IVAN MERZ, APÓSTOL DE LOS JÓVENES
10 mayo
"Joven brillante, supo multiplicar los ricos talentos naturales de que estaba dotado y obtuvo numerosos éxitos humanos... Ao que le introduce en el coro de los beatos es su éxito ante Dios. En efecto, la gran aspiración de toda su vida consistió en "no olvidar jamás a Dios y desear siempre unirse a Él". En todas sus actividades puso de manifiesto "la sublimidad del conocimiento de Jesucristo", y se dejó" conquistar" por Él".
Juan Pablo II en la homilía de beatificación del siervo de Dios Iván Merz.
Banja Luka Domingo 22-junio-2003.
Nació en la ciudad croata de Banja Luka el 16 de diciembre de 1896 durante la ocupación en Bosnia del imperio austro-húngaro. Recibió el bautismo el 2 de febrero de 1897.Miembro de una familia liberal, ingresó por voluntad de sus padres en la Academia militar de Wiener Noustadt pero al cabo de tres meses, dada la corrupción del ambiente, finalmente la abandonó.
Contaba dieciocho años cuando comenzó a trabajar en serio. "Aut catholicus aut nihil" - "O católico o nada", anotó en su Diario. El profesor Marakovic ponía a su disposición las herramientas necesarias. La lucha fue ardua, difícil, reconoce el mismo Merz, pero el luchador supo vitalizar sus fuerzas con, diríamos hoy, vitaminas apropiadas. La oración, la meditación, los ejercicios espirituales, la confesión, la comunión, la mortificación corporal y sobre todo la castidad fueron los pilares de su desarrollo espiritual. En la Virgen María, especialmente bajo su advocación de Lourdes, encontró Madre y Protectora. Y justo en la festividad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1815, hace votos de castidad hasta el matrimonio, que luego prolongará hasta su muerte.
Movido por el ejemplo de su profesor Ljubomir Marakovic, del que también se sentía deudor en su formación católica, inició sus estudios en la universidad de Viena para ser profesor y dedicarse a la instrucción y educación de los jóvenes de Bosnia. Tuvo que interrumpirlos para enrolarse en el ejército en marzo de 1916 y ser enviado al frente italiano (1917-1918). Todos los horrores de que tuvo que ser testigo durante la guerra le llevaron a madurar espiritualmente, ponerse en manos de Dios y determinarse a luchar por alcanzar la perfección cristiana.
Comenzó a escribir su diario íntimo durante sus estudios de secundaria, prosiguiéndolo en los años que transcurrió en el ejército.
“ No tengo la Santa Eucaristía -escribe el 9 de septiembre de 1917. Vivo aquí como un pagano o una fiera, como si el Agnus no fuera ya el centro del cosmos, como si no existiera para nada.” Tenía presente en su vida el problema del amor y luego del dolor y la muerte, que resolvía a la luz de la fe.

Su santidad no fue fácil, sostenida por un intenso programa espiritual. Así el 5 de febrero de 1918, en el frente de batalla escribió: “Nunca olvidarse de Dios. Desear siempre unirse a Él. Cada día, preferentemente al alba, dedicarse a la meditación, a la oración, tal vez cerca de la Eucaristía o durante la santa misa. En esos momentos se han de hacer los proyectos para la jornada que comienza, se examinan los propios defectos, y se pide la gracia para superar todas las debilidades. Sería terrible que esta guerra no me produjera ningún efecto positivo... Debo comenzar una vida regenerada con el espíritu del nuevo conocimiento del catolicismo. Confío sólo en la ayuda del Señor, porque el hombre no puede hacer nada por sí mismo".
Después de la Primera Guerra Mundial finalizó sus estudios de filosofía en Viena; estudió en la Sorbona y en el Instituto Católico (1920-1922, París) y se doctoró en filosofía en la universidad de Zagreb con su tesis sobre “La influencia de la liturgia en los escritores franceses desde Chateaubriand hasta nuestros días” (1923). Fue profesor de lengua y literatura francesa y alemana en el Instituto arzobispal de Zagreb.
Oía Misa todos los días, comulgaba diariamente (algo muy raro para aquella época), leía el breviario (como si fuera sacerdote), rezaba el rosario, meditaba, adoraba, hacía penitencia; ayudaba a los pobres (el 10 % de su sueldo iba para ellos)... Todo esto bajo la batuta de un jesuita, hombre probo y ducho en la conducción de las almas.
El progreso espiritual de Iván era más que evidente. Lo demostrarán sus famosas "Decisiones" que nacieron en París y quedaron desconocidas hasta que fueran descubiertas después de su muerte.
Formó parte activa de la Liga de los jóvenes católicos croatas, de la Liga croata de los Águilas e inauguró en Croacia la Acción Católica para contribuir a la formación de apóstoles de la santidad. Promotor también de la renovación litúrgica.
