NO COMETAMOS EL ERROR DE CONTAMINAR LA MENTE DE NUESTROS HIJOS CON LOS ERRORES QUE EL MUNDO YA LES ENSEÑA EN LAS ESCUELAS Y EN LA TV.
Por Álvaro Molina
¿Les hablas a tus hijos sobre castidad? ¿Les hablas sobre fidelidad, sobre familia? ¿Les educas para que lleguen vírgenes al matrimonio? ¿Les has hablado sobre ser fieles en sus matrimonios hasta la muerte? ¿Les has preguntado cuántos hijos quieren tener cuando se casen?
No les hables sobre cómo tener sexo. Tampoco les hables sobre cómo abortar, ni de pastillas anticonceptivas, ni de condones. No les hables de "amor libre", ni de relaciones "poli amorosas", ni de "muerte digna" (eutanasia), ni de marihuana "medicinal". Tampoco les hables de muchos "géneros". El mundo ya está haciendo todo ese horrible trabajo de forma magistral. Si acaso debes hablarles de esas cosas, que sea para corregirlos, y hacerles ver que todo eso está mal, que es falso y que no aportará nada en sus vidas. Aclárales que en la especie humana no hay “muchos géneros”, sino que hay solamente dos sexos, varón y mujer, y que sólo las cosas tienen géneros, no los seres humanos. Hazles ver que no existe la marihuana “medicinal”, sino que se trata de una droga destructiva, como todas las demás. Háblales sobre el sexo, y hazles saber que es un don de Dios, que el sexo debe ser siempre valorado y protegido, y que es un don reservado para usarlo únicamente dentro del sagrado vínculo del matrimonio. Recuérdales siempre que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo, y que por lo tanto deben resguardarlos, respetarlos y cuidarlos, incluso ya estando casados, en cuyo caso deberán también cuidar y respetar el cuerpo de su cónyuge.
Nuestro deber como padres es el de EDUCAR a fin de corregir todos los errores en los que el mundo pretende amaestrar a nuestros hijos. Depende únicamente de nosotros, los padres de familia. No esperemos que las escuelas los eduquen en virtudes. Eso es algo que se dará solamente en el seno familiar. Muchos centros educativos dicen que educan en valores, pero no pasa de ser un slogan, ya que en la práctica terminan adoctrinando a los menores en todos los errores que el mundo pretende imponernos hoy. Nosotros, los padres de familia, tenemos la tarea de formar a nuestros hijos no solamente en valores, sino que también en virtudes. Los valores son importantes, pero las virtudes tienen mucha más importancia. Los valores, como la prudencia, la solidaridad, la cordialidad, son importantes, pero siempre deben provenir de virtudes como Paciencia, Caridad, Castidad, Diligencia. Fomentar primero las virtudes hará que los valores fluyan consecuentemente y de forma natural en nuestros hijos.
La importancia de las virtudes radica precisamente en el significado de esa palabra. Virtud proviene del latín, y significa fuerza. Entonces podemos decir que quien posee muchas virtudes posee muchas fuerzas. O sea que quien es virtuoso es muy fuerte en muchos aspectos de su vida. Dado que las virtudes tienen origen en lo divino, es más que obvio que esa persona será fuerte siempre que se mantenga a la luz de Dios. En otras palabras, la fe será la base para mantener esas virtudes siempre firmes.
La comunicación es la clave elemental para todo esto. Hablemos con nuestros hijos, hagamos el tiempo para hablar con ellos. Si no se puede hacer a una hora específica, bien puede ser en el auto, mientras van hacia algún lugar, o durante la comida, o antes de dormir. Un ejercicio provechoso es que vean una sana película familiar en casa y luego dialoguen sobre lo que pudieron percibir.
También es importante revisar las tareas escolares, para ver qué cosas les están enseñando a sus hijos en la escuela, y así hablar con ellos y corregir cualquier desviación que se les quiera implantar. La comunicación es la clave de todo. Cuando no hay comunicación se dan repentinos cambios que muchos padres no se explican de dónde pudieron haber salido. Una mañana, como cualquier otra, el hijo amanece diciendo que ahora él es ateo. O la hija amanece hablando de derechos reproductivos, de aborto seguro. Cuando cosas como estas ocurren, los padres de familia se quedan estupefactos, porque no saben en qué momento sus hijos cambiaron y ahora piensan así. Lo que en realidad pasó es que papá y mamá nunca se comunicaron con sus hijos, y por eso otros se encargaron de programar los cerebros de sus hijos, ya que papá y mamá jamás se preocuparon por educarlos.
