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El Rosario es bíblico


EL ROSARIO ES BÍBLICO
Por: Anwar Tapias Lakatt

Muchos aluden que el Rosario no es bíblico porque no hay un pasaje en el que se mande a rezarlo ¿Tienen razón?

¿Tiene bases en la Biblia, el Santo Rosario? Muchas veces los católicos somos cuestionados sobre el rezo del Rosario. Nos aluden que no es bíblico porque no hay un pasaje en el que se mande a rezarlo. Y cuando caemos en ese terreno salen las preguntas más imaginarias posibles. Por ejemplo, en la Biblia no se nos manda a que escribamos sobre temas espirituales, más sin embargo los no católicos lo hacen. Y así como pueden salir los argumentos que quieran, igual no hay un pasaje que lo mande. Si mucho podrían citar Deu 6, 9 donde se manda a escribir en las puertas y en los postes pero hasta ahí, y cuando la escritura se logra desarrollar más pues tampoco dice nada. ¿Que eso es una forma de compartir la enseñanza bíblica? Pues el Rosario es una forma también de compartir el Evangelio.

Veamos algunos puntos importantes para comprender lo bíblico del Rosario:

1. De los veinte misterios contemplados, dieciocho son directamente sobre la vida de Jesús, y aun los dos sobre María son totalmente cristocéntricos:

La Asunción (Ap 12, 1; Sal 132, 8) y la coronación como Reina de todo lo creado (Ap 12, 1; Lc 1, 32; Jr 13, 18), pues sólo tienen su fundamento en Cristo. De no ser así, no habría ni Asunción ni Coronación. Debemos comprender que no existe nada que la Iglesia enseñe sobre María que no tenga su fundamento en Cristo, pues cualquier virtud, papel o atributo en María lo tiene por los méritos de su Hijo.

Gozosos
1. La encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
2. La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. (Lc 1, 39-45)
3. El nacimiento del Hijo de Dios.(Lc 2, 1-7)
4. La Presentación del Señor Jesús en el templo. (Lc 2, 22-34)
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo. (Lc 2, 41 en adelante)

Dolorosos
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní. (Mc 14, 32-38)
2. La Flagelación del Señor. (Mc 15, 15)
3. La Coronación de espinas.(Mc 15, 16-19)
4. El Camino del Monte Calvario cargando la Cruz. (Mc 15, 21-22)
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor. (Jn 19, 18-30)

Luminosos
1. El Bautismo en el Jordán. (Mc 1, 9-10)
2. La autorrevelación en las bodas de Caná. (Jn 2, 1-11)
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1, 15)
4. La Transfiguración. (Mc 9, 2-8)
5. La Institución de la Eucaristía en la Última Cena (Lc 22, 19)

Gloriosos
1. La Resurrección del Señor. (Mt 28, 1-6)
2. La Ascensión del Señor. (Mc 16, 19-20)
3. La Venida del Espíritu Santo. (Hch 2, 1-4)
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. (Cant 6, 10; Sal 132, 8; Ap 12, 1)
5. La Coronación de la Santísima Virgen. (Ap 12, 1; Lc 1, 32; Jr 13, 18)

El fundamento bíblico de los misterios debe llevarnos a que en el Rezo del Rosario, meditemos los pasajes bíblicos de los misterios contemplados, lo que El Papa San Juan Pablo II aborda la carta Apostólicala Rosarium Virginae Mariae:

Para dar fundamento bíblico y mayor profundidad a la meditación, es útil que al enunciado del misterio siga la proclamación del pasaje bíblico correspondiente, que puede ser más o menos largo según las circunstancias. En efecto, otras palabras nunca tienen la eficacia de la palabra inspirada. Ésta debe ser escuchada con la certeza de que es Palabra de Dios, pronunciada para hoy y «para mí».

