¿POR QUÉ EL DEMONIO LE TEME A LA VIRGEN MARÍA?
Por: Abel Camasca
Los demonios fueron ángeles ¿Por qué temerle a una humilde mujer?
En las Sagradas Escrituras Dios revela la lucha que existe entre el bien y el mal desde los orígenes y que permanece hasta nuestros días. En este combate, el auxilio maternal de María juega un rol importante, especialmente en la lucha contra el demonio que le teme de manera particular a la Madre de Dios.
El famoso exorcista P. Gabriele Amorth al ser preguntado sobre el intercesor más efectivo de todos, contestó a ACI Prensa sin dudar: "por supuesto que la Virgen es la más efectiva. ¡Y cuando la invocas como María!"
"Una vez le pregunté a Satanás: ‘¿pero por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?’ Me contestó: ‘porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él’”, contó el sacerdote.
El P. José Fortea, otro reconocido exorcista, en su libro “Exorcística”, indica dentro de sus consideraciones pastorales en el ministerio del exorcismo que “es muy conveniente que las personas del equipo del exorcista se consagren a María”.
Más adelante señala: “tenemos que reconocer que somos tan poca cosa, tan débiles, que lo único que podemos hacer en esta lucha espiritual es ocultarnos bajo el manto de María, incluso en su santísimo vientre como un niño que está en su seno, tranquilo y dejándose llevar”.
Lo que dicen los Santos
San Efrén solía llamar a la devoción a María como la “carta de libertad o salvoconducto para liberarse del infierno”. Mientras que a San Hugo de Cluny, la Madre de Dios se le presentó como la vencedora de Satanás.
En tiempos de Santa Catalina de Siena, Dios le dijo a la Santa: “por mi bondad, y en reverencia al misterio de la Encarnación, he concedido a María, Madre de mi Unigénito Hijo, la gracia de que ningún pecador, por grande que sea, que se encomiende devotamente, llegue a perder su alma en el fuego del infierno”.
Se dice que Santa Brígida tenía un hijo rebelde que decidió irse al ejército y en la guerra perdió la vida. Una noche la Santa tuvo un sueño en el que vio que al trono de Dios llegaban los ángeles de la oscuridad a protestar.
“Venimos a quejarnos porque nosotros tenemos permiso de acercarnos a los moribundos a llevarles tentaciones de desesperación. Pero hace unos días murió el hijo de Brígida, y cuando él estaba herido agonizando, llegó María, la Madre de Jesús, y nos alejó a todos de allí”, dijeron los malignos.
Jesucristo miró a su Madre y la Virgen le dijo: “Hijo: la madre de este joven me había rogado tanto por él, que yo consideré como un gran deber acompañarlo en la hora de su muerte, y como no había sacerdote cercano, le inspiré que hiciera un acto de contrición y muriera rezando con mucho fervor”.
Entonces el Señor dijo a los demonios: “Lo que mi Madre hace está bien hecho, alejaos vosotros de aquí”. Después de aquel sueño, Santa Brígida no volvió a angustiarse por la suerte eterna de su hijo.
Cabe aquí recordar que dentro de las armas poderosas para ganar almas y contra los enemigos de la fe está el Rosario, tal como se lo reveló la Santísima Virgen a Santo Domingo de Guzmán.
Una de las imágenes que más retrata la fuerza de María es en la que aparece ella aplastando la cabeza de la serpiente y que tiene referencia al libro del Génesis (3, 15), cuando Dios dice al enemigo: “enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”.
San Juan Pablo II afirmó que “el Hijo de María obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado. Como consecuencia, el Hijo le concedió el poder de resistir al demonio, realizando así en el misterio de la Inmaculada Concepción el más notable efecto de su obra redentora”.
En cierta ocasión el Santo Cura de Ars interrogó a un poseso: “¿Te posesionarás tú de nuestro país (Francia)?” –Y él contestó: “No puedo hacerlo porque esa Señora que Uds. llaman Virgen María, se pasea de norte a sur y de occidente a oriente impidiéndome actuar”.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:
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Los demonios fueron ángeles ¿Por qué temerle a una humilde mujer?
