LA MAGIA BLANCA, ¿ES BUENA O MALA?
Por Pbro. Sergio G. Román
Algunos dicen que se puede influir para hacer el bien. ¿Qué opina la Iglesia?
El estadounidense David Copperfield fue capaz de “desaparecer” la Estatua de la Libertad ante los ojos atónitos de los espectadores y de las cámaras de televisión. ¿Mago?, no, tan sólo un prestidigitador; quizás el más famoso del mundo y el mejor pagado.
Prestidigitación significa rapidez de los dedos. Es un arte –de la ilusión y del engaño- tan deseado, que hasta pagamos por verlo. Allí no hay magia, hay habilidad, y si a la prestidigitación la llamamos “magia blanca”, entonces no tiene nada de malo, y es perfectamente lícita. Pero la magia blanca es otra cosa.
¿Qué es la magia?
Los diccionarios definen la palabra “magia” como el arte de influir en el curso de los acontecimientos o adquirir conocimientos por medios sobrenaturales, o como el arte o ciencia oculta con que se pretende producir -valiéndose de ciertos actos o palabras o con la intervención de seres imaginables- resultados contrarios a las leyes naturales.
Sobre esto, el Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro: “todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios”.
Para el común de las personas, la magia blanca es aquella que se usa para obtener algo bueno o para defenderse de la magia negra, que es cuando se busca el mal de otro. Las personas creen que por tener el calificativo de “blanca” es buena y pagan por ella.
¿Se vale la magia blanca?
Podríamos pensar que el hecho de buscar el bien de los demás o la defensa del mal podrían ser motivo de que fuera lícito el uso de la magia blanca. Ésta es la creencia general e incluso algunas brujas que practican este tipo de magia hacen gala de que son muy católicas y de que aman a la Virgencita de Guadalupe.
Pero la magia blanca es mala, no porque busque el bien de los demás, sino porque en sí misma es una superstición y atenta contra el culto debido a Dios; en concreto, contra el primer mandamiento.
Y es que la magia consiste en atribuirle a las criaturas el poder que solamente Dios tiene. La magia implica una ofensa a Dios cuando tratamos de obligarlo a hacer nuestra voluntad con recursos que consideramos infalibles porque guardan en sí mismos un poder sobre Dios al que Él no puede resistirse.
Y si hablamos de la magia negra, que se caracteriza por la invocación de las potencias malignas para hacer el mal, ¡por supuesto que es mala!
¿Existe realmente la magia?
En esto hay que ser muy prudentes para no pecar de ingenuidad ni de incredulidad. Puede ser que algún brujo tenga un pacto con Satanás y pueda hacer uso de la magia negra para causar el mal. Puede ser, pero la mayor parte de las veces, los brujos, adivinadores y demás son charlatanes que lucran con la ignorancia humana. También puede suceder que haya brujos convencidos de que lo son y, entonces, ellos son los primeros engañados.
Es muy cierto que la magia forma parte de nuestra cultura ancestral, pero los que buscamos ser discípulos de Jesús debemos hacer un esfuerzo para liberarnos de esas prácticas que ofenden a Dios, porque sustituyen la fe, es decir, la confianza que deberíamos tener en Dios y sólo en Él.
Para un buen cristiano los consejos de magia que escuchamos continuamente por la radio y la televisión deberían de ser motivo de preocupación porque denotan la ausencia del Evangelio en nuestro mundo. “El que no conoce a Dios, ante cualquier palo se hinca”.
¡Librémonos de la magia!
Magia son:
• Las famosas cadenas de cartas, las novenas infalibles para obligar a Dios a conceder un favor.
•El sobar una imagen para después sobarnos a nosotros.
•El bañarnos con agua bendita.
•El usar calzones rojos o amarillos y sacar a pasear las maletas en año nuevo.
•Magia es llevar a bendecir semillas que no vamos a sembrar y preciosos borreguitos lanudos para obtener “lana”.
•Magia son esas herraduras, ajos, piedras, imanes, cruces hechas de ocote adornadas de color rojo y con múltiples estampas de la Virgen y de los santos que se utilizan como amuletos.
•Magia es la palma bendita puesta detrás de la puerta para que se vayan los malos vecinos.
•Magia es prender velas de diferentes colores para conseguir dinero, amor, salud, venganza.
•Magia son las limpias que se acostumbran en nuestras familias desde hace muchas generaciones.
