvación. Ya lo decía Pío XII que cometen un “peligroso error aquellos que piensan poder abrazar a Cristo cabeza de la Iglesia, sin adherirse fielmente a su Vicario en la tierra. Porque quitando esta cabeza visible, y rompiendo los vínculos sensibles de la unidad, oscurecen y deforman el cuerpo místico del Redentor, de tal manera que los que andan en busca del puerto de salvación no pueden verlo ni encontrarlo” (Mystici corporis Christi no. 35)

EXCURSUS

Finalmente, aprovecho este espacio para expresar mi opinión y dar respuesta a una inquietud, tanto en tuits como en mails, sobre ciertos comentarios y juicios que se han hecho en torno a la persona del Papa Francisco y que han creado confusión entre muchos fieles.

En primero lugar, todos los mensajes que por vía de revelación privada que antes y después de la elección del Papa Francisco lo señalan como falso papa, antipapa, falso pastor y similares calificativos son sencillamente falsos, ya de origen o de inspiración diabólica.

No se requiere demasiada experiencia o sabiduría para entender que un mensaje auténtico del Cielo jamás señalará a una persona como el falso papa. Invitará a la práctica de la oración, del sacrificio, del ayuno para poder discernir en momentos que la Iglesia se divida, etc. pero no va a identificar al bueno o al malo, pues esa es parte de nuestra responsabilidad: “velad y orad para no entrar en tentación” (Mt 26,41).


Todos esos mensajes que van en la línea de adelantar eventos para confundir, como de hecho han confundido, son falsos. Aun cuando el resto del mensaje sea “conforme al evangelio”, al errar en lo esencial pierde su autenticidad y deja entrever la cola del enemigo. Un mensaje pues que señale que éste o aquél es el falso Papa va en contra de la Sabiduría Divina y Justicia Perfecta, pues aún con el mismo Demonio Dios es Justo y su batalla espiritual la ha dejado en igualdad de ventajas y de desventajas.

Asimismo diremos de los mensajes privados que invitan a rezar por el Papa Francisco para que “no se convierta en el falso pastor”; no sólo son falsos sino van contra la Revelación misma de Jesucristo, conforme se ha explicado con anterioridad.

También es equivocado el discernimiento de que la renuncia del Papa Benedicto XVI fue inválida por equis razones, por lo que el cónclave de la elección del Papa Francisco fue inválido de origen y también su posterior elección, donde resulta entonces que Benedicto XVI es el válido y Francisco el falso. Esto es teología ficción y lamentable discernimiento de las profecías que no vale ni la pena dedicarle tiempo a ello.


Los sedevacantistas están en una puerta sin salida hace mucho tiempo, donde para estos el último Papa verdadero fue Pío XII. Como ya no viven ninguno de los cardenales nombrados por este Papa, y como Juan XXIII convocó el Concilio y Paulo VI lo continuó, pues tenemos Sede Vacante desde entonces, y los actos de todos estos papas desde Juan XXIII hasta Francisco son nulos, por lo que ya se cortó para siempre la sucesión de los Pedros, contra la promesa de Cristo y contra el dogma expreso del Concilio Vaticano I (Denzinger 1825).

Los comentarios públicos de laicos y religiosos que se erigen como jueces del Papa Francisco pretendiendo dizque hacer un bien lo único que provocan es confusión y duda entre los fieles y hacen un gran daño a la Iglesia. La postura debe ser de fidelidad, obediencia y oración por el Papa Francisco para que cumpla lo más fielmente la Voluntad de Dios en este momento decisivo de la historia.

ATAQUE SATÁNICO CONTRA LA IGLESIA

No ignoramos que una gran tormenta espiritual sin precedentes se avecina a la Iglesia. Una gran prueba que hará dudar a muchos y a escandalizar a otros y de la que los mismos Papas, desde Pio X hasta nuestros días, se han referido a ella. Prueba que le llevó decir a Paulo VI que “el humo del infierno ha entrado a la Iglesia santa de Dios” (29/VI/72), y a la Santísima Virgen en Fátima “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe”, dejando adivinar que en el resto del mundo, en Europa, la fe se perderá, y eso es lo que Pablo llamaba la dicessio, la apostasía. Más aún, la revelación pública – las dos Mujeres del Apocalipsis – anuncia que en algún momento la Iglesia Verdadera se separará de la falsa, dando lugar a un Gran Cisma, y sí, en la que la Iglesia tendrá simultáneamente en algún momento “el trono de Pedro en disputa”, “dos hermanos en discordia”, uno verdadero y el otro falso, pero esto vendrá más adelante, y desde luego nada que ver con el Papa Francisco.


Recemos por el Papa Francisco. Necesita mucho de nuestra oración. Así lo ha pedido desde el inicio de su pontificado de manera insistente, y eso es lo que hay que hacer. No seamos promotores de dudas y confusiones, de una división contra la unidad de la Iglesia que, conforme al Plan Divino de Salvación, sólo será permitida en el tiempo de la historia del hombre; “por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados aquellos que no creyendo en la verdad se complacieron en la iniquidad” (II Tes, 2,11). Así pues, la condición de esta unidad en la Iglesia deviene de la existencia de un jefe único y visible, el Papa, el representante del gran Padre Eterno.

Grandes designios están sobre el Papa Francisco. Su pontificado es trascendental para el futuro inmediato de la Iglesia y del mundo. El Papa que las auténticas profecías anunciaron hace tiempo como “el rompedor”.


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San Jerónimo


SAN JERÓNIMO, RUEGA POR NOSOTROS
30 de septiembre Siglo V

Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explanar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor.

Vida de San Jerónimo

Nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Abrazó la vida ascética, marchó al Oriente y fue ordenado presbítero. Volvió a Roma y fue secretario del papa Dámaso. Fue en esta época cuando empezó su traducción latina de la Biblia. También promovió la vida monástica. Más tarde, se estableció en Belén, donde trabajó mucho por el bien de la Iglesia. Escribió gran cantidad de obras, principalmente comentarios de la sagrada Escritura. Murió en Belén el año 420.

Vida de San JERÓNIMO (Eusebius Hieronymus Sophronius), el Padre de la Iglesia que más estudió las Sagradas Escrituras, nació alrededor del año 342, en Stridon, una población pequeña situada en los confines de la región dálmata de Panonia y el territorio de Italia, cerca de la ciudad de Aquilea. Su padre tuvo buen cuidado de que se instruyese en todos los aspectos de la religión y en los elementos de las letras y las ciencias, primero en el propio hogar y, más tarde, en las escuelas de Roma. En la gran ciudad, Jerónimo tuvo como tutor a Donato, el famoso gramático pagano. En poco tiempo, llegó a dominar perfectamente el latín y el griego (su lengua natal era el ilirio), leyó a los mejores autores en ambos idiomas con gran aplicación e hizo grandes progresos en la oratoria; pero como había quedado falto de la guía paterna y bajo la tutela de un maestro pagano, olvidó algunas de las enseñanzas y de las devociones que se le habían inculcado desde pequeño. A decir verdad, Jerónimo terminó sus años de estudio, sin haber adquirido los grandes vicios de la juventud romana, pero desgraciadamente ya era ajeno al espíritu cristiano y adicto a las vanidades, lujos y otras debilidades, como admitió y lamentó amargamente años más tarde. Por otra parte, en Roma recibió el bautismo (no fue catecúmeno hasta que cumplió más o menos los dieciocho años )y, como él mismo nos lo ha dejado dicho, "teníamos la costumbre, mis amigos y yo de la misma edad y gustos, de visitar, los domingos, las tumbas de los mártires y de los apóstoles y nos metíamos a las galerías subterráneas, en cuyos muros se conservan las reliquias de los muertos". Después de haber pasado tres años en Roma, sintió el deseo de viajar para ampliar sus conocimientos y, en compañía de su amigo Bonoso, se fue hacia Tréveris. Ahí fue donde renació impetuosamente el espíritu religioso que siempre había estado arraigado en el fondo de su alma y, desde entonces, su corazón se entregó enteramente a Dios.

En el año de 370, Jerónimo se estableció temporalmente en Aquilea donde el obispo, San Valeriano, se había atraído a tantos elementos valiosos, que su clero era famoso en toda la Iglesia de occidente. Jerónimo tuvo amistad con varios de aquellos clérigos, cuyos nombres aparecen en sus escritos. Entre ellos se encontraba San Cromacio, el sacerdote que sucedió a Valeriano en la sede episcopal, sus dos hermanos, los diáconos Joviniano y Eusebio, San Heliodoro y su sobrino Nepotiano y, sobre todo, se hallaba ahí Rufino, el que fue, primero, amigo del alma de Jerónimo y, luego, su encarnizado opositor. Ya para entonces, Rufino provocaba contradicciones y violentas discusiones, con lo cual comenzaba a crearse enemigos. Al cabo de dos años, algún conflicto, sin duda más grave que los otros, disolvió al grupo de amigos, y Jerónimo decidió retirarse a alguna comarca lejana ya que Bonoso, el que había sido compañero suyo de estudios y de viajes desde la infancia, se fue a vivir en una isla desierta del Adriático. Jerónimo, por su parte, había conocido en Aquilea a Evagrio, un sacerdote de Antioquía con merecida fama de ciencia y virtud, quien despertó el interés del joven por el oriente, y hacia allá partió con sus amigos Inocencio, Heliodoro e Hylas, éste último había sido esclavo de Santa Melania.