Acogida de este modo, la Palabra entra en la metodología de la repetición del Rosario sin el aburrimiento que produciría la simple reiteración de una información ya conocida. No, no se trata de recordar una información, sino de dejar 'hablar' a Dios. En alguna ocasión solemne y comunitaria, esta palabra se puede ilustrar con algún breve comentario.

2. El Rosario se debe meditar y la meditación tiene un sentido bíblico muy valioso.

El Rosario es visto como algo aburrido, soso y apagado, pero es porque no se comprende que realmente debe ser meditado: Hay que añadir que son partes esenciales del Rosario la meditación y contemplación de los misterios, sin la que su rezo quedaría como un cuerpo sin alma, y las oraciones vocales impregnadas de ese clima de oración y devoción [1]

Por tanto, debemos meditar lo que rezamos, meditar los misterios de la vida de Jesús. Y estos misterios son tomados de la Palabra de Dios escrita. Así que si llegaran a condenar el rezo del Santo Rosario, lo que estarían condenando es que meditemos la vida de Jesús. Sin embargo veamos lo que opinan algunas páginas evangélicas sobre la meditación:

"Para el cristiano, la meditación debe ser únicamente sobre la Palabra de Dios, y lo que ella revela acerca de Él." (GotQuestions) [2]

"La palabra de Dios es la entrada a la mente de Dios y la meditación es la puerta a sus muchos tesoros" (Worldchhristians) [3]

Como vemos, los no católicos reconocen que debemos meditar la Palabra de Dios. Pues eso es precisamente lo que hacemos en el Rosario, meditar la palabra de Dios, la vida de Jesús, y lo hacemos acompañados de su Madre Santa, María, pues Cristo no las entregó al pie de la Cruz (Jn 19, 25). Decir que hay una forma única de meditar la Palabra de Dios es querer enjaular a Dios en lo que nos inspira a nosotros. El Rosario es una forma de meditar la Palabra de Dios, que nos da paz, nos llena de fortaleza y por tanto nos acerca al Señor.

Es cierto que en el Rosario hay oraciones ya establecidas pero estas oraciones tienen un fundamento respaldado en la Sagrada Escritura.

3. El Padre Nuestro es completamente bíblico (Mt 6, 9-15)

En cada misterio del Rosario iniciamos con un Padre Nuestro. Esta oración está tomada de la Biblia y es el modelo de oración por excelencia. Por esta razón lo tenemos presente y es el que inicia cada misterio, para darle el primer lugar de oración al Señor con la misma oración que él nos dejó de modelo.Pero, Jesús dejó el Padre Nuestro para ser rezado? Sorprende que algunos insistan en decir que no, cuando eso es Palabra de Dios, y por ser Palabra de Dios claro que lo podemos proclamar en nuestra oración. Una página evangélica que toca el tema expresa:

Así que, nuevamente, el “Padre nuestro” no es una oración que debemos memorizar y recitar de regreso a Dios. Es sólo un ejemplo de cómo debemos orar. ¿Hay algo de malo en memorizar el “Padre nuestro”? ¡Desde luego que no! ¿Está mal el orar el “Padre nuestro” de regreso a Dios? No si tu corazón está en ello y realmente sientes las palabras que dices [4].

No hay evidencia que nos indique que el Padre Nuestro no pueda ser memorizado. Cristo cuando lo enseñó a los Apóstoles les dijo:

Vosotros, pues, oraréis así (Reina Valera Gomez)

Vosotros, pues, oraréis así (Reina Valera 1960)

Ustedes deben orar así (NVI)

«Vosotros, pues, orad así (Biblia de Jerusalén)

Si Jesús sólo dejó un modelo de lo que debíamos decir hubiera hecho énfasis en el tipo de cosas a decir, pero lo que nos dejó fue una oración como tal. Lo cierto es que el Padre Nuestro es una oración bíblica y hace parte del Santo Rosario. ¿Podría alguien condenarnos por hacerlo?

