5 SANTOS QUE FUERON UNOS MUY CONOCIDOS PECADORES.
Estos Santos cometieron errores durante sus vidas y llevaron vidas públicas de depravación antes de que sus corazones fueran convertidos. Estos santos hombres y mujeres (un grupo que incluye una ex-mujer libertina, un extorsionista y un criminal de baja estofa) nos recuerdan que aún hay esperanza para nosotros.
Como sabemos, los santos no fueron perfectos. Ellos cometieron errores durante sus vidas y a menudo llevaron vidas públicas de depravación antes de que sus corazones fueran convertidos... Éstas son buenas noticias.
Esto nos da esperanzas de que incluso nuestros fríos corazones, tan distantes de Dios, pueden ser volcados hacia Él y ser dados una vida nueva.
Los santos siempre parecen “muy santos” como para que nosotros les imitemos, pero en realidad son mucho más parecidos a nosotros de lo que nos imaginamos. Ellos lucharon contra las mismas adicciones, pecados y malos hábitos que nos agobian a nosotros hoy en día.
Estos hombres y mujeres no siempre fueron santos y a través de la gracia de Dios superaron grandes obstáculos y se convirtieron en relucientes ejemplos de virtud.
1.- San Mateo, el Evangelista
A nadie nunca le han gustado los impuestos y esto era especialmente cierto en el antiguo Israel. Durante el primer siglo los Romanos subcontrataron a individuos privados para el trabajo de recolectar impuestos y estos recolectores de impuestos usaron la oportunidad para extraer tanto dinero como fuese posible de la gente. Todos los odiaban y su avaricia era bien conocida por todos.
Es por esto que cuando Jesús le pidió a Mateo que “le siguiera”, muchos se impactaron y hasta se escandalizaron por el episodio. ¿Cómo era posible que Jesús cenara con “recolectores de impuestos y pecadores”? Mateo fue un hombre totalmente cambiado a partir de ese punto, siguiendo a Jesús muy de cerca y escribiendo todo en lo que ahora llamamos el “Evangelio de Mateo”.
2.- San Dimas, el Buen Ladrón
Muy poco se conoce acerca del “Buen Ladrón” que fue crucificado junto a Jesús, pero sí sabemos que el crimen de Dimas le mereció la crucifixión. De acuerdo a un erudito bíblico, “dos de los más comunes [criminales condenados a la crucifixión] fueron criminales de baja estofa y enemigos del estado… Los criminales de baja estofa incluían, por ejemplo, esclavos que habían escapado de sus amos y cometieron un crimen. Si eran atrapados, un esclavo podía ser crucificado.
Habían dos razones por las cuales eran sujetos a semejante muerte tan tortuosa, lenta y humillante. Estaban recibiendo el ¡máximo castigo! por su crimen y, posiblemente más importante, estaban siendo utilizados como espectáculo para advertir a cualquier otro esclavo que estuviese pensando en escapar o cometer crímenes de lo que les podría suceder a ellos.”
En la última hora, Dimas entendió la severidad de sus crímenes y defendió a Jesús en la cruz del ridículo del “mal ladrón”: "¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo". (Lc 23,40-42).
Jesús reconoció la sinceridad de su arrepentimiento y proclamó: "En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso". Después de llevar una vida de pecado, a Dimas se le concedió el perdón justo antes de su muerte.
3.- San Agustín.
Aunque fue criado por una madre Cristiana, San Agustín siguió la práctica de muchos estudiantes de su tiempo y buscó llevar una vida pagana guiada por el Maniqueísmo. Durante esta fase de su vida se comprometió en una relación con una concubina y tuvo un hijo con ella. Ellos permanecieron juntos muchos años, pero nunca se casaron y eventualmente terminaron la relación.
El mejor ejemplo que Agustín da sobre la severidad de su vida de pecado es el famoso episodio del “robo de las peras”. Él narra la escena en su libro Confesiones:
“¡Hermosas eran aquellas peras! Pero no eran éstas lo que apetecía mi alma miserable. Abundancia de ellas tenía yo y mejores. Pero las arranqué del árbol por sólo el hecho de hurtar, pues apenas las cogí las tiré, gustando en ellas sólo la iniquidad, de la que me gozaba con fruición. Porque si alguna de aquellas entró en mi boca, sólo el delito la hizo sabrosa”.