Jerónimo llegó a Antioquía en 374 y ahí permaneció durante cierto tiempo. Inocencio e Hylas fueron atacados por una grave enfermedad y los dos murieron; Jerónimo también estuvo enfermo, pero sanó. En una de sus cartas a Santa Eustoquio le cuenta que en el delirio de su fiebre tuvo un sueño en el que se vio ante el trono de Jesucristo para ser juzgado. Al preguntársele quién era, repuso que un cristiano. "¡Mientes!", le replicaron. "Tú eres un ciceroniano, puesto que donde tienes tu tesoro está también tu corazón". Aquella experiencia produjo un profundo efecto en su espíritu y su encuentro con San Maleo, cuya extraña historia se relata en esta obra en la fecha del 21 de octubre, ahondó todavía más el sentimiento. Corno consecuencia de aquellas emociones, Jerónimo se retiró a las salvajes soledades de Calquis, un yermo inhóspito al sureste de Antioquía, donde pasó cuatro años en diálogo con su alma. Ahí soportó grandes sufrimientos a causa de los quebrantos de su salud, pero sobre todo, por las terribles tentaciones carnales.

"En el rincón remoto de un árido y salvaje desierto", escribió años más tarde a Santa Eustoquio, "quemado por el calor de un sol tan despiadado que asusta hasta a los monjes que allá viven, a mi me parecía encontrarme en medio de los deleites y las muchedumbres de Roma ... En aquel exilio y prisión a los que, por temor al infierno, yo me condené voluntariamente, sin más compañía que la de los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginé que contemplaba las danzas de las bailarinas romanas, como si hubiese estado frente a ellas. Tenía el rostro escuálido por el ayuno y, sin embargo, mi voluntad sentía los ataques del deseo; en mi cuerpo frío y en mi carne enjuta, que parecía muerta antes de morir, la pasión tenía aún vida. A solas con aquel enemigo, me arrojé en espíritu a los pies de Jesús, los bañé con mis lágrimas y, al fin, pude domar mi carne con los ayunos durante semanas enteras. No me avergüenzo al revelar mis tentaciones, pero sí lamento que ya no sea yo ahora lo que entonces fui. Con mucha frecuencia velaba del ocaso al alba entre llantos y golpes en el pecho, hasta que volvía la calma". De esta manera pone Dios a prueba a sus siervos, de vez en cuando; pero sin duda que la existencia diaria de San Jerónimo en el desierto, era regular, rnonótona y tranquila. Con el fin de contener y prevenir las rebeliones de la carne, agregó a sus mortificaciones corporales el trabajo del estudio constante y absorbente, con el que esperaba frenar su imaginación desatada. Se propuso aprender el hebreo. "Cuando mi alma ardía con los malos pensamientos", dijo en una carta fechada en el año 411 y dirigida al monje Rústico, "como último recurso, me hice alumno de un monje que había sido judío, a fin de que me enseñara el alfabeto hebreo. Así, de las juiciosas reglas de Quintiliano, la florida elocuencia de Cicerón, el grave estilo de Fronto y la dulce suavidad de Plinio, pasé a esta lengua de tono siseante y palabras entrecortadas. ¡Cuánto trabajo me costó aprenderla y cuántas dificultades tuve que vencer! ¡Cuántas veces dejé el estudio, desesperado y cuántas lo reanudé! Sólo yo que soporté la carga puedo ser testigo, yo y también los que vivían junto a mí. Y ahora doy gracias al Señor que me permite recoger los dulces frutos de la semilla que sembré durante aquellos amargos estudios". No obstante su tenaz aprendizaje del hebreo, de tanto en tanto se daba tiempo para releer a los clásicos paganos.

Por aquel entonces, la Iglesia de Antioquía sufría perturbaciones a causa de las disputas doctrinales y disciplinarias. Los monjes del desierto de Calquis también tomaron partido en aquellas disensiones e insistían en que Jerónimo hiciese lo propio y se pronunciase sobre los asuntos en discusión. El habría preferido mantenerse al margen de las disputas, pero de todas maneras, escribió dos cartas a San Dámaso, que ocupaba la sede pontificia desde el año 366, a fin de consultarle sobre el particular y preguntarle hacia cuáles tendencias se inclinaba. En la primera de sus cartas dice: "Estoy unido en comunión con vuestra santidad, o sea con la silla de Pedro; yo sé que, sobre esa piedra, está construida la Iglesia y quien coma al Cordero fuera de esa santa casa, es un profano. El que no esté dentro del arca, perecerá en el diluvio. No conozco a Vitalis; ignoro a Melesio; Paulino es extraño para mí. Todo aquel que no recoge con vos, derrama, y el que no está con Cristo, pertenece al anticristo... Ordenadme, si tenéis a bien, lo que yo debo hacer". Como Jerónimo no recibiese pronto una respuesta, envió una segunda carta sobre el mismo asunto. No conocemos la contestación de San Dámaso, pero es cosa cierta que el Papa y todo el occidente reconocieron a Paulino como obispo de Antioquía y que Jerónimo recibió la ordenación sacerdotal de manos del Pontífice, cuando al fin se decidió a abandonar el desierto de Calquis. El no deseaba la ordenación (nunca celebró el santo sacrificio) y, si consintió en recibirla, fue bajo la condición de que no estaba obligado a servir a tal o cual iglesia con el ejercicio de su ministerio; sus inclinaciones le llamaban a la vida monástica de reclusión. Poco después de recibir las órdenes, se trasladó a Constantinopla a fin de estudiar las Sagradas Escrituras bajo la dirección de san Gregorio Nazianceno. En muchas partes de sus escritos Jerónimo se refiere con evidente satisfacción y gratitud a aquel período en que tuvo el honor de que tan gran maestro le explicase la divina palabra. En el año de 382, San Gregorio abandonó Constantinopla, y Jerónimo regresó a Roma, junto con Paulino de Antioquía y San Epifanio, para tomar parte en el concilio convocado por San Dámaso a fin de discutir el cisma de Antioquía. Al término de la asamblea, el Papa lo detuvo en Roma y lo empleó como a su secretario. A solicitud del Pontífice y de acuerdo con los textos griegos, revisó la versión latina de los Evangelios que "había sido desfigurada con transcripciones falsas, correcciones mal hechas y añadiduras descuidadas". Al mismo tiempo, hizo la primera revisión al salterio en latín.

Al mismo tiempo que desarrollaba aquellas actividades oficiales, alentaba y dirigía el extraordinario florecimiento del ascetismo que tenía lugar entre las más nobles damas romanas. Entre ellas se encuentran muchos nombres famosos en la antigua cristiandad, corno el de Santa Marcela, a quien nos referimos en esta obra el 31 de enero, junto con su hermana Santa Asela y la madre de ambas, Santa Albina; Santa Léa, Santa Melania la Mayor, la primera de aquellas damas que hizo una peregrinación a Tierra Santa; Santa Fabiola (27 de diciembre), Santa Paula (26 de enero) y sus hijas, Santa Blesila y Santa Eustoquio (28 de septiembre). Pero al morir San Dámaso, en el año de 384, el secretario quedó sin protección y se encontró, de buenas a primeras, en una situación difícil. En sus dos años de actuación pública, había causado profunda impresión en Roma por su santidad personal, su ciencia y su honradez, pero precisamente por eso, se había creado antipatías entre los envidiosos, entre los paganos y gentes de mal vivir, a quienes había condenado vigorosamente y también entre las gentes sencillas y de buena voluntad, que se ofendían por las palabras duras, claras y directas del santo y por sus ingeniosos sarcasmos. Cuando hizo un escrito en defensa de la decisión de Blesila, la viuda joven, rica y hermosa que súbitamente renunció al mundo para consagrarse al servicio de Dios, Jerónimo satirizó y criticó despiadadamente a la sociedad pagana y a la vida mundana y, en contraste con la modestia y recato de que Blesila hacía ostentación, atacó a aquellas damas "que se pintan las mejillas con púrpura y los párpados con antimonio; las que se echan tanta cantidad de polvos en la cara, que el rostro, demasiado blanco, deja de ser humano para convertirse en el de un ídolo y, si en un momento de descuido o de debilidad, derraman una lágrima, fabrican con ella y sus afeites, una piedrecilla que rueda sobre sus mejillas pintadas. Son esas mujeres a las que el paso de los años no da la conveniente gravedad del porte, las que cargan en sus cabezas el pelo de otras gentes, las que esmaltan y barnizan su perdida juventud sobre las arrugas de la edad y fingen timideces de doncella en medio del tropel de sus nietos". No se mostró menos áspero en sus críticas a la sociedad cristiana, como puede verse en la carta sobre la virginidad que escribió a Santa Eustoquio, donde ataca con particular fiereza a ciertos elementos del clero. "Todas sus ansiedades se hallan concentradas en sus ropas ... Se les tomaría por novios y no por clérigos; no piensan en otra cosa más que en los nombres de las damas ricas, en el lujo de sus casas y en lo que hacen dentro de ellas". Después de semejante proemio, describe a cierto clérigo en particular, que detesta ayunar, gusta de oler los manjares que va a engullir y usa su lengua en forma bárbara y despiadada. Jerónimo escribió a Santa Marcela en relación con cierto caballero que se suponía, erróneamente, blanco de sus ataques. "Yo me divierto en grande y me río de la fealdad de los gusanos, las lechuzas y los cocodrilos, pero él lo toma todo para sí mismo ... Es necesario darle un consejo: si por lo menos procurase esconder su nariz y mantener quieta su lengua, podría pasar por un hombre bien parecido y sabio".