4. La primera parte del Ave María es completamente bíblico(Lc 1, 28.42)

En el Rosario recitamos el Ave María, una oración católica construida a partir de la Palabra de Dios. Esta oración en su primera parte empezó a ser utilizada en el siglo XII por distintas personas como por ejemplo San Ayberto, Cesario Heisterbach o incluso el monje Bertoldo[5]. De Santo Domingo de Guzmán, a quien la devoción le atribuye haber recibido el encargo de propagar su rezo, se sabe que muchas veces al día saludaba a la Virgen con el Ave María. Hay dos cosas por mencionar aquí:

- Podemos orar con pasajes bíblicos. Lo hacemos en muchos momentos de nuestra vida. Incluso, aquellos mismos que cuestionan el rezo del Ave María si enfatizan en la necesidad de orar con pasajes bíblicos. Por ejemplo un libro evangélico sobre como orar expresa:

Por lo tanto, si queremos que nuestras oraciones sean eficaces, llenemos nuestras mentes con la Palabra de Dios. Leamos la Biblia, meditemos en lo que nos dice, memoricemos sus pasajes, oremos por su mensaje[6].

Otra página evangélica dice lo siguiente:

Hay 1934 versículos atribuidos a Cristo en el Nuevo Testamento. 179 de éstos son citas del Antiguo testamento. ¡Casi un 10% de lo que Jesús dijo fueron citas de memoria de la Biblia! Si fue importante para Él, ¿Debería ser importante para nosotros?[7]

Entonces, los mismos que rechazan el Rosario sí reconocen lo importante de memorizar versos bíblicos y repetirlos. ¿Por qué entonces los católicos no podemos repetir un texto de San Lucas?

- Podemos insistir con la oración. Otro de los problemas que encuentran es que se repita tanto el Ave María. Y esta repetición supuestamente es condenada por la Biblia. Para ello se aduce mucho al texto de Mateo 6, 7 que en la versión protestante dice:

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. (Mt 6, 7 RV 1960).

El problema de fondo no es que sea repetición, sino que eso no es lo que debe traducirse del texto original. Lo que la versión protestante traduce como "vana repetición" es un término griego βατταλογ?σητε que sólo aparece una sola vez en todo el Nuevo Testamento. Esta palabra viene de la onomatopeya "batallos" o "battos" que significa tartamudo[8]. ¿Por qué la versión protestante la traduce así? No lo sabemos. Lo que Jesús condena aquí es la mucha palabrería, esa que con muchos palabras no termina diciendo nada. Es demás llamativo que versiones protestantes como la Reina Valera 1909 o las Sagradas Escrituras de 1569 usen en cambio la palabra "prolijo"[9]. Si revisamos en la RAE lo que significa "prolijo" encontramos: Largo, dilatado con exceso[10]. Es decir, Jesús lo que condena no es lo que se repite, sino lo que con muchas palabras no dice nada; y sería absurdo aplicar eso al Rosario cuando lo que repetimos son pasajes bíblicos. ¿Acaso los que rechazan el Rosario quieren hacer creer que repetir pasajes bíblicos es algo vano y sin sentido?. Si observamos el contexto del pasaje podemos comprender que se trata de la palabrería y no de una repetición, pues Jesús afirma: "que piensan que por su palabrería serán oídos". De esta forma, se evidencia aun más que lo que Jesús está rechazando es creer que por hablar mucho serán más escuchados, algo que no tiene nada que ver con el Rosario. Y esto era algo que sucedía en las otras religiones o creencias. Por ejemplo el Budismo maneja los mantras, son frases que deben repetir para tener paz y vencer las energías negativas; manejan distintos mantras[11] como el Maitreya, Tara Blanca o Tara verde. El mismo Elías enfrentó esto cuando retó a los profetas de Baal y estos duraron largas horas invocando a su dios sin obtener respuesta:

Al mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: "¡Griten bien fuerte, porque es un dios! Pero estará ocupado, o ausente, o se habrá ido de viaje. A lo mejor está dormido y se despierta".
Ellos gritaron a voz en cuello y, según su costumbre, se hacían incisiones con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre.
Y una vez pasado el mediodía
, se entregaron al delirio profético hasta la hora en que se ofrece la oblación. Pero no se oyó ninguna voz, ni hubo nadie que respondiera o prestara atención. (1 Re 18, 27-29)

El problema no era que duraran horas orando e invocando, el problema era que no era una oración verdadera ni al Dios verdadero. Pero si en cambio miramos la oración que hace Ana la madre de Samuel podemos leer:

Mientras ella prolongaba su oración delante del Señor, Elí miraba atentamente su boca. (1 Sam 1, 12). Ana oró horas delante del Señor, pero lo hacía de corazón.

En griego existe un término propio para "repetición" y es epanalipsis[12], que incluso es una figura literaria bíblica, e indica precisamente "repetición". Por tanto, la traducción como vana repetición es errónea. El problema no es la repetición como tal pues en la Biblia hay varios ejemplos de repetición:

El salmo 150 repite once veces que alabemos a Dios.

El salmo 136 repite veintiséis veces "porque eterno es su amor" ¿Quién acusaría al salmo 136 de vanas repeticiones?

Cristo mismo cuando oró en el Monte de los Olivos oraba con las mismas palabras. De esto dan cuenta los Evangelios:

Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. (Mt 26, 44)
Luego se alejó nuevamente y oró, diciendo las mismas palabras (Mc 14, 39)

Y no solo eso, sino que se nos recalca la insistencia en la oración. Hay muchos ejemplos bíblicos de insistir en la oración para obtener respuesta. Empezando por el mismo Cristo:

En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo. (Lc 22, 44)

Sé que podría alegarse con la insistencia no necesariamente se implica con repetición, pero debemos considerar que la insistencia en el Rosario la hacemos con Palabra de Dios. Así como al recitar el salmo 136 repetimos veintiséis veces una misma frase, en el Rosario repetimos 50 veces la salutación del ángel a la Santísima Virgen María. Pero más aun, la insistencia conlleva a la meditación y reflexión sobre el misterio de la vida de Cristo que estamos contemplando.

La insistencia en la súplica u oración no depende de que sea algo repetido o espontáneo. En ambos casos debe haber una disposición de corazón para comprender y vivir lo que se está proclamando. Insistencia no es sinónimo entonces de afán o rapidez, el Rosario como una oración contemplativa requiere tranquilidad y pausa. La Rosarium Virginae nos recuerda unas palabras de Paulo VI:

El Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI: «Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6, 7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza».
Es decir, la Iglesia misma reconoce que si el Rosario se hace de forma mecánica y sin corazón es una repetición de fórmulas sin sentido. Pero lo reprochable entonces no es el Rosario sino la forma errada de rezarlo. Igual sucede con quien lee la Biblia por leerla pero no medita ni hace vida sus palabras. Queda igualmente vacío.
Si revisamos en algunas páginas no católicas, vemos que manejan "oraciones para aceptar a Jesús". Son oraciones establecidas para ser repetidas. ¿Por qué ellos no consideran vana repetición esto? Es curioso que en cambio si es el Santo Rosario sí es una vana repetición. Uno puede encontrar en estas páginas cosas como:

Lea la siguiente Oración y repita con amor y humildad... [13] Si usted desea aceptar a Jesucristo en su alma y vida en este momento, ore de todo corazón así Y a continuación lo que viene es una oración ya establecida para ser repetida.

Y así encontraremos en la web muchas páginas que ofrecen oraciones para ser repetidas con el fin de aceptar a Jesús. En el fondo es lo mismo, simplemente que como el Rosario es católico pues se rechaza. Otra página no católica afirma: "Recuerda, INSISTE hasta que la respuesta que tanto anhelas sobre cada petición venga. Nuestro Dios es bueno". Como se observa, nosotros también insistimos en la oración, sólo que para ellos solo vale forma de ellos, pero eso no invalida la eficacia del Santo Rosario.