Después de tener una conversión de corazón, Agustín fue bautizado, se hizo sacerdote, obispo y, después de su muerte, “Doctor de la Iglesia”.
4.- Santa Pelagia.
Pelagia fue una actriz muy conocida y una mujer libertina en el siglo V. San Juan Crisóstomo dijo de ella, “Nada fue más vil que ella, cuando estaba en el escenario”. Craughwell retrata sus pecados muy bien, “los hombres que ella tomaba como sus amantes eran intoxicados por ella. Por el "bien" de Pelagia, padres abandonaban a sus hijos, hombres adinerados despilfarraban sus bienes. Ella incluso sedujo al hermano de la emperatriz. Tratando de entender el poder de Pelagia sobre los hombres, San Juan se preguntaba si ella los drogaba y especuló que tal vez ella utilizaba brujería”
No se sabe mucho acerca de su conversión, excepto que ella posiblemente escuchó una homilía de un obispo acerca de la misericordia de Dios y luego inmediatamente pidió ser instruida en la fe y ser bautizada. Se cree que luego se convirtió en monja y pasó el resto de sus días en oración.
5.- Santa María de Egipto (o María Egipcíaca)
A temprana edad, María se fue de su casa y pasó diecisiete años viviendo como seductora en la glamurosa ciudad de Alejandría durante el siglo IV. Ella no cobraba por sus servicios, pero disfrutaba el desafío de seducir a los hombres. Ella fue cautivada por la “aventura sexual” y guiada por sus pasiones. María luego confesaría: “No hay depravación digna de ser mencionada o no de la que yo no haya sido maestra”.
Sintiéndose atraída a unirse a un grupo de peregrinos en su travesía hacia Jerusalén, ella abordó el barco y sedujo a todos antes de que llegaran a su destino. Sin embargo, mientras estaba en la Ciudad Santa, María se arrepintió de sus pecados y fue reconciliada con la iglesia.
Ella pasó el resto de su vida como ermitaña en el desierto y continuamente luchó contra las tentaciones de regresar a su depravación hasta que Dios le concedió paz a su alma.
Fuente, www.pildorasdefe.net
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Estos Santos cometieron errores durante sus vidas y llevaron vidas públicas de depravación antes de que sus corazones fueran convertidos. Estos santos hombres y mujeres (un grupo que incluye una ex-mujer libertina, un extorsionista y un criminal de baja estofa) nos recuerdan que aún hay esperanza para nosotros.
Como sabemos, los santos no fueron perfectos. Ellos cometieron errores durante sus vidas y a menudo llevaron vidas públicas de depravación antes de que sus corazones fueran convertidos... Éstas son buenas noticias.
Esto nos da esperanzas de que incluso nuestros fríos corazones, tan distantes de Dios, pueden ser volcados hacia Él y ser dados una vida nueva.
Los santos siempre parecen “muy santos” como para que nosotros les imitemos, pero en realidad son mucho más parecidos a nosotros de lo que nos imaginamos. Ellos lucharon contra las mismas adicciones, pecados y malos hábitos que nos agobian a nosotros hoy en día.
Estos hombres y mujeres no siempre fueron santos y a través de la gracia de Dios superaron grandes obstáculos y se convirtieron en relucientes ejemplos de virtud.
1.- San Mateo, el Evangelista
A nadie nunca le han gustado los impuestos y esto era especialmente cierto en el antiguo Israel. Durante el primer siglo los Romanos subcontrataron a individuos privados para el trabajo de recolectar impuestos y estos recolectores de impuestos usaron la oportunidad para extraer tanto dinero como fuese posible de la gente. Todos los odiaban y su avaricia era bien conocida por todos.
Es por esto que cuando Jesús le pidió a Mateo que “le siguiera”, muchos se impactaron y hasta se escandalizaron por el episodio. ¿Cómo era posible que Jesús cenara con “recolectores de impuestos y pecadores”? Mateo fue un hombre totalmente cambiado a partir de ese punto, siguiendo a Jesús muy de cerca y escribiendo todo en lo que ahora llamamos el “Evangelio de Mateo”.