Fuente, desdelafe.mx
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https://www.facebook.com/defiendetufecatolico/
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Por Pbro. Sergio G. Román
Algunos dicen que se puede influir para hacer el bien. ¿Qué opina la Iglesia?
El estadounidense David Copperfield fue capaz de “desaparecer” la Estatua de la Libertad ante los ojos atónitos de los espectadores y de las cámaras de televisión. ¿Mago?, no, tan sólo un prestidigitador; quizás el más famoso del mundo y el mejor pagado.
Prestidigitación significa rapidez de los dedos. Es un arte –de la ilusión y del engaño- tan deseado, que hasta pagamos por verlo. Allí no hay magia, hay habilidad, y si a la prestidigitación la llamamos “magia blanca”, entonces no tiene nada de malo, y es perfectamente lícita. Pero la magia blanca es otra cosa.
¿Qué es la magia?
Los diccionarios definen la palabra “magia” como el arte de influir en el curso de los acontecimientos o adquirir conocimientos por medios sobrenaturales, o como el arte o ciencia oculta con que se pretende producir -valiéndose de ciertos actos o palabras o con la intervención de seres imaginables- resultados contrarios a las leyes naturales.
Sobre esto, el Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro: “todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios”.
Para el común de las personas, la magia blanca es aquella que se usa para obtener algo bueno o para defenderse de la magia negra, que es cuando se busca el mal de otro. Las personas creen que por tener el calificativo de “blanca” es buena y pagan por ella.
¿Se vale la magia blanca?
Podríamos pensar que el hecho de buscar el bien de los demás o la defensa del mal podrían ser motivo de que fuera lícito el uso de la magia blanca. Ésta es la creencia general e incluso algunas brujas que practican este tipo de magia hacen gala de que son muy católicas y de que aman a la Virgencita de Guadalupe.
Pero la magia blanca es mala, no porque busque el bien de los demás, sino porque en sí misma es una superstición y atenta contra el culto debido a Dios; en concreto, contra el primer mandamiento.
Y es que la magia consiste en atribuirle a las criaturas el poder que solamente Dios tiene. La magia implica una ofensa a Dios cuando tratamos de obligarlo a hacer nuestra voluntad con recursos que consideramos infalibles porque guardan en sí mismos un poder sobre Dios al que Él no puede resistirse.
Y si hablamos de la magia negra, que se caracteriza por la invocación de las potencias malignas para hacer el mal, ¡por supuesto que es mala!
¿Existe realmente la magia?
En esto hay que ser muy prudentes para no pecar de ingenuidad ni de incredulidad. Puede ser que algún brujo tenga un pacto con Satanás y pueda hacer uso de la magia negra para causar el mal. Puede ser, pero la mayor parte de las veces, los brujos, adivinadores y demás son charlatanes que lucran con la ignorancia humana. También puede suceder que haya brujos convencidos de que lo son y, entonces, ellos son los primeros engañados.
Es muy cierto que la magia forma parte de nuestra cultura ancestral, pero los que buscamos ser discípulos de Jesús debemos hacer un esfuerzo para liberarnos de esas prácticas que ofenden a Dios, porque sustituyen la fe, es decir, la confianza que deberíamos tener en Dios y sólo en Él.
Para un buen cristiano los consejos de magia que escuchamos continuamente por la radio y la televisión deberían de ser motivo de preocupación porque denotan la ausencia del Evangelio en nuestro mundo. “El que no conoce a Dios, ante cualquier palo se hinca”.
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• Las famosas cadenas de cartas, las novenas infalibles para obligar a Dios a conceder un favor.
•El sobar una imagen para después sobarnos a nosotros.
•El bañarnos con agua bendita.
•El usar calzones rojos o amarillos y sacar a pasear las maletas en año nuevo.
•Magia es llevar a bendecir semillas que no vamos a sembrar y preciosos borreguitos lanudos para obtener “lana”.
•Magia son esas herraduras, ajos, piedras, imanes, cruces hechas de ocote adornadas de color rojo y con múltiples estampas de la Virgen y de los santos que se utilizan como amuletos.
•Magia es la palma bendita puesta detrás de la puerta para que se vayan los malos vecinos.
•Magia es prender velas de diferentes colores para conseguir dinero, amor, salud, venganza.
•Magia son las limpias que se acostumbran en nuestras familias desde hace muchas generaciones.
Fuente, desdelafe.mx
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