A nadie le puede extrañar que, por justificadas que fuesen sus críticas, causasen resentimientos tan sólo por la manera de expresarlas. En consecuencia, su propia reputación fue atacada con violencia y su modestia, su sencillez, su manera de caminar y de sonreír fueron, a su vez, blanco de los ataques de los demás. Ni la reconocida virtud de las nobles damas que marchaban por el camino del bien bajo su dirección, ni la forma absolutamente discreta de su comportamiento, le salvaron de las calumnias. Por toda Roma circularon las murmuraciones escandalosas respecto a las relaciones de San Jerónimo con Santa Paula. Las cosas llegaron a tal extremo, que el santo, en el colmo de la indignación, decidió abandonar Roma y buscar algún retiro tranquilo en el oriente. Antes de partir, escribió una hermosa apología en forma de carta dirigida a Santa Asela. "Saluda a Paula y a Eustoquio, mías en Cristo, lo quiera el mundo o no lo quiera", concluye aquella epístola. "Diles que todos compareceremos ante el trono de Jesucristo para ser juzgados, y entonces se verá en qué espíritu vivió cada uno de nosotros". En el mes de agosto del año 385, se embarcó en Porto y, nueve meses más tarde, se reunieron con él en Antioquía, Paula, Eustoquio y las otras damas romanas que habían resuelto compartir con él su exilio voluntario y vivir como religiosas en Tierra Santa. Por indicaciones de Jerónimo, aquellas mujeres se establecieron en Belén y Jerusalén, pero antes de enclaustrarse, viajaron por Egipto para recibir consejo de los monjes de Nitria y del famoso Dídimo, el maestro ciego de la escuela de Alejandría.

Gracias a la generosidad de Paula, se construyó un monasterio para hombres, próximo a la basílica de la Natividad, en Belén, lo mismo que otros edificios para tres comunidades de mujeres. El propio Jerónimo moraba en una amplia caverna, vecina al sitio donde nació el Salvador. En aquel mismo lugar estableció una escuela gratuita para niños y una hostería, "de manera que", como dijo Santa Paula, "si José y María visitaran de nuevo Belén, habría donde hospedarlos". Ahí, por lo menos, transcurrieron algunos años en completa paz. "Aquí se congregan los ilustres galos y tan pronto como los británicos, tan alejados de nuestro mundo, hacen algunos progresos en la religión, dejan las tierras donde viven y acuden a éstas, a las que sólo conocen por relaciones y por la lectura de las Sagradas Escrituras. Lo mismo sucede con los armenios, los persas, los pueblos de la India y de Etiopía, de Egipto, del Ponto, Capadocia, Siria y Mesopotamia. Llegan en tropel hasta aquí y nos ponen ejemplo en todas las virtudes. Las lenguas difieren, pero la religión es la misma. Hay tantos grupos corales para cantar los salmos como hay naciones ... Aquí tenemos pan y las hortalizas que cultivamos con nuestras manos; tenemos leche y los animales nos dan alimento sencillo y saludable. En el verano, los árboles proporcionan sombra y frescura. En el otoño, el viento frío que arrastra las hojas, nos da la sensación de quietud. En primavera, nuestras salmodias son más dulces, porque las acompañan los trinos de las aves. No nos falta leña cuando la nieve y el frío del invierno, nos caen encima. Dejémosle a Roma sus multitudes; le dejaremos sus arenas ensangrentadas, sus circos enloquecidos, sus teatros empapados en sensualidad y, para no olvidar a nuestros amigos, le dejaremos también el cortejo de damas que, reciben sus diarias visita.

Pero no por gozar de aquella paz, podía Jerónimo quedarse callado y con los brazos cruzados cuando la verdad cristiana estaba amenazada. En Roma había escrito un libro contra Helvidio sobre la perpetua virginidad de la Santísima Virgen María, ya que aquél sostenía que, después del nacimiento de Cristo, Su Madre había tenido otros hijos con José. Este y otros errores semejantes fueron de nuevo puestos en boga por las doctrinas de un tal Joviniano. San Pamaquio, yerno de Santa Paula, lo mismo que otros hombres piadosos de Antioquía, se escandalizaron con aquellas ideas y enviaron los escritos de Joviniano a San Jerónimo y éste, como respuesta, escribió dos libros contra aquél en el año de 393. En el primero, demostraba las excelencias de la virginidad cuando se practicaba por amor a la virtud, lo que había sido negado por Joviniano, y en el segundo atacó los otros errores. Los tratados fueron escritos con el estilo recio, característico de Jerónimo, y algunas de sus expresiones les parecieron a las gentes de Roma demasiado duras y denigrantes para la dignidad del matrimonio. San Pamaquio y otros con él, se sintieron ofendidos y así se lo notificaron a Jerónimo; entonces, éste escribió la Apología a Pamaquio, conocida también corno el tercer libro contra Joviniano, en un tono que, seguramente, no dio ninguna satisfacción a sus críticos. Pocos años más tarde, Jerónimo tuvo que dedicar su atención a Vigilancio -a quien sarcásticamente llama Dormancio-, un sacerdote galo romano que desacreditaba el celibato y condenaba la veneración de las reliquias hasta el grado de llamar a los que la practicaban, idólatras y adoradores de cenizas. En su respuesta, Jerónimo le dijo: "Nosotros no adoramos las reliquias de los mártires, pero sí honramos a aquellos que fueron mártires de Cristo para poder adorarlo a El. Honramos a los siervos para que el respeto que les tributamos se refleje en su Señor". Protestó contra las acusaciones de que la adoración a los mártires era idolatría, al demostrar que los cristianos jamás adoraron a los mártires como a dioses y, a fin de probar que los santos interceden por nosotros, escribió: "Si es cierto que cuando los apóstoles y los mártires vivían aún sobre la tierra, podían pedir por otros hombres, y con cuánta mayor eficacia podrán rogar por ellos después de sus victorias! ¿Tienen acaso menos poder ahora que están con Jesucristo?" Defendió el estado monástico y dijo que, al huir de las ocasiones y los peligros, un monje busca su seguridad porque desconfía de su propia debilidad y porque sabe que un hombre no puede estar a salvo, si se acuesta junto a una serpiente. Con frecuencia se refiere Jerónimo a los santos que interceden por nosotros en el cielo. A Heliodoro lo comprometió a rezar por él cuando estuviese en la gloria y a Santa Paula le dijo, en ocasión de la muerte de su hija Blesila: "Ahora eleva preces ante el Señor por ti y obtiene para mí el perdón de mis culpas".

