MARÍA FÉLIX Y LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE
Por Jesús Mondragón (Saulo de Tarso)
María Félix es sin duda, la figura femenina más importante de la cinematografía mexicana. Su mítica personalidad es polémica. Pero existe en su historia, un episodio poco conocido por la mayoría de las personas. Y es que, esa mujer que "todo lo podía", fue utilizada una vez por una mucho más poderosa todavía, la Santísima Virgen María.
EL REGALO MÁS VALIOSO QUE LE DIERON A MARÍA FÉLIX EN TODA SU VIDA
Alguna vez alguien le preguntó a la diva, ¿Cuál era el regalo más valioso que le habían dado en su vida? Y ella contestó que "un hombre". Pues María Félix era famosa por su afición a los regalos costosos, especialmente joyas. Nadie esperaría escuchar jamás de su propia boca, que el regalo más valioso que ella recibió en su vida fue "un hombre". Esta respuesta podría además desatar la imaginación de más de un malpensado. Pero la historia de cómo la Virgen de la Caridad del Cobre se valió de esta enigmática mujer, no tiene nada de frívolo.
El 26 de octubre de 1949 María Félix llega a Cuba invitada por el presidente Carlos Prío Socarrás (1903-1977).
Con un caluroso y apoteósico recibimiento recorre las calles de la capital hasta el Hotel Nacional donde se hospedaría durante los 5 días que duró su visita.
Al día siguiente, en una plataforma improvisada frente al Teatro Nacional y ante miles de seguidores que se concentraron en el Paseo del Prado, recibió la Llave de la Ciudad y el título de Huésped de Honor. También estuvo en el Palacio Municipal.
A su suite llegaban cientos cartas de admiradores, que de sobra está decir, casi nunca leía.
Mientras se preparaba para asistir a una cena de honor en el Palacio Presidencial, intentó seleccionar una de las cartas, aparentemente "al azar". Del sobre de una de ellas, cayó al suelo una medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre, lo cual motivó su interés en leer la misiva.
No se trataba de un simple admirador más, sino de un hombre que estaba preso y condenado a muerte por haber matado al violador de su hermana. El recluso le solicitaba que intercediera ante el Presidente para que le perdonara la vida.
Esa noche, en la recepción de Palacio, Prío Socarrás le dijo:
–Le hemos dado todos los premios que se otorgan a los huéspedes distinguidos, pero yo quiero hacerle un regalo personal. Dígame qué desea: ¿Una casa, un coche, una joya?
–Nada de eso, señor Presidente –rehusó la diva–; quiero que me regale un hombre.
– ¿Un hombre?— Contestó el Presidente ante el desconcierto de todos...
–Sí, un condenado a muerte– María Félix le pidió el indulto para el reo, según ella misma cuenta en sus memorias.
Inmediatamente, el Presidente llamó a un coronel de su guardia, le entregó la carta que la actriz le había mostrado y le ordenó que se anulara la sentencia de muerte.
Más que la valiosa intercesión de María Félix. Fue la oración del condenado a muerte y la intercesión de María, la Madre de Dios, la que obró. Ya que sin esa medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre que cayó al suelo, María Félix jamás habría leído esa carta. Pues todos, de una forma o de otra, buenos y malos, podemos ser instrumentos en la mano de Dios para realizar algo bueno...
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Alguna vez alguien le preguntó a la diva, ¿Cuál era el regalo más valioso que le habían dado en su vida? Y ella contestó que "un hombre". Pues María Félix era famosa por su afición a los regalos costosos, especialmente joyas. Nadie esperaría escuchar jamás de su propia boca, que el regalo más valioso que ella recibió en su vida fue "un hombre". Esta respuesta podría además desatar la imaginación de más de un malpensado. Pero la historia de cómo la Virgen de la Caridad del Cobre se valió de esta enigmática mujer, no tiene nada de frívolo.
El 26 de octubre de 1949 María Félix llega a Cuba invitada por el presidente Carlos Prío Socarrás (1903-1977).
Con un caluroso y apoteósico recibimiento recorre las calles de la capital hasta el Hotel Nacional donde se hospedaría durante los 5 días que duró su visita.
Al día siguiente, en una plataforma improvisada frente al Teatro Nacional y ante miles de seguidores que se concentraron en el Paseo del Prado, recibió la Llave de la Ciudad y el título de Huésped de Honor. También estuvo en el Palacio Municipal.
A su suite llegaban cientos cartas de admiradores, que de sobra está decir, casi nunca leía.
Mientras se preparaba para asistir a una cena de honor en el Palacio Presidencial, intentó seleccionar una de las cartas, aparentemente "al azar". Del sobre de una de ellas, cayó al suelo una medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre, lo cual motivó su interés en leer la misiva.
No se trataba de un simple admirador más, sino de un hombre que estaba preso y condenado a muerte por haber matado al violador de su hermana. El recluso le solicitaba que intercediera ante el Presidente para que le perdonara la vida.
Esa noche, en la recepción de Palacio, Prío Socarrás le dijo:
–Le hemos dado todos los premios que se otorgan a los huéspedes distinguidos, pero yo quiero hacerle un regalo personal. Dígame qué desea: ¿Una casa, un coche, una joya?
–Nada de eso, señor Presidente –rehusó la diva–; quiero que me regale un hombre.
– ¿Un hombre?— Contestó el Presidente ante el desconcierto de todos...
–Sí, un condenado a muerte– María Félix le pidió el indulto para el reo, según ella misma cuenta en sus memorias.
Inmediatamente, el Presidente llamó a un coronel de su guardia, le entregó la carta que la actriz le había mostrado y le ordenó que se anulara la sentencia de muerte.
Más que la valiosa intercesión de María Félix. Fue la oración del condenado a muerte y la intercesión de María, la Madre de Dios, la que obró. Ya que sin esa medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre que cayó al suelo, María Félix jamás habría leído esa carta. Pues todos, de una forma o de otra, buenos y malos, podemos ser instrumentos en la mano de Dios para realizar algo bueno...
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