2.- San Dimas, el Buen Ladrón
Muy poco se conoce acerca del “Buen Ladrón” que fue crucificado junto a Jesús, pero sí sabemos que el crimen de Dimas le mereció la crucifixión. De acuerdo a un erudito bíblico, “dos de los más comunes [criminales condenados a la crucifixión] fueron criminales de baja estofa y enemigos del estado… Los criminales de baja estofa incluían, por ejemplo, esclavos que habían escapado de sus amos y cometieron un crimen. Si eran atrapados, un esclavo podía ser crucificado.
Habían dos razones por las cuales eran sujetos a semejante muerte tan tortuosa, lenta y humillante. Estaban recibiendo el ¡máximo castigo! por su crimen y, posiblemente más importante, estaban siendo utilizados como espectáculo para advertir a cualquier otro esclavo que estuviese pensando en escapar o cometer crímenes de lo que les podría suceder a ellos.”
En la última hora, Dimas entendió la severidad de sus crímenes y defendió a Jesús en la cruz del ridículo del “mal ladrón”: "¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo". (Lc 23,40-42).
Jesús reconoció la sinceridad de su arrepentimiento y proclamó: "En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso". Después de llevar una vida de pecado, a Dimas se le concedió el perdón justo antes de su muerte.
3.- San Agustín.
Aunque fue criado por una madre Cristiana, San Agustín siguió la práctica de muchos estudiantes de su tiempo y buscó llevar una vida pagana guiada por el Maniqueísmo. Durante esta fase de su vida se comprometió en una relación con una concubina y tuvo un hijo con ella. Ellos permanecieron juntos muchos años, pero nunca se casaron y eventualmente terminaron la relación.
El mejor ejemplo que Agustín da sobre la severidad de su vida de pecado es el famoso episodio del “robo de las peras”. Él narra la escena en su libro Confesiones:
“¡Hermosas eran aquellas peras! Pero no eran éstas lo que apetecía mi alma miserable. Abundancia de ellas tenía yo y mejores. Pero las arranqué del árbol por sólo el hecho de hurtar, pues apenas las cogí las tiré, gustando en ellas sólo la iniquidad, de la que me gozaba con fruición. Porque si alguna de aquellas entró en mi boca, sólo el delito la hizo sabrosa”.
Después de tener una conversión de corazón, Agustín fue bautizado, se hizo sacerdote, obispo y, después de su muerte, “Doctor de la Iglesia”.
4.- Santa Pelagia.
Pelagia fue una actriz muy conocida y una mujer libertina en el siglo V. San Juan Crisóstomo dijo de ella, “Nada fue más vil que ella, cuando estaba en el escenario”. Craughwell retrata sus pecados muy bien, “los hombres que ella tomaba como sus amantes eran intoxicados por ella. Por el "bien" de Pelagia, padres abandonaban a sus hijos, hombres adinerados despilfarraban sus bienes. Ella incluso sedujo al hermano de la emperatriz. Tratando de entender el poder de Pelagia sobre los hombres, San Juan se preguntaba si ella los drogaba y especuló que tal vez ella utilizaba brujería”
No se sabe mucho acerca de su conversión, excepto que ella posiblemente escuchó una homilía de un obispo acerca de la misericordia de Dios y luego inmediatamente pidió ser instruida en la fe y ser bautizada. Se cree que luego se convirtió en monja y pasó el resto de sus días en oración.
5.- Santa María de Egipto (o María Egipcíaca)
A temprana edad, María se fue de su casa y pasó diecisiete años viviendo como seductora en la glamurosa ciudad de Alejandría durante el siglo IV. Ella no cobraba por sus servicios, pero disfrutaba el desafío de seducir a los hombres. Ella fue cautivada por la “aventura sexual” y guiada por sus pasiones. María luego confesaría: “No hay depravación digna de ser mencionada o no de la que yo no haya sido maestra”.
Sintiéndose atraída a unirse a un grupo de peregrinos en su travesía hacia Jerusalén, ella abordó el barco y sedujo a todos antes de que llegaran a su destino. Sin embargo, mientras estaba en la Ciudad Santa, María se arrepintió de sus pecados y fue reconciliada con la iglesia.
Ella pasó el resto de su vida como ermitaña en el desierto y continuamente luchó contra las tentaciones de regresar a su depravación hasta que Dios le concedió paz a su alma.
Fuente, www.pildorasdefe.net
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