Del año 395 al 400, San Jerónimo hizo la guerra a la doctrina de Orígenes y, desgraciadamente, en el curso de la lucha, se rompió su amistad de veinticinco años con Rufino. Tiempo atrás le había escrito a éste la declaración de que "una amistad que puede morir nunca ha sido verdadera", lo mismo que, mil doscientos años más tarde, diría Shakespeare de esta manera:

... Love is not love which alters when its alteration finds or bends with the remover to remove. (No es amor el amor que se altera ante un tropiezo o se dobla ante el peligro)

Sin embargo, el afecto de Jerónimo por Rufino debió ceder ante el celo del santo por defender la verdad. Jerónimo, corno escritor, recurría continuamente a Orígenes y era un gran admirador de su erudición y de su estilo, pero tan pronto como descubrió que en el oriente algunos se habían dejado seducir por el prestigio de su nombre y habían caído en gravísimos errores, se unió a San Epifanio para combatir con vehemencia el mal que amenazaba con extenderse. Rufino, que vivía por entonces en un monasterio de Jerusalén, había traducido muchas de las obras de Orígenes al latín y era un entusiasta admirador suyo, aunque no por eso debe creerse que estuviese dispuesto a sostener las herejías que, por lo menos materialmente, se hallan en los escritos de Orígenes. San Agustín fue uno de los hombres buenos que resultaron afectados por las querellas entre Orígenes y Jerónimo, a pesar de que nadie mejor que él estaba en posición de comprender suyas eran, necesariamente, enemigos de la Iglesia. Al tratarse de defender el bien y combatir el mal, no tenía el sentido de la moderación. Era fácil que se dejase arrastrar por la cólera o por la indignación, pero también se arrepentía con extraordinaria rapidez de sus exabruptos. Hay una anécdota referente a cierta ocasión en la que el Papa Sixto V contemplaba una pintura donde aparecía el santo cuando se golpeaba el pecho con una piedra. "Haces bien en utilizar esa piedra", dijo el Pontífice a la imagen, "porque sin ella, la Iglesia nunca te hubiese canonizado".

Pero sus denuncias, alegatos y controversias, por muy necesarios y brillantes que hayan sido, no constituyen la parte más importante de sus actividades. Nada dio tanta fama a San Jerónimo como sus obras críticas sobre las Sagradas Escrituras. Por eso, la Iglesia le reconoce como a un hombre especialmente elegido por Dios y le tiene por el mayor de sus grandes doctores en la exposición, la explicación y el comentario de la divina palabra. El Papa Clemente VIII no tuvo escrúpulos en afirmar que Jerónimo tuvo la asistencia divina al traducir la Biblia. Por otra parte, nadie mejor dotado que él para semejante trabajo: durante muchos años había vivido en el escenario mismo de las Sagradas Escrituras, donde los nombres de las localidades y las costumbres de las gentes eran todavía los mismos. Sin duda que muchas veces obtuvo en Tierra Santa una clara representación de diversos acontecimientos registrados en las Escrituras. Conocía el griego y el arameo, lenguas vivas por aquel entonces y, también sabía el hebreo que, si bien había dejado de ser un idioma de uso corriente desde el cautiverio de los judíos, aún se hablaba entre los doctores de la ley. A ellos recurrió Jerónimo para una mejor comprensión de los libros santos e incluso tuvo por maestro a un doctor y famoso judío llamado Bar Ananías, el cual acudía a instruirle por las noches y con toda clase de precauciones para no provocar la indignación de los otros doctores de la ley. Pero no hay duda de que, además de todo eso, Jerónimo recibió la ayuda del cielo para obtener el espíritu, el temperamento y la gracia indispensables para ser admitido en el santuario de la divina sabiduría y comprenderla. Además, la pureza de corazón y toda una vida de penitencia y contemplación, habían preparado a Jerónimo para recibir aquella gracia. Ya vimos que, bajo el patrocinio del Papa San Dámaso, revisó en Roma la antigua versión latina de los Evangelios y los salmos, así como el resto del Nuevo Testamento. La traducción de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento escritos en hebreo, fue la obra que realizó durante sus años de retiro en Belén, a solicitud de todos sus amigos y discípulos más fieles e ilustres y por voluntad propia, ya que le interesaba hacer la traducción del original y no de otra versión cualquiera. No comenzó a traducir los libros por orden, sino que se ocupó primero del Libro de los Reyes y siguió con los demás, sin elegirlos. Las únicas partes de la Biblia en latín conocida como la Vulgata que no fueron traducidas por San Jerónimo, son los libros de la Sabiduría, el Eclesiástico, el de Baruch y los dos libros de los Macabeos. Hizo una segunda revisión de los salmos, con la ayuda del Hexapla de Orígenes y los textos hebreos, y esa segunda versión es la que está incluida en la Vulgata y la que se usa en los oficios divinos. La primera versión, conocida como el Salterio Romano, se usa todavía en el salmo de invitación de los maitines y en todo el misal, así como para los oficios divinos en San Pedro de Roma, San Marcos de Venecia y los ritos milaneses. El Concilio de Trento designó a la Vulgata de San Jerónimo, como el texto bíblico latino auténtico o autorizado por la Iglesia católica, sin implicar por ello alguna preferencia por esta versión sobre el texto original u otras versiones en otras lenguas. En 1907, el Papa Pío X confió a los monjes benedictinos la tarea de restaurar en lo posible los textos de San Jerónimo en la Vulgata ya que, al cabo de quince siglos de uso, habían sido considerablemente modificados y corregidos.

En el año de 404, San Jerónimo tuvo la gran pena de ver morir a su inseparable amiga Santa Paula y, pocos años después, cuando Roma fue saqueada por las huestes de Alarico, gran número de romanos huyeron y se refugiaron en el oriente. En aquella ocasión, San Jerónimo les escribió de esta manera: ¿Quién hubiese pensado que las hijas de esa poderosa ciudad tendrían que vagar un día, como siervas o como esclavas, por las costas de Egipto y del Africa? ¿Quién se imaginaba que Belén iba a recibir a diario a nobles romanas, damas distinguidas criadas en la abundancia y reducidas a la miseria? No a todas puedo ayudarlas, pero con todas me lamento y lloro y, completamente entregado a los deberes que la caridad me impone para con ellas, he dejado a un lado mis comentarios sobre Ezequiel y casi todos mis estudios. Porque ahora es necesario traducir las palabras de la Escritura en hechos y, en vez de pronunciar frases santas, debemos actuarlas".

De nuevo, cuando su vida estaba a punto de terminar, tuvo que interrumpir sus estudios por una incursión de los bárbaros y, algún tiempo después, por las violencias y persecuciones de los pelagianos, quienes enviaron a Belén a una horda de rufianes para atacar a los monjes y las monjas que ahí moraban bajo la dirección y la protección de San Jerónimo, el cual había atacado a Pelagio en sus escritos. Durante aquella incursión, algunos religiosos y religiosas fueron maltratados, un diácono resultó muerto y casi todos los monasterios fueron incendiados. Al año siguiente, murió Santa Eustoquio y, pocos días más tarde, San Jerónimo la siguió a la tumba. El 30 de septiembre del año 420, cuando su cuerpo extenuado por el trabajo y la penitencia, agotadas la vista y la voz, parecía una sombra, pasó a mejor vida. Fue sepultado en la iglesia de la Natividad, cerca de la tumba de Paula y Eustoquio, pero mucho tiempo después, sus restos fueron trasladados al sitio donde reposan hasta ahora, en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma. Los artistas representan con frecuencia a San Jerónimo con los ropajes de un cardenal, debido a los servicios que prestó al Papa San Dámaso, aunque a veces también lo pintan junto a un león, porque se dice que domesticó a una de esas fieras a la que sacó una espina que se había clavado en la pata. La leyenda pertenece más bien a San Gerásimo, pero el león podría ser el emblema ideal de aquel noble, indomable y valiente defensor de la fe.

En los últimos años se hicieron muchos progresos en el estudio y la investigación de la vida de San Jerónimo. Es particularmente valioso el volumen Miscellanea Geronimiana, publicado en Roma en 1920, en ocasión de celebrarse el décimo quinto centenario de su muerte. Gran número de ilustres investigadores, corno Duchesne, Batifol, Lanzoni, Zeiller y Bulic, colaboraron en la formación de ese libro con diversos estudios sobre puntos de particular interés en relación con el santo. En 1922, hizo su aparición la mejor de sus modernas biografías, la de F. Cavallara, Saint Jéróme, sa vie et son ceuvre (1922, 2 vols). También se deben consultar las notas críticas M padre Peeters en Analecia Bollandiana, Vol. XLIII, PP. 180-184. En fechas anteriores, tenemos el descubrimiento hecho por G. Morin de los Comentarioli et Tractatus de San Jerónimo sobre los salmos, así como otros hallazgos (ver a Morin en Études, textes, découverts, pp. 17-25). Un artículo muy completo sobre San Jerónimo, escrito por H. Leclercq, aparece en el DAC., vol. vii, ec. 2235-3304, así como otro de J. Forget, en DTC., vol. viii (1924), ce. 894-983. En el siglo dieciocho Vallarsi y los bolandistas (septiembre, vol. viii) escribieron sendas obras minuciosas sobre el santo. Los escritos más antiguos sobre San Jerónimo, a excepción de la crónica de Marcelino (editado por Mominsen en MGH., Auctores Antiquissimi, vol. ii, pp. 47 y ss.), carecen de valor. La correspondencia y las obras de San Jerónimo fueron, son y serán siempre la fuente principal para el estudio de su vida. Ver también a P. Monceaux, en St. Jerome: the early years (1935) ; a J. Duff, en Letters of St. Jerome (1942) ; A. Penna, en S. Girolamo (1949) ; a P. Antin, en Essai sur S. Jeróme (1951) y el Monument to St. Jerome (1952), un ensayo de F. X. Murphy.