Incluso deben involucrarse en la formación religiosa de sus hijos. Deben asegurarse de que los están formando adecuadamente en su fe. No crean que, por tratarse de un colegio religioso, la catequesis de formación ésta va a estar impoluta. Lamentablemente hoy hay infiltración de ideologías deformantes en todos los niveles de la Iglesia, de manera que hay que estar atentos incluso en ese campo. Y es obvio que para eso también ustedes, papá y mamá, tienen que contar con una formación en su fe muy sólida, para que puedan detectar y corregir cualquier deformación. De manera que si ustedes, los padres de familia, aún no se han formado en su fe, ahora es cuando.
Pero, sobre todo, el mejor mensaje viene del ejemplo en casa. Den a sus hijos el mejor ejemplo, que es el testimonio de vida. Hablen entre ustedes, papá y mamá, delante de sus hijos, para que ellos escuchen. Hablen sobre temas edificantes como la familia, la fe, el noviazgo casto, la fidelidad. Además de ejercer la comunicación entre ustedes, también estarán educando a sus hijos en la formación de virtudes. No se echen a morir diciendo que es imposible, que hoy las cosas han cambiado, que si salen al mundo con esas cosas los van a rechazar o ridiculizar. Justamente también sobre eso deben preparar a sus hijos. Adviértanles que ellos siempre serán minoría, pero que no por eso estarán equivocados, porque aunque la inmensa mayoría desprecie todo lo que proviene de Dios, precisamente por eso, esa inmensa mayoría estará en un grave error. Adviértanles que el mundo siempre estará atacándolos, tan sólo por pensar diferente, o por no dejarse contaminar. Enséñenles que deben resistir, que deben ser fuertes, y aferrarse a la fe y a las virtudes. Justamente aquí es donde será sumamente importante que ellos estén muy fuertes, para vencer al mundo y sus engaños. Así ellos también podrán formar sus propias familias, donde educarán a sus hijos y los formarán en virtudes, y de esa manera el mundo cambiará, poco a poco.
Pax et bonum +
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Por Álvaro Molina
¿Les hablas a tus hijos sobre castidad? ¿Les hablas sobre fidelidad, sobre familia? ¿Les educas para que lleguen vírgenes al matrimonio? ¿Les has hablado sobre ser fieles en sus matrimonios hasta la muerte? ¿Les has preguntado cuántos hijos quieren tener cuando se casen?
No les hables sobre cómo tener sexo. Tampoco les hables sobre cómo abortar, ni de pastillas anticonceptivas, ni de condones. No les hables de "amor libre", ni de relaciones "poli amorosas", ni de "muerte digna" (eutanasia), ni de marihuana "medicinal". Tampoco les hables de muchos "géneros". El mundo ya está haciendo todo ese horrible trabajo de forma magistral. Si acaso debes hablarles de esas cosas, que sea para corregirlos, y hacerles ver que todo eso está mal, que es falso y que no aportará nada en sus vidas. Aclárales que en la especie humana no hay “muchos géneros”, sino que hay solamente dos sexos, varón y mujer, y que sólo las cosas tienen géneros, no los seres humanos. Hazles ver que no existe la marihuana “medicinal”, sino que se trata de una droga destructiva, como todas las demás. Háblales sobre el sexo, y hazles saber que es un don de Dios, que el sexo debe ser siempre valorado y protegido, y que es un don reservado para usarlo únicamente dentro del sagrado vínculo del matrimonio. Recuérdales siempre que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo, y que por lo tanto deben resguardarlos, respetarlos y cuidarlos, incluso ya estando casados, en cuyo caso deberán también cuidar y respetar el cuerpo de su cónyuge.