Ejemplos bíblicos de insistencia los vemos por ejemplo:

En la viuda que le insistía al juez que le hiciera justicia:
Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme"".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?"(Lc 18, 1-6)
¿Qué observamos? Que la viuda iba continuamente al juez a que le hiciera justicia. Esa era su súplica, y es el ejemplo que nos pone el Señor

En el amigo que pide un pan a medianoche:
"Jesús agregó: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: "Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle",
y desde adentro él le responde: "No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos". Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. (Lc 11, 5-8)
Al igual que en la cita anterior, es importante notar que la súplica como tal está definida. Es decir, el texto no simplemente dice que le insistía sino que nos da las palabras con las cuales insistía. Esto es importante porque nos muestra insistencia con las palabras con las cuales se insiste

Todo esto nos muestra que el Rosario es simplemente la insistencia en la oración, usando un texto bíblico, Y que debe ser de corazón y meditado.

Si la repetición del Ave María se dirige directamente a María, el acto de amor, con Ella y por Ella, se dirige a Jesús. La repetición favorece el deseo de una configuración cada vez más plena con Cristo, verdadero 'programa' de la vida cristiana (Rosarium Virginae Mariae, 26).

El Padre Jordi Rivero[13] nos muestra otros textos en los cuales se puede apreciar la insistencia en la oración:

Jairo el jefe de la sinagoga: "le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.» (Mc 5,23)
Los ancianos pedían a Jesús la curación del siervo del centurión: "Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: "Merece que se lo concedas" (Lucas 7,4)

"Así pues, Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la Iglesia oraba insistentemente por él a Dios". (Hch 12,5)

"Noche y día le pedimos insistentemente poder ver vuestro rostro y completar lo que falta a vuestra fe." (1 Tes 3,10)

5. La segunda parte del Ave María está fundamentado en la Palabra de Dios.

La segunda parte del Ave María no está tomada de un texto exacto, e incluso esta parte del Ave María es del siglo XVII. Y si aun con la parte bíblica del Ave María hay rechazo en rezarlo, mayor lo encuentran con esta segunda parte. Antes de abordar eso y para no acusar a que no hay oraciones marianas más antiguas, vamos primeramente a evidencia la oración a María más antigua que se conoce en la cristiandad: Sub tuun praesidium


Esta oración es del siglo III, algo importante sobre todo para aquellos que acusan falsamente que el cristianismo se corrompió en el siglo IV. Con esto queda derribado su mito, pues aquí encontramos una plegaria dirigida a María en el siglo III.

La oración fue descubierta por un papirólogo de la Universidad de Oxford, Edgar Lobel, en pleno siglo XX, en sus investigaciones y excavaciones en la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco [14]. Lo más importante de esta oración, además de mostrar que los cristianos sí reconocían el papel intercesor de María, es el nombre que le dan: Madre de Dios. La oración traducida al español es:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!


Quiere decir que antes del Concilio de Éfeso en el siglo V, ya los cristianos reconocían a María como madre de Dios. Incluso, esta oración bizantina nos muestra una estructura similar a la segunda parte del Ave María.

Ahora sí, si miramos la segunda parte del Ave María encontramos:

Santa María, Madre de Dios (Lc 1, 43)

No vamos a extendernos a profundidad, pero sí mostrar que esta frase del Ave María no contradice la Biblia. Para ello veamos que cuando María visitó a Isabel, ésta la llamó: la madre de mi Señor:
κα? π?θεν μοι το?το ?να ?λθ? ? μ?τηρ το? Κυρ?ου μου πρ?ς ?μ?