Adaptado de "Vidas de los Santos" de Butler, ed. española. La versión electrónica del documento la realizaron Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. SCTJM.

(Fuente: corazones.org)


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Debemos ser honestos y decir la verdad sobre el Islam, si no...



DEBEMOS SER HONESTOS Y DECIR LA VERDAD SOBRE EL ISLAM, SI NO...

Los cristianos deben saber esto y salir a decirlo.

Si miramos sólo una década para atrás, podremos ver en perspectiva cómo está creciendo el islam en occidente, y podremos ver que lo hace en virtud de dos falsedades que han aceptado y hasta construido los occidentales.

La Primera es que los terroristas islámicos no tienen nada que ver con el Islam ni con El Corán, y eso lo han santificado a través del lenguaje políticamente correcto, evitando que se mencione el error.

Y la Segunda es el mito que el islam suplantó al cristianismo en medio oriente por su valor intrínseco, cuando en realidad se extendió por la espada.

Veamos estos dos errores de deshonestidad con datos concretos.

OCCIDENTE REHUYE A DECIR LA VERDAD SOBRE EL ISLAM HOY

Un reciente artículo por el Jesuita Padre James Schall, titulado “Hablando honestamente sobre el Islam” sugiere que no hemos estado diciendo la verdad sobre el Islam porque hacerlo, viola el principio de “sentirse bien” que actualmente rige las sociedades occidentales.

De acuerdo con el principio de sentirse bien, la autoestima es el valor más alto. Y, por lo tanto, toda persona, cultura y religión tiene un derecho inalienable a sentirse bien consigo mismo.

Las personas que se ciñen a la línea de paz islámica lo hacen porque no quieren ofender y, porque tampoco quieren ser acusados de crimen de odio. Es un temor bien fundado.

En muchas sociedades occidentales, bastantes personas, algunas de ellas, personas muy prominentes, han sido sometidas a juicio por el delito de crítica al Islam: Mark Steyn y Ezra Levant en Canadá, Geert Wilders en Holanda, Lars Hedegaard en Dinamarca y Elisabeth Sabaditsch- Wolff en Austria, para nombrar unos cuantos. En muchos casos, los acusados ??fueron informados que la verdad no era defensa. La precisión de sus críticas, fueron dichos, estaba más allá del punto (el punto es que ellos habían dicho cosas hirientes).

La honestidad es la mejor norma, de acuerdo con la vieja máxima, pero muchos gobiernos occidentales han adoptado una norma deliberada de prevaricación en relación con el Islam. Apenas pasa un día cuando algún líder occidental u otro, está explicando el último ataque yihadista como que no tuviesen nada que ver con el Islam.

TRATAN DE LUCHAR CONTRA EL TERRORISMO ISLÁMICO SIN ADMITIR SU CAUSA

No es que los líderes no estén haciendo nada por el problema del yihad. Varios países europeos han lanzado retrasadamente, programas de radicalización encaminados a contrarrestar la ideología yihadista. Por ejemplo, el primer ministro británico, David Cameron, anunció recientemente un plan de cinco años para derrotar el extremismo islámico.

El problema con estos programas es que no pueden dejar de lado la mentira. La característica central de la mayoría de estas iniciativas es el reclutamiento de musulmanes moderados en una campaña para convencer a los yihadistas potenciales de que el Islam no tiene nada que ver con la yihad (o más para convencerlos de que el yihad, entendido correctamente, no es más que una lucha espiritual interior).

Esto pone a los líderes musulmanes que están dispuestos a anotarse en este tipo de campañas en un sitio difícil. Ellos están, en esencia, tratando de defender una posición en gran medida indefendible. Aunque es cierto que el Islam puede ser practicado en paz (y, gracias a Dios, que es la forma en la que la mayoría de musulmanes lo practican), sólo se puede hacerlo, ignorando algunas de las enseñanzas fundamentales del Islam. Como hace la observación el Padre Schall, “no tiene sentido pretender que una visión yihadista no se encuentra en el Corán.”

Él continúa:

“Lo que todos tienen que enfrentar, no es la “violencia” del Islam, sino su verdad. Puede no “gustarnos” una visión yihadista del Corán. Pero nosotros denigramos la dignidad de ISIS y otras ascendencias violentas en ambas ramas sunitas y chiítas del Islam que, claramente ven que su interpretación del Islam tiene raíces legítimas en el Corán, en la historia del Islam y en el juicio de muchos comentaristas de autoridad“.

LOS MODERADOS ADHIEREN A UNA RELIGIÓN DE FANTASÍA

¿Cuál es la atracción básica que atrae a los hombres y mujeres jóvenes a los movimientos islámicos? El Padre Schall responde que la motivación principal es la percepción de que el Corán es cierto. La mayoría de los yihadistas libran el jihad porque creen que es lo que Dios quiere que hagan.

Una campaña basada en la noción dudosa que Alá no comanda la yihad es difícil de vender. Ambas partes, los moderados y los radicales, pueden citar las Escrituras para defender sus posiciones, pero los yihadistas parecen ser más capaces de citarlo mucho más amplia y convincentemente.

Muchos de los moderados son semejantes a “los católicos de cafetería.” Ellos tienen una familia o una cultura apegada al Islam, pero no tienen un conocimiento profundo de su fe o de cualquier gran deseo de seguir todos sus mandatos.

Ellos tienen una comprensión más occidentalizada y subjetiva del Islam que sus hermanos fundamentalistas y se inclinan a decir cosas como “Ese no es mi islam” al condenar la violencia yihadista.

En otras palabras, para algunos musulmanes moderados, el Islam es más una construcción personalizada, una religión hecha a imagen de sus propias inclinaciones subjetivas.

La comparación con los católicos de cafetería es útil porque nos ayuda a entender mejor la relación del musulmán moderado a su religión. El católico que acepta el aborto y el “matrimonio” del mismo sexo está convencido de que la Iglesia eventualmente entrará en razón de la misma posición.

El verdadero musulmán moderado nunca recurrirá a la violencia, por lo que se convencerá a sí mismo que su religión debe ser, por tanto, una religión de paz. En resumen, el musulmán moderado se adhiere a lo que el autor Stephen Kirby llama “Islam de fantasía.”

Debido a que está basado en la fantasía, todo esfuerzo para convencer a los yihadistas y futuros yihadistas de que el Islam es una religión de paz, parece condenado al fracaso.

EL PRAGMATISMO BASADO EN LA MENTIRA

Por supuesto, muchos líderes occidentales no creen realmente lo que están diciendo y miran sus proyectos contra la radicalización simplemente desde un punto de vista pragmático. Pero incluso visto desde un punto de vista puramente práctico, es dudoso que una estrategia basada en una mentira tan grande pueda tener éxito.

Los líderes musulmanes, por supuesto, se encuentran atrapados en un embrollo en este tema. Por un lado, tienen que complacer a sus anfitriones occidentales; por el contrario, no pueden darse el lujo de rechazar gran parte de las Escrituras y la tradición islámica.

Pero los líderes occidentales y los generadores de opinión tienen menos limitaciones. Ellos podrían considerar decir la verdad, para variar. Podría resultar a la larga, ser una estrategia mucho mejor que la actual de autodestrucción.

Los radicales islámicos tienen un muy buen caso de que su versión del Islam es más fiel a la original que la versión moderada. La forma correcta de socavar su ideología / teología no es lanzar dudas sobre su interpretación del Islam, sino lanzar dudas sobre la verdad del mismo Islam.

Esto puede parecer una tarea imposible, pero una cosa que funciona, en favor de la estrategia de decir la verdad es que, a pesar de su violencia, muchos yihadistas parecen ser buscadores de la verdad. Hay abundante evidencia de sus cartas, diarios, blogs, páginas de Facebook y videos de último testamento que ellos creen que han descubierto lo que Dios realmente quiere que hagan. Por esta razón, ellos pueden ser candidatos más probables para la conversión a una verdad más alta que muchos musulmanes tibios.

LA CONVERSIÓN DE LOS CRISTIANOS DEL MUNDO ISLÁMICO FUE REALIZADA POR LA ESPADA

Y ahora vamos a otra mentira institucionalizada del Islam como religión de paz.

Preguntémonos ¿qué hizo que los que no eran musulmanes se convirtieran al Islam, llevando a la creación del mundo islámico?