En las Sagradas Escrituras Dios revela la lucha que existe entre el bien y el mal desde los orígenes y que permanece hasta nuestros días. En este combate, el auxilio maternal de María juega un rol importante, especialmente en la lucha contra el demonio que le teme de manera particular a la Madre de Dios.
El famoso exorcista P. Gabriele Amorth al ser preguntado sobre el intercesor más efectivo de todos, contestó a ACI Prensa sin dudar: "por supuesto que la Virgen es la más efectiva. ¡Y cuando la invocas como María!"
"Una vez le pregunté a Satanás: ‘¿pero por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?’ Me contestó: ‘porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él’”, contó el sacerdote.
El P. José Fortea, otro reconocido exorcista, en su libro “Exorcística”, indica dentro de sus consideraciones pastorales en el ministerio del exorcismo que “es muy conveniente que las personas del equipo del exorcista se consagren a María”.
Más adelante señala: “tenemos que reconocer que somos tan poca cosa, tan débiles, que lo único que podemos hacer en esta lucha espiritual es ocultarnos bajo el manto de María, incluso en su santísimo vientre como un niño que está en su seno, tranquilo y dejándose llevar”.
Lo que dicen los Santos
San Efrén solía llamar a la devoción a María como la “carta de libertad o salvoconducto para liberarse del infierno”. Mientras que a San Hugo de Cluny, la Madre de Dios se le presentó como la vencedora de Satanás.
En tiempos de Santa Catalina de Siena, Dios le dijo a la Santa: “por mi bondad, y en reverencia al misterio de la Encarnación, he concedido a María, Madre de mi Unigénito Hijo, la gracia de que ningún pecador, por grande que sea, que se encomiende devotamente, llegue a perder su alma en el fuego del infierno”.
Se dice que Santa Brígida tenía un hijo rebelde que decidió irse al ejército y en la guerra perdió la vida. Una noche la Santa tuvo un sueño en el que vio que al trono de Dios llegaban los ángeles de la oscuridad a protestar.
“Venimos a quejarnos porque nosotros tenemos permiso de acercarnos a los moribundos a llevarles tentaciones de desesperación. Pero hace unos días murió el hijo de Brígida, y cuando él estaba herido agonizando, llegó María, la Madre de Jesús, y nos alejó a todos de allí”, dijeron los malignos.
Jesucristo miró a su Madre y la Virgen le dijo: “Hijo: la madre de este joven me había rogado tanto por él, que yo consideré como un gran deber acompañarlo en la hora de su muerte, y como no había sacerdote cercano, le inspiré que hiciera un acto de contrición y muriera rezando con mucho fervor”.
Entonces el Señor dijo a los demonios: “Lo que mi Madre hace está bien hecho, alejaos vosotros de aquí”. Después de aquel sueño, Santa Brígida no volvió a angustiarse por la suerte eterna de su hijo.
Cabe aquí recordar que dentro de las armas poderosas para ganar almas y contra los enemigos de la fe está el Rosario, tal como se lo reveló la Santísima Virgen a Santo Domingo de Guzmán.
Una de las imágenes que más retrata la fuerza de María es en la que aparece ella aplastando la cabeza de la serpiente y que tiene referencia al libro del Génesis (3, 15), cuando Dios dice al enemigo: “enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”.
San Juan Pablo II afirmó que “el Hijo de María obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado. Como consecuencia, el Hijo le concedió el poder de resistir al demonio, realizando así en el misterio de la Inmaculada Concepción el más notable efecto de su obra redentora”.
En cierta ocasión el Santo Cura de Ars interrogó a un poseso: “¿Te posesionarás tú de nuestro país (Francia)?” –Y él contestó: “No puedo hacerlo porque esa Señora que Uds. llaman Virgen María, se pasea de norte a sur y de occidente a oriente impidiéndome actuar”.
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