La palabra en rojo es Kyrios, una palabra griega utilizada para referirse a Dios cuando se trata en un sentido espiritual. Para poder comprender mejor, veamos primero en español:

Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". (Lc 1, 41-45)


Como podemos notar, dos veces se utiliza la palabra Señor. Ya vimos cómo lo expresó el griego en el verso 43, ahora veamos cómo lo expresa en el verso 45 que es en donde nuevamente aparece la palabra Señor:
κα? μακαρ?α ? πιστε?σασα ?τι ?σται τελε?ωσις το?ς λελαλημ?νοις α?τ? παρ? Κυρ?ου

Si le preguntáramos a cualquiera, de quien están hablando en el verso 45 tendría que decir que de Dios, pues es Dios quien le anunció a María su vocación. Pues así mismo se le llama en el verso 43: Señor. Lo que hizo Isabel fue llamar a María, madre de Kyrios, ¿quien es Kyrios? DIOS. Obviamente hay que distinguir entre madre de Dios como segunda persona de la Trinidad y no madre de la sustancia divina o divinidad. El verso 43 se refiere a Dios Hijo, y el verso 45 a Dios Padre, pero de ambas formas se habla de Dios. Por esto, no es errado llamar a María como madre de Dios.

Algunos, desempolvando viejas herejías del siglo V separan que María es solo madre de la parte humana, pero en Jesús hay una sola persona. Para refutar que María solo era madre de su humanidad, y que realmente lo fue de la persona divina que tomó una naturaleza humana podemos ver cómo es llamada María incluso después que Cristo ha resucitado:

Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermano (Hch 1, 14)

María es llamada madre de Jesús, incluso cuando Jesús ya ascendió al cielo, pues María no dio a luz a un cuerpo sino a una persona con dos naturalezas.

Ruega por nosotros pecadores (Jn 2, 3; Ap 12, 17)

Esta parte del Ave María simplemente hace mención a que pidamos intercesión a María por nuestras necesidades. Para comprender esto tengamos presente que Dios es un Dios de vivos y no de muertos. (Mc 12, 27). Los que han muerto en la gracia de Dios y alcanzado la vida eterna junto a él pueden interceder por nuestras necesidades tal como lo hicieron en la tierra. El asunto aquí es que quienes cuestionan esta parte del Rosario piensan que un muerto no puede interceder como si su capacidad de interceder dependiera de que su alma estuviera unida a un cuerpo. Podemos incluso notar como los que habían muerto no dormían como sucedió en la Transfiguración cuando Moisés y Elías, ya muertos aparecen en ese momento (Mc 9, 1-4).

Esta parte del Ave María nos permite comprender varias cosas:

- La oración es eficaz y por ello pedimos que se interceda por nosotros. ¿A cuántas personas pedimos que ore por nuestras necesidades? Lo hacemos permanentemente. En el Rosario se lo pedimos a la madre de Dios, que está en el cielo. San Pablo intercedía por sus comunidades:

Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. (1 Tes 21, 2-3)

Lo que San Pablo hacía, lo hizo también María en las bodas de Caná cuando le pide a su Hijo por el vino que ha faltado (Jn 2, 1-12)

- Necesitamos que se ore por nosotros:

"Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos, y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas. ¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!" (Ef 6, 18-20)

San Pablo nos invita a interceder por TODOS los hermanos. San Pablo pide incluso que intercedan por él. Lo que San Pablo le pide a esos hermanos, lo pedimos nosotros a la Virgen María. En el fondo el real problema que se encuentra aquí es que ya la Virgen no está con nosotros sino que está con Dios en el cielo. Ante esto debemos tener presente que quienes nos anteceden en el cielo pueden ser conscientes de lo que pasa entre nosotros. Veamos como Hebreos menciona a los héroes del Antiguo Testamento, y para que sean testigos esos que habían ya muerto es porque son conscientes de lo que pasa:

Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto de las promesas
. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección. Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos (Heb 12, 1). La palabra "testigo" viene del griego μαρτ?ρων (martyron), por eso mártir es quien es testigo de su fe.