Fuentes históricas tempranas, tanto musulmanas, como no musulmanas, dejan claro que el imperio islámico fue forjado por la espada; que las personas abrazaron el Islam, no tanto por fe sincera, sino por infinidad de razones: desde la conversión con el fin de disfrutar de los beneficios de estar en el “equipo ganador” hasta la conversión con el fin de evadir las condenas de estar en el “equipo perdedor”.

Los musulmanes de hoy y otros apologistas, principalmente los más estudiados, el Gobierno y los principales medios rechazan esta idea. Ellos argumentan que los no musulmanes que abrazaron el Islam, lo hicieron por pura convicción; que los antepasados ??de los actuales 1.5 millones de musulmanes, todos se convirtieron al Islam debido a su intrínseco atractivo; que la coerción de hoy en día y la persecución cometida por el Estado Islámico y otras organizaciones es una aberración.

Pero los textos principales de la historia están llenas de anécdotas que demuestran lo contrario.

EL CASO DE EGIPTO

Tomemos el caso de Egipto como ejemplo.

En el séptimo siglo, cuando el Islam estaba siendo formulado, Egipto había sido cristiano por siglos. Antes que la mayor parte de Europa se convirtiese, Alejandría era uno de los centros eclesiásticos más Importantes de la antigua enseñanza cristiana y, junto con Roma y Antioquía, una de las tres sedes originales. Mucha evidencia literaria y arqueológica en curso atestigua a favor del hecho que el cristianismo penetró todo Egipto.

En un escrito alrededor del año 400, aproximadamente dos siglos y medio antes de la invasión árabe, Juan Cassiano, un monje cristiano de la región de la actual Rumania, observó que el viajero de Alejandría, en el norte a Luxor, en el sur, tendría en sus oídos a lo largo del recorrido, los sonidos de las oraciones e himnos de los monjes, esparcidos en el desierto, de los monasterios y de las cuevas, de monjes, ermitaños y, anacoretas.

Y en tiempos recientes, el pergamino más antiguo que contiene palabras del Evangelio (que data del primer siglo), y la imagen más antigua de Cristo fueron descubiertos en regiones separadas de Egipto.

¿Qué hizo que los antepasados ??de los musulmanes egipcios de hoy, la mayoría de quienes eran cristianos coptos, se convirtiesen al Islam?

En el siglo séptimo, cuando los árabes musulmanes invadieron Egipto, y así hasta la época medieval, la religión no era algo a lo cual casualmente se adhería o era cambiada como lo es hoy en Occidente. La gente de esa época eran verdaderos creyentes; no había narrativa alternativa, ni la llamada “ciencia contra Dios”.

Fuese cual fuese la religión en la que una persona naciese, era aceptada con convicción absoluta.

En la Europa medieval, las verdades del cristianismo fueron grabadas en la mente de todos, desde los jóvenes en adelante. No había duda, porque no había otra alternativa. Como historiador de la Europa medieval y las Cruzadas, Thomas Madden dice:

“El mundo medieval no era el mundo moderno. Para las personas medievales, la religión no era algo que se acaba de hacer en la iglesia. Era su ciencia, su filosofía, su política, su identidad y su esperanza de salvación. No era una preferencia personal, sino una verdad permanente y universal”.

En este contexto, el apostatar, el abandonar la fe cristiana, especialmente para otro credo, era la más impensable de todas las transgresiones contra la propia alma, un pecado que conducirían a la condenación eterna.

Era, por supuesto, lo mismo con los musulmanes. El punto aquí es que el hombre pre-moderno tomaba la religión de su pueblo, su tribu, su mundo, muy en serio, especialmente cuando tales religiones enseñaban que, de no hacerlo, o peor aún, apostatar por propia voluntad, llevaría al infierno eterno.

Después de escribir que

“los cristianos vieron las cruzadas hacia el este como actos de amor y caridad, libradas contra conquistadores musulmanes en defensa del pueblo cristiano y de sus tierras”,

Madden denota correctamente:

“Es bastante fácil para la gente moderna desestimar las cruzadas como moralmente repugnantes o cínicamente malas. Tales juicios, sin embargo, nos dicen más sobre el observador que sobre lo observado. Están basados únicamente ??en valores modernos (por lo tanto, occidentales). Si, desde la seguridad de nuestro mundo moderno, somos rápidos para condenar al cruzado medieval, debemos ser conscientes de que él iba a ser tan rápido para condenarnos (respecto a nuestros valores y prioridades)…. En ambas sociedades, la medieval y la moderna, la gente lucha por lo que es más querido para ellos”.

Entonces, ¿qué les hizo convertirse en masa al Islam? Es la pregunta que nos ocupa. Es plausible pensar que los musulmanes primitivos, conquistadores de Egipto no discriminaban a los cristianos o indígenas y los presionaban para convertirse al Islam (como los musulmanes lo hacen ahora en la “iluminada” era moderna).

Es cierto, para citar al profesor de la Universidad de Georgetown John Esposito, que los cristianos

“eran libres para practicar su fe, para venerar y se regirán por sus líderes religiosos y leyes en áreas tales como el matrimonio, el divorcio y la herencia. Pero a cambio, era requerido pagar un impuesto (jizya) que les daba derecho a la protección de los musulmanes a la agresión exterior y les eximía del servicio militar“.

De hecho, el sentido común sugiere que nada menos que circunstancias extremadamente severas y persecuciones, llevaron a los coptos a convertirse al Islam.

Porque las fuentes principales dejan claro que los coptos de Egipto asintieron al estatus dhimmi, pagando constantemente grandes sumas de dinero por extorsión y aceptando la vida como sujetos de tercera clase con pocos derechos para simplemente permanecer cristianos.

Pero episodios de persecución extrema estallaban periódicamente. Y con cada uno, más y más cristianos eran convertidos al Islam con el fin de encontrar alivio.

Un ejemplo revelador: según el historiador musulmán Taqi al-Din al-Maqrizi (Dc 1442) registra a los musulmanes quemando iglesias, matando a los cristianos, y esclavizando a sus mujeres y niños. El único escape entonces, era para los cristianos convertirse al Islam.

Y graba un episodio particularmente atroz de persecución, donde innumerables cristianos fueron masacrados, esclavizados y mujeres violadas, y donde, según los informes, 30,000 iglesias en Egipto y Siria fueron destruidas, un número asombroso, que indica más a fondo cómo fue el cristiano del Cercano Oriente antes del Islam.

El piadoso historiador musulmán deja claro por qué los cristianos se convirtieron:

“Bajo estas circunstancias, un gran número de cristianos se convirtieron en musulmanes”.

Como en estos tiempos de persecución extrema, el arraigado sistema dhimmi vio al pueblo egipcio, cada vez más empobrecido, convertirse lentamente al Islam durante siglos, por lo que hoy en día sólo el 10% permanecen cristianos.

Considere las palabras de Alfred Butler, un historiador del siglo XIX que escribió antes que la corrección política llegase a dominar la academia. En la conquista árabe de Egipto, él destaca “el sistema vicioso de soborno a los cristianos para su conversión”:

“Conforme el Islam se extendió, la presión social sobre los coptos se hizo enorme, mientras que la presión financiera, al menos, parecía más difícil de resistir, acorde el número de cristianos o judíos que estaban sujetos al impuesto (yizya) disminuía año tras año, y su aislamiento se hizo más visible… La carga de los cristianos creció cada vez más pesada en proporción mientras sus números disminuían (es decir, más cristianos convertidos al Islam, más cargas de los pocos que quedaban)”.

La pregunta, por tanto, no es por qué muchos coptos cedieron a la corriente que los arrastró con fuerza arrolladora al Islam, sino por qué una multitud de cristianos resistió firmemente contra la corriente.

Así que, no es una exageración decir que “el mundo islámico” sería una fracción de su tamaño, o podría no existir en absoluto, si no fuese por el hecho de que los no musulmanes se convirtieran al Islam simplemente para evadir la opresión y la persecución.

Una vez que todos estos cristianos se convirtieron al Islam, toda su descendencia se convirtió en musulmana a perpetuidad, gracias a la ley de la apostasía del Islam, que prohíbe a los musulmanes dejar el Islam bajo pena de muerte.

De hecho, según el Dr. Yusuf al-Qaradawi, un clérigo líder en el mundo musulmán,

“Si se hubiese ignorado la pena (de muerte), no habría Islam hoy; el Islam habría terminado con la muerte del profeta”.