Nuestro deber como padres es el de EDUCAR a fin de corregir todos los errores en los que el mundo pretende amaestrar a nuestros hijos. Depende únicamente de nosotros, los padres de familia. No esperemos que las escuelas los eduquen en virtudes. Eso es algo que se dará solamente en el seno familiar. Muchos centros educativos dicen que educan en valores, pero no pasa de ser un slogan, ya que en la práctica terminan adoctrinando a los menores en todos los errores que el mundo pretende imponernos hoy. Nosotros, los padres de familia, tenemos la tarea de formar a nuestros hijos no solamente en valores, sino que también en virtudes. Los valores son importantes, pero las virtudes tienen mucha más importancia. Los valores, como la prudencia, la solidaridad, la cordialidad, son importantes, pero siempre deben provenir de virtudes como Paciencia, Caridad, Castidad, Diligencia. Fomentar primero las virtudes hará que los valores fluyan consecuentemente y de forma natural en nuestros hijos.
La importancia de las virtudes radica precisamente en el significado de esa palabra. Virtud proviene del latín, y significa fuerza. Entonces podemos decir que quien posee muchas virtudes posee muchas fuerzas. O sea que quien es virtuoso es muy fuerte en muchos aspectos de su vida. Dado que las virtudes tienen origen en lo divino, es más que obvio que esa persona será fuerte siempre que se mantenga a la luz de Dios. En otras palabras, la fe será la base para mantener esas virtudes siempre firmes.
La comunicación es la clave elemental para todo esto. Hablemos con nuestros hijos, hagamos el tiempo para hablar con ellos. Si no se puede hacer a una hora específica, bien puede ser en el auto, mientras van hacia algún lugar, o durante la comida, o antes de dormir. Un ejercicio provechoso es que vean una sana película familiar en casa y luego dialoguen sobre lo que pudieron percibir.
También es importante revisar las tareas escolares, para ver qué cosas les están enseñando a sus hijos en la escuela, y así hablar con ellos y corregir cualquier desviación que se les quiera implantar. La comunicación es la clave de todo. Cuando no hay comunicación se dan repentinos cambios que muchos padres no se explican de dónde pudieron haber salido. Una mañana, como cualquier otra, el hijo amanece diciendo que ahora él es ateo. O la hija amanece hablando de derechos reproductivos, de aborto seguro. Cuando cosas como estas ocurren, los padres de familia se quedan estupefactos, porque no saben en qué momento sus hijos cambiaron y ahora piensan así. Lo que en realidad pasó es que papá y mamá nunca se comunicaron con sus hijos, y por eso otros se encargaron de programar los cerebros de sus hijos, ya que papá y mamá jamás se preocuparon por educarlos.
Incluso deben involucrarse en la formación religiosa de sus hijos. Deben asegurarse de que los están formando adecuadamente en su fe. No crean que, por tratarse de un colegio religioso, la catequesis de formación ésta va a estar impoluta. Lamentablemente hoy hay infiltración de ideologías deformantes en todos los niveles de la Iglesia, de manera que hay que estar atentos incluso en ese campo. Y es obvio que para eso también ustedes, papá y mamá, tienen que contar con una formación en su fe muy sólida, para que puedan detectar y corregir cualquier deformación. De manera que si ustedes, los padres de familia, aún no se han formado en su fe, ahora es cuando.
Pero, sobre todo, el mejor mensaje viene del ejemplo en casa. Den a sus hijos el mejor ejemplo, que es el testimonio de vida. Hablen entre ustedes, papá y mamá, delante de sus hijos, para que ellos escuchen. Hablen sobre temas edificantes como la familia, la fe, el noviazgo casto, la fidelidad. Además de ejercer la comunicación entre ustedes, también estarán educando a sus hijos en la formación de virtudes. No se echen a morir diciendo que es imposible, que hoy las cosas han cambiado, que si salen al mundo con esas cosas los van a rechazar o ridiculizar. Justamente también sobre eso deben preparar a sus hijos. Adviértanles que ellos siempre serán minoría, pero que no por eso estarán equivocados, porque aunque la inmensa mayoría desprecie todo lo que proviene de Dios, precisamente por eso, esa inmensa mayoría estará en un grave error. Adviértanles que el mundo siempre estará atacándolos, tan sólo por pensar diferente, o por no dejarse contaminar. Enséñenles que deben resistir, que deben ser fuertes, y aferrarse a la fe y a las virtudes. Justamente aquí es donde será sumamente importante que ellos estén muy fuertes, para vencer al mundo y sus engaños. Así ellos también podrán formar sus propias familias, donde educarán a sus hijos y los formarán en virtudes, y de esa manera el mundo cambiará, poco a poco.
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