Podemos también notar como los que mueren son conscientes de lo que pasa en la tierra. Veamos por ejemplo en Apocalipsis:

Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido inmolados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que habían dado. Ellas clamaban a voz en cuello: "¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, tardarás en hacer justicia y en vengar nuestra sangre sobre los habitantes de la tierra?" (Ap 6, 9)

Los que habían muerto eran conscientes y clamaban justicia a Dios.

- Pueden orar los que ya están en el cielo. Para los que rechazan el Rosario pareciera que los que están en el cielo no fueran parte del mismo Cuerpo de Cristo. Todos somos partes del mismo Cuerpo, y así aun cuando en la tierra muchos no son hermanos, se sienten y se llaman así, igual pasa con los de cielo y nosotros. En el cielo no hay egoísmo, todo es amor y es paz, así que quienes están con Cristo pueden interceder y sobre todo conocer mis necesidades, no por un poder propio sino porque participan del Cuerpo de Cristo. San Pablo se sentía entre quedarse o morir para estar con el Señor porque él sabía muy bien que partir de este mundo implicaba estar con Cristo (Fil 1, 23). Y cuando se está con Cristo en el cielo, igual seguimos siendo parte del mismo Cuerpo místico: Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo (1 Cor 12, 27). Es decir que los que ya murieron en Cristo SIGUEN siendo el Cuerpo de Cristo.

Por último veamos cómo en el cielo es en donde se da la intercesión por quienes ya moran allí:

"Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos". (Ap 5, 8)

"Y vino otro Ángel que se ubicó junto al altar con un incensario de oro y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y el humo de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subió desde la mano del Ángel hasta la presencia de Dios". (Ap 8, 3-4)

Para entender bien esta intercesión de María, vamos a referirnos nuevamente a la Rosarium Virginis Mariae:

Para apoyar la oración, que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón, interviene María con su intercesión materna. «La oración de la Iglesia está como apoyada en la oración de María». Efectivamente, si Jesús, único Mediador, es el Camino de nuestra oración, María, pura transparencia de Él, muestra el Camino, y «a partir de esta cooperación singular de María a la acción del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración a la santa Madre de Dios, centrándola sobre la persona de Cristo manifestada en sus misterios». En las bodas de Caná, el Evangelio muestra precisamente la eficacia de la intercesión de María, que se hace portavoz ante Jesús de las necesidades humanas: «No tienen vino» (Jn 2, 3).[15]

Ahora y en la hora de nuestra muerte (Lc 15, 7; 1 Jn 5, 16)

La última parte del Ave María simplemente recuerda en qué momentos requerimos de la intercesión, que debe ser siempre, porque siempre necesitamos de la gracia de Dios. En la hora de nuestra muerte con mayor razón necesitamos del ruego de los demás. ¿Acaso cuando alguien está muy grave y a punto de morir no es cuando más se pide intercesión por su vida? No es algo sólo de católicos, lo vemos en todas partes. Pues eso es lo que hacemos nosotros. Pedimos intercesión y esta intercesión no suplante a Cristo, al contrario, esta intercesión participa de la de Cristo, porque es él quien concede las peticiones.

Podemos notar en la Biblia cómo en la hora de la enfermedad o el peligro es cuando más se clama:

"Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva" (Mc 5, 23)

"Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo". (Jn 11, 3)


En aquellos días, Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: "Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más".

Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, diciendo: "¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo que es bueno a tus ojos". Y Ezequías se deshizo en llanto. (Is 38, 1-3)

Aun en la hora de nuestra muerte requerimos oración, requerimos estar en gracia de Dios. El cielo se alegra por nuestra conversión (Lc 15, 7)


6. El Rosario es para dar gloria a Cristo.

Cuando comprendamos que el centro del Rosario es Cristo, muchos podrán verlo con otros ojos. Nuevamente dejemos que el documento Rosarium Virginae Mariae nos hable:

El centro del Ave María, casi como engarce entre la primera y la segunda parte, es el nombre de Jesús. A veces, en el rezo apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la relación con el misterio de Cristo que se está contemplando. Pero es precisamente el relieve que se da al nombre de Jesús y a su misterio lo que caracteriza una recitación consciente y fructuosa del Rosario (N. 33)

Debemos ser capaces de visualizar que en el Rosario repetimos 50 veces que Jesús es bendito. Es Jesús el que está en el centro del Ave María. Son los misterios de su vida los que contemplamos, y la intercesión que pedimos a su madre va dirigida a Él.

El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología... Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. (N. 1)

Cuando hemos comprendido el sentido cristológico del Rosario podemos nuevamente leer a San Pablo:

Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre (Col 3, 17). Eso es el rezo del Santo Rosario, lo hacemos en nombre del Señor Jesús, acompañado de su madre.

Cada misterio nos transmite la vida de Jesús y nos invita a meditar en ello. La vida de oración conlleva vivir distintos momentos de espiritualidad. Para cualquier cristiano no en todos los momentos pasamos por lo mismo. Esto lo reconocen hasta los no católicos. Pues el Rosario nos permite meditar estos distintos momentos de la vida de Cristo.

Dolorosos:
Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado. (1 Cor 2, 2). Los misterios dolorosos nos llevan a meditar sobre los momentos más duros de la vida de Cristo cuando ya está pronto a culminar su misión. En cada misterio doloroso se abre la dimensión del dolor, del sufrimiento, pero de uno que realmente logra dar fruto. Cuando meditamos los misterios dolorosos podemos reconocer nuestros pecados, saber qué hay situaciones difíciles que atravesar, pero que de la mano de Dios salimos adelante. En cada Ave María podemos ir meditando los momentos difíciles que padecemos, podemos recordar lo que padeció el Señor.

Gozosos:
"No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor". (Lc 2, 10b-11). Los misterios gozosos nos llevan por los inicios de la vida del Señor y poder ver esos momentos como experiencias de gozo. Todos pasamos por momentos así, y comprendemos que en el seguir a Cristo, no todo es cruz aunque todo sea el camino a la Cruz. Hay momentos de alegría, de gozo, que incluso en los difíciles nos llenamos de esperanza. Nuestro Dios nos permite vivir estos momentos y debemos en cada Ave María meditar por esas bendiciones que recibimos y que a veces no agradecemos al Señor.

Gloriosos:
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. (Rom 6, 8-10)

Los misterios gloriosos centran nuestra esperanza en lo que viene después de lo que simplemente vemos. Estos misterios nos enseñan que en Dios no hay fracaso, y que después de la muerte llegó la Resurrección de Cristo. Estos misterios nos llenan de la esperanza de saber el camino de Cristo luego de vencer la muerte. En cada Ave María debemos meditar en la victoria de Cristo y en llenarnos de fuerza para venciendo el mal, gozar de la Resurrección que nos espera y aguarda.

Luminosos:
Porque el mismo Dios que dijo: "Brille la luz en medio de las tinieblas", es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. (2 Cor 4, 6)

Estos misterios nos revelan a Cristo en momentos importantes y trascendentales. Los misterios luminosos nos deben llevar a iluminar nuestra vida de la presencia de Cristo. En cada Ave Maria debemos clamar esa luz de Cristo que pueda sacar las tinieblas y el pecado, que nos enderecen el camino y no permitan que nos alejemos.

Después del rezo meditado del Santo Rosario deberíamos sentirnos como los discípulos de Emaús cuando dicen:

"¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc 24, 32)

Cada Rosario rezado es un encuentro con Jesús a través de María, y con ella recorrer la vida de Jesús para ser verdaderos discípulos. No temamos ir de la mano de la buena madre, porque en el Rosario ella nos dice: ¡hagan lo que él les diga!

Fuente, catolicosfirmesensufe.org

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