Fuentes:

http://feedproxy.google.com/~r/NCRegisterDailyBlog/~3/h6ze4tOYSqk/time-to-tell-the-truth-about-islam
http://www.raymondibrahim.com/islam/how-the-islamic-world-was-forged-an-exercise-in-common-sense/
http://www.crisismagazine.com/2015/speaking-honestly-about-islam
http://www.frontpagemag.com/fpm/259380/lure-fantasy-islam-dr-stephen-m-kirby
http://www.raymondibrahim.com/islam/the-true-history-of-christendom-and-islam/
http://www.theblaze.com/stories/2015/01/20/scientists-claim-the-hidden-papyrus-uncovered-inside-this-mummy-mask-could-end-up-being-the-oldest-copy-of-a-christian-gospel-ever/
http://www.ibtimes.co.uk/oldest-image-jesus-found-ancient-egyptian-tomb-1446725
http://www.raymondibrahim.com/islam/islamic-forced-conversions-past-and-present/
http://www-personal.umich.edu/~vika/TeachPort/islam00/esposito/chapt2.html
http://www.raymondibrahim.com/islam/islamic-jizya-fact-and-fiction/
http://www.raymondibrahim.com/from-the-arab-world/egypts-new-government-promotes-anti-christian-measures/
http://www.raymondibrahim.com/muslim-persecution-of-christians/muslim-persecution-of-christians-a-centuries-old-phenomenon/
http://www.raymondibrahim.com/islam/the-double-edged-sword-of-jihad/


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Ocho errores modernos que todo Católico debe conocer y evitar


OCHO ERRORES MODERNOS QUE TODO CATÓLICO DEBE CONOCER Y EVITAR

Consideremos esta lista octava de errores modernos que son comunes incluso en la Iglesia.

Hay muchos errores en nuestro tiempo que se disfrazan de sabiduría y equilibrio, pero no son tal cosa. He escrito antes acá sobre muchos errores de nuestro tiempo de naturaleza más filosófica. La siguiente lista que compilé es más fenomenológica que filosófica.

Decir que algo es fenomenológico es indicar que es más descriptivo que experimental. Por ejemplo, decir que el sol se levanta y se pone es describir el fenómeno, o lo que vemos y experimentamos. El sol en realidad no se levanta y se pone. Más bien, la tierra gira en relación con el sol que permanece fijo. Pero utilizamos el fenómeno (lo que experimentamos) para comunicar la realidad.


Y así, en la lista que sigue propongo ciertos errores fundamentales de nuestro tiempo que son comunes, pero utilizo el lenguaje que habla menos de filosofías, y más a los errores que oímos.


Además, aunque los errores son comunes en el mundo, los presento aquí como especialmente problemáticos porque con demasiada frecuencia los encontramos también en la Iglesia. Son triste y comúnmente expresados por los católicos y representan una especie de infección que se ha establecido en la que refleja el pensamiento mundano y secular, no pensar piadoso y espiritual.

Estos son sólo ocho. Estoy empezando. Espero que usted agregue a la lista y defina cuidadosamente lo que usted identifica. Pero por ahora, consideren esta lista octava de errores modernos que son comunes incluso en la Iglesia.

1. Misericordia sin referencia al arrepentimiento - Para muchos hoy, "misericordia" ha llegado a significar, "Dios está de acuerdo con lo que estoy haciendo". Pero la verdadera misericordia no pasa por alto el pecado, lo presupone, lo ve como un problema serio , Y ofrece una salida del pecado. La misericordia de Dios es su manera de extender su mano para sacarnos del fango del pecado.

Y es por eso que el arrepentimiento es la llave que abre la misericordia. Pues, es por el arrepentimiento que alcanzamos y agarramos la mano misericordiosa y extendida de Dios.

Uno de los principales errores de hoy es la proclamación de la misericordia sin referencia al arrepentimiento. Lamentablemente, esto es común, incluso en la Iglesia. Es demasiado común escuchar sermones sobre la misericordia sin hacer referencia al arrepentimiento.

Las primeras palabras del ministerio de Jesús fueron: "¡Arrepentíos y creed en el Evangelio!" El orden es importante. Porque ¿cómo podemos experimentar las buenas nuevas de la misericordia de Dios si no nos arrepentimos primero, llegamos a una nueva mente y conocemos nuestra necesidad de esa misericordia?. Si no sabes las malas noticias, las buenas noticias no son noticias. El arrepentimiento nos lleva a nuestra realidad, nos hace aceptar nuestra necesidad de cambio, busca a Dios y desbloquea su misericordia.

Este error de misericordia sin referencia al arrepentimiento es generalizado en la Iglesia hoy y conduce al pecado de presunción, un pecado contra la esperanza.

2. Staurophobia - El término staurophobia viene de raíces griegas y refiere a un miedo de la cruz (stauros = cruz + fobia = miedo). Dentro de la Iglesia este error surge de la reticencia de los católicos a discutir francamente las demandas del discipulado. Se revela una fuerte vacilación para insistir en que incluso las cosas difíciles son a menudo lo mejor y lo correcto de hacer.

Muchos católicos, incluidos sacerdotes y obispos, están completamente temerosos de señalar las exigencias de la cruz. Cuando el mundo protesta y dice: "¿Estás diciendo que aquellos con atracción del mismo sexo no pueden casarse o ser sexualmente íntimos, sino que deben vivir una especie de celibato?" La respuesta honesta es: "Sí, eso es lo que estamos diciendo.! "Pero como esa respuesta es dura y arraigada en la Cruz, muchos católicos temen terriblemente dar una respuesta directa y sincera. Lo mismo ocurre con otras situaciones morales difíciles como la eutanasia (a pesar del sufrimiento, todavía no somos libres para tomar nuestra vida o la de otra), el aborto (a pesar de las dificultades e incluso en casos de violación e incesto todavía no somos libres de matar a un niño en el vientre), y el divorcio y el nuevo matrimonio (a pesar de los desafortunados cambios en un matrimonio, esto no significa que uno es libre de dejar un matrimonio para entrar en otro).

La estaurofobia también hace que muchos duden en emitir correcciones dentro de la Iglesia y en las familias. Hay casi un temor criminal de insistir en cualquier demanda o requisitos o incluso de emitir el más suave de castigos o medidas correctivas. Cosas como esta podrían molestar a la gente y eso es uno de los peores resultados para un estafobico que teme cualquier tipo de sufrimiento, para ellos mismos o para otros. No ven una cualidad redentora al insistir en las exigencias de la cruz.


San Pablo entendió que Cristo crucificado es una piedra de tropiezo para los judíos y una tontería para los gentiles. Pero él continúa diciendo, pero a los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo el poder de Dios y la sabiduría de Dios (ver 1 Cor 1, 23-24). Pero trate de decir esto a unstaurophobico…. y tristemente son legión en la Iglesia.

3. Universalismo - Universalismo es la creencia de que la mayoría, si no todas las personas van a ser salvos al final de los Tiempos. Esto es directamente contrario a las propias palabras de nuestro Señor en las cuales él tristemente atestigua que "muchos" están en el camino que conduce a la destrucción y "pocos" están en el camino estrecho y difícil que conduce a la salvación (Ver Mateo 7:14, Lucas 13: 23-30). Decenas de parábolas y otras advertencias también vienen de nuestro Señor a este respecto y la enseñanza directa del Señor deja claro que debemos aceptar sobriamente que muchos, y no pocos se van a perder a menos que, por la gracia de Dios con urgencia Cristo los llame al arrepentimiento y a un auténtico discipulado.

Numerosos católicos rara vez escuchan sermones que advierten del juicio o la posibilidad del infierno. Tampoco lo mencionan a otros o incluso lo consideran como una posibilidad real.

Dada la omnipresencia del universalismo, hay muy poca urgencia entre los católicos de evangelizar o incluso vivir la fe. Esta actitud tiene que ir si va a haber alguna reforma seria en la Iglesia o celo evangélico.

4. Diálogo deformado - El término "diálogo" ha llegado a significar una conversación casi interminable. Como tal carece de un objetivo claro para convencer al otro. Por lo general sólo significa "hablar". En nuestra cultura meramente hablando se le da mucho crédito.

Si bien hablar no es malo per se, puede sustituir la mera acción por un verdadero objetivo. Originalmente, el "diálogo" tenía un significado más vigoroso. Viene del griego y se usa en la Escritura. Διαλέγομαι (dialégomai) donde se obtiene la palabra "diálogo" proviene de las raíces griegas diá, (a través, de un lado a otro) + légō, ("hablando a una conclusión"). Dia intensifica lego por lo que es correctamente, "llegar a una conclusión a través de" mediante el intercambio de pensamientos, palabras o razones.

Y así vemos que "diálogo" era originalmente una palabra mucho más vigorosa de lo que parecería la mayoría de la gente quiere decir con la palabra hoy. En el Nuevo Testamento se usa más a menudo en el contexto de dar testimonio y de tratar de convencer a otros del Evangelio (por ejemplo, Hechos 17: 2, 17 y 18: 4).

Pero, como se ha dicho, en nuestros tiempos el diálogo puede detener la conversión y dar la impresión de que todas las partes tienen posturas válidas y que meramente "entender" la posición del otro es digno de alabanza. La comprensión puede tener valor, pero sobre todo es de valor para sentar las bases para la conversión a la verdad del Evangelio.

No está claro hoy que la conversión es realmente una meta cuando muchos católicos hablan de diálogo con el mundo o con incrédulos. El diálogo es una herramienta, no un objetivo, es un método, no un destino. Y como método, el diálogo (en su significado original) es una manifestación vigorosa, dinámica y alegre del Evangelio, no una conversación charlatana y (aparentemente) interminable.

Es cierto, buscamos ganar almas, no argumentos. Pero ganar el alma es un verdadero objetivo que muchas referencias modernas al "diálogo" y al "entendimiento" parecen carecer. De ahí que el "diálogo deformado" haga nuestro compendio de problemas y errores modernos.

5. Igualar el Amor con la Bondad - La Bondad es solo un aspecto del amor. Pero también lo es es la reprensión; el castigo; Como también la alabanza. Sin embargo, hoy muchos, incluso en la Iglesia, piensan en el amor sólo como bondad, afirmación, aprobación, estímulo y otros atributos positivos. Pero el verdadero amor, a veces, está dispuesto a castigar, a insistir en el cambio y a reprender el error.

Sin embargo, la edad moderna, equiparando el amor con la bondad, dice: "Si realmente me amas, confirmarás, incluso celebrarás lo que hago". En este tipo de clima, cuando la enseñanza de la Iglesia no se ajusta a las nociones modernas de sexualidad, La Iglesia es acusada de "odio" simplemente porque no "afirmamos" lo que la gente demanda que afirmamos. La política de identidad (donde la gente se basa en toda su identidad y dignidad en una estrecha gama de comportamientos o atributos) intensifica la percepción de una afrenta personal.


Pero en lugar de mantenerse firmes e insistir en que establecer el amor y la verdad en la oposición es una falsa dicotomía, la mayoría de los católicos llegan a creer que el amor puede reducirse a la mera bondad. Muchos de ellos toman la visión del mundo de que la Iglesia es cruel y, por lo tanto, mala o incluso odiosa. No importa que Jesús dijera cosas que eran, por esta norma, poco amables, y que a menudo hablaba francamente sobre el pecado (más allá de la justicia social y las actitudes fariseas para incluir cosas como el pecado sexual, el adulterio, el divorcio, la incredulidad etc.). No, olvídense de todo eso, porque Dios es amor, y el amor es bondad y bondad siempre es agradable y afirmativa. Por lo tanto, concluyen que Jesús realmente no pudo haber dicho muchas de las cosas que se le atribuyen. Este error reduce a Jesús a un inofensivo hippie y malinterpreta el amor al equipararlo con la mera bondad y la afirmación incondicional.

Muchos católicos han sucumbido a este error y han sacrificado la verdad. Tiene un alto lugar en nuestro compendio de errores modernos.

6. Malinterpretar la naturaleza de la tolerancia - La mayoría de la gente de hoy equiparar la tolerancia con la aprobación. Por lo tanto, cuando muchos demandan o piden "tolerancia" lo que realmente demandan es aprobación.

Pero la tolerancia es del latín tolerare: soportar, afrontar, o sufrir. Como tal, se refiere a la resistencia condicional de, o al menos, no interferencia con creencias, acciones o prácticas que se considera errónea. Podríamos tolerarlos hasta cierto punto para evitar, por ejemplo, severas imposiciones o sanciones draconianas, intrusión innecesaria en la intimidad, etc. Pero si falta el componente de objeción, no estamos hablando de "tolerancia" sino de "indiferencia" o "afirmación . "

Y aquí, precisamente, está el corazón del error para los católicos que abrazan el error de la tolerancia-como aprobación. En pocas palabras, lo que llaman tolerancia e incluso felicitarse a sí mismos de ello, es en realidad una forma de indiferencia y subjetivismo. No respeta adecuadamente la visión moral de Dios. En lugar de anunciar alegre y celosamente la verdad revelada por Dios, muchos adoptan una falsa tolerancia que es indiferente a la verdad o incluso afirma el error. Y luego, para colmo, se felicitan por la "superioridad moral" de su tolerancia. De hecho, es más probable pereza que está en el trabajo. La pereza en este caso es una aversión para emprender la ardua tarea de decir la verdad a un mundo dudoso y burlón.

La tolerancia es una virtud importante en culturas complejas y pluralistas, pero no debe ser tan ampliada que pierda su significado real o sea tan absolutizada que la tolerancia se espera en todo momento, simplemente porque se exige.

Los católicos también necesitan darse cuenta de que cuando muchos hoy demandan tolerancia de nosotros, no tienen intención de extenderla a nosotros. Muchos de los mismos grupos de interés que demandan tolerancia están trabajando para erosionar la libertad religiosa y cada vez son más reacios a tolerar puntos de vista religiosos en lugares públicos. Nuestra constante demandas de falsa tolerancia sólo tiene por objeto introducir una gran oscuridad y presión para conformarse o aprobar un pecado grave.

7. Antropocentrismo - Este término se refiere a la tendencia moderna de tener al hombre en el centro y no a Dios. Ha sido una tendencia larga en el mundo desde el Renacimiento. Lamentablemente ha infectado profundamente a la Iglesia en las últimas décadas.

Esto es especialmente evidente en la Liturgia. Nuestra arquitectura, canciones y gestos, anuncios incesantes y rituales de felicitación son auto-referenciales y enfocados hacia el interior. La liturgia, como se suele celebrar, parece más de nosotros que de Dios. Incluso la oración eucarística, que se dirige enteramente a Dios, suele celebrarse frente al pueblo.

Nunca es bueno, especialmente en la Iglesia, llevar a Dios a los márgenes. Esta marginación de Dios es evidente no sólo en la liturgia, sino en la vida parroquial, que a menudo es muy intensa con activismo arraigado en las obras corporales de la misericordia, pero poca atención a las obras espirituales de la misericordia. Las organizaciones sociales predominan, pero es difícil encontrar interés en el Estudio Bíblico, las novenas tradicionales y otras obras espirituales dedicadas a Dios.

Anunciar a Dios a través de un vigoroso trabajo de evangelización también es raro y la parroquia parece más una casa club que un faro.

Los seres humanos son importantes, el humanismo cristiano es una virtud, pero el antropocentrismo es un error moderno común arraigado en el exceso. La adoración de Dios y la difusión de su reino es muy poco en evidencia en muchas parroquias. Los padres también parecen estar más centrados en el bienestar temporal de los niños, en su posición académica y demás, pero menos preocupados en general por el conocimiento espiritual o el bienestar de ellos.

Dios debe ser central para que el hombre sea verdaderamente elevado.

Inversión de rol - Jesús dijo que el Espíritu Santo a quien nos enviaría convencería al mundo (ver Juan 16: 8). Y así, la relación apropiada de un católico con el mundo es tener el mundo en juicio. San Pablo dice: “ pongan a prueba todas las cosas. Aferrarse a lo que es bueno. Absténgase de toda forma de maldad. (1 Ts 5,21-22). Así que, de nuevo, el mundo debe ser juzgado con base en la luz del Evangelio.

Pero con demasiada frecuencia los católicos tienen las cosas invertidas y ponen a prueba la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia, juzgándolas por la perspectiva del mundo. Debemos juzgar todas las cosas por la luz de Dios. Sin embargo, es común oír a los católicos burlarse de las enseñanzas que desafían el pensamiento mundano o ofenden a las prioridades mundanas. Muchos católicos han escondido su fe bajo sus opiniones políticas, cosmovisiones, preferencias y pensamientos. Si la fe entra en conflicto con cualquiera de estas categorías mundanas, adivina que normalmente da paso.

Jesús dice: Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará de ellos cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. (Mc 8, 38). Pero muchos se avergüenzan de las enseñanzas del Señor que no se ajustan a las nociones mundanas y populares.

Todo esto equivale a una inversión trágica de roles en la que el mundo y sus concepciones anulan el evangelio. Debe ser el mundo que es condenado por el Espíritu Santo. En lugar de eso ponemos a Dios mismo en el papel de acusado. No debería ser así. No se dejen engañar: Dios no se burle. Todo lo que el hombre siembre, cosechará a cambio. El que siembra para complacer a su carne, de la carne cosechará destrucción; Pero el que siembra para complacer al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. (Gal 6: 7-8)

Así que aquí están sólo ocho entradas en nuestro compendio de errores modernos. Más necesita ser agregado y usted puede ayudar.

Publicado por Msgr. Charles Pope
Tomado del National Catholic Register


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