Estando en el mundo para santificar el mundo, a él tampoco le faltaron incomprensiones y dificultades. “Con su mente y su corazón se hallaba inmerso en lo sobrenatural”. Convencido de que el medio más eficaz para la salvación de las almas es el sufrimiento ofrecido al Señor, ofrecía sus penas físicas y morales para la bendición de sus actividades apostólicas. Eligió como lema: “Sacrificio, Eucaristía y apostolado.”
Murió en Zagreb, Iván Merz murió de meningitis luego de una operación de sinusitis, el 10 de mayo de 1928, a los 32 años de edad.
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10 mayo
"Joven brillante, supo multiplicar los ricos talentos naturales de que estaba dotado y obtuvo numerosos éxitos humanos... Ao que le introduce en el coro de los beatos es su éxito ante Dios. En efecto, la gran aspiración de toda su vida consistió en "no olvidar jamás a Dios y desear siempre unirse a Él". En todas sus actividades puso de manifiesto "la sublimidad del conocimiento de Jesucristo", y se dejó" conquistar" por Él".
Juan Pablo II en la homilía de beatificación del siervo de Dios Iván Merz.
Banja Luka Domingo 22-junio-2003.
Nació en la ciudad croata de Banja Luka el 16 de diciembre de 1896 durante la ocupación en Bosnia del imperio austro-húngaro. Recibió el bautismo el 2 de febrero de 1897.Miembro de una familia liberal, ingresó por voluntad de sus padres en la Academia militar de Wiener Noustadt pero al cabo de tres meses, dada la corrupción del ambiente, finalmente la abandonó.
Contaba dieciocho años cuando comenzó a trabajar en serio. "Aut catholicus aut nihil" - "O católico o nada", anotó en su Diario. El profesor Marakovic ponía a su disposición las herramientas necesarias. La lucha fue ardua, difícil, reconoce el mismo Merz, pero el luchador supo vitalizar sus fuerzas con, diríamos hoy, vitaminas apropiadas. La oración, la meditación, los ejercicios espirituales, la confesión, la comunión, la mortificación corporal y sobre todo la castidad fueron los pilares de su desarrollo espiritual. En la Virgen María, especialmente bajo su advocación de Lourdes, encontró Madre y Protectora. Y justo en la festividad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1815, hace votos de castidad hasta el matrimonio, que luego prolongará hasta su muerte.
Movido por el ejemplo de su profesor Ljubomir Marakovic, del que también se sentía deudor en su formación católica, inició sus estudios en la universidad de Viena para ser profesor y dedicarse a la instrucción y educación de los jóvenes de Bosnia. Tuvo que interrumpirlos para enrolarse en el ejército en marzo de 1916 y ser enviado al frente italiano (1917-1918). Todos los horrores de que tuvo que ser testigo durante la guerra le llevaron a madurar espiritualmente, ponerse en manos de Dios y determinarse a luchar por alcanzar la perfección cristiana.
Comenzó a escribir su diario íntimo durante sus estudios de secundaria, prosiguiéndolo en los años que transcurrió en el ejército.
“ No tengo la Santa Eucaristía -escribe el 9 de septiembre de 1917. Vivo aquí como un pagano o una fiera, como si el Agnus no fuera ya el centro del cosmos, como si no existiera para nada.” Tenía presente en su vida el problema del amor y luego del dolor y la muerte, que resolvía a la luz de la fe.

Su santidad no fue fácil, sostenida por un intenso programa espiritual. Así el 5 de febrero de 1918, en el frente de batalla escribió: “Nunca olvidarse de Dios. Desear siempre unirse a Él. Cada día, preferentemente al alba, dedicarse a la meditación, a la oración, tal vez cerca de la Eucaristía o durante la santa misa. En esos momentos se han de hacer los proyectos para la jornada que comienza, se examinan los propios defectos, y se pide la gracia para superar todas las debilidades. Sería terrible que esta guerra no me produjera ningún efecto positivo... Debo comenzar una vida regenerada con el espíritu del nuevo conocimiento del catolicismo. Confío sólo en la ayuda del Señor, porque el hombre no puede hacer nada por sí mismo".
Después de la Primera Guerra Mundial finalizó sus estudios de filosofía en Viena; estudió en la Sorbona y en el Instituto Católico (1920-1922, París) y se doctoró en filosofía en la universidad de Zagreb con su tesis sobre “La influencia de la liturgia en los escritores franceses desde Chateaubriand hasta nuestros días” (1923). Fue profesor de lengua y literatura francesa y alemana en el Instituto arzobispal de Zagreb.
Oía Misa todos los días, comulgaba diariamente (algo muy raro para aquella época), leía el breviario (como si fuera sacerdote), rezaba