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Bajo tu amparo. La oración extrabíblica que enseña que los Cristianos primitivos ya veneraban a María como madre de Dios


BAJO TU AMPARO. LA ORACIÓN EXTRABÍBLICA QUE ENSEÑA QUE LOS CRISTIANOS PRIMITIVOS YA VENERABAN A MARÍA COMO LA MADRE DE DIOS.
Por Álvaro Molina


Alrededor del año 250 DC un cristiano copto, que talvez era habitante de la antigua ciudad de Oxirrinco, escribió una oración en un papiro. La oración fue escrita en griego koiné, la lingua franca de aquellos tiempos. Probablemente la escribió para tenerla a mano siempre, talvez con la intención de que sirviera de material didáctico para otros. Muchos siglos más tarde, en el siglo XIX, un grupo de arqueólogos encontraría el papiro con la oración escrita en él, con lo cual la Iglesia Católica llegaría a contar con una prueba fehaciente de que, desde los primeros siglos, la Iglesia ya conocía y rezaba esa oración a la virgen María.

No es que la oración se empezó a rezar hasta que fue encontrada por los arqueólogos. Tampoco se empezó a rezar hasta que aquel cristiano del siglo III la escribió en un papiro. Esa oración ya era muy conocida en el siglo III, y seguramente quien la escribió en el papiro, la había aprendido de sus mayores, y ellos de sus mayores a su vez, lo cual nos deja sin forma de precisar quién la escribió primero o cuándo fue. No es remoto que esa oración haya sido redactada en el siglo I.

El que dejó la oración plasmada en ese papiro era católico, ya que en aquel tiempo esa era la única Iglesia que existía. No había "iglesias" protestantes de ningún tipo. No había iglesias “nacidas de la biblia”. La Iglesia de entonces era perseguida, de manera encarnizada, con extrema crueldad. En aquel tiempo o se era genuinamente cristiano, fiel a los obispos y a la única Iglesia, o no se era. Y si se era, una horrible muerte era parte inherente de ser miembro de aquella Iglesia, guiada por obispos y presbíteros. Así de simple.

Pero volvamos al papiro. Ese papiro contiene la oración que todos los católicos conocemos, Bajo tu amparo. En esa oración hay una palabra en griego koiné, Theotoke, que está escrita en modo vocativo, o sea como si se estuviera conversando con la persona, y que se traduce literalmente como "Tú, la que pariste a Dios". De esa palabra, Theotoke, se deriva otra que muchos conocemos, Theotokos, que significa Madre de Dios.

A continuación el texto completo de la oración:

Bajo tu amparo nos acogemos,

Santa Madre de Dios.

No desprecies nuestras súplicas

Que te dirigimos en nuestras necesidades.

Antes bien líbranos de todo peligro,

Oh virgen gloriosa y bendita

En aquel tiempo, mediados del siglo III, aún faltaban más de sesenta años para que la Iglesia dejara de ser perseguida, y aún faltaban más de ciento treinta años para que existiera la biblia tal como la conocemos hoy. Entonces, bajo una sanguinaria persecución, y sin biblia alguna, aquellos cristianos, con solamente la Tradición oral, ya tenían muy claras las siguientes verdades de fe:

- La Maternidad Divina de la virgen María

(Santa Madre de Dios)

- La divinidad de Jesús

(Santa Madre de Dios)

- La Virginidad Perpetua de la virgen María

(Oh virgen gloriosa y bendita)

- La intercesión de la virgen María

(Bajo tu amparo…, No desprecies nuestras súplicas)

La oración Bajo tu amparo es extra bíblica, o sea que no está incluida en las escrituras. Y no hace ninguna falta que esté en las escrituras. Con solo saber que esa oración ya era elevada a la virgen María por las comunidades cristianas católicas primitivas, las únicas que había entonces, sobra y basta para entender que María es Madre de Dios, que la Iglesia así lo enseñó desde un principio, y que esa, y demás enseñanzas, son de tiempos apostólicos.

La Iglesia Cristiana fue reconocida como Católica desde sus inicios. Desde mucho antes del siglo III San Ignacio de Antioquía, martirizado por su fe cristiana en el año 107, en su carta a los esmirniotas dejó muy claro que la naturaleza católica de la Iglesia ya era muy conocida: "Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica".

Ya en el siglo III, en el año 250, San Pionio, martirizado por su fe, declaró a sus captores que él era cristiano, y que pertenecía a la Iglesia Católica. Así consta en el acta de su martirio, redactada por sus captores y verdugos.

El testimonio, firmado con el dolor y la sangre de tantos y tantos mártires de los primeros siglos, es más que suficiente para creer en todo lo que hacía y predicaba la Iglesia Cristiana Católica de aquellos tiempos. Ante esos testimonios, cualquier anti doctrina de los protestantes de las miles de sectas de nuestros días, en contra de la virgen María, es tan relevante como una hoja seca que rueda por un polvoriento camino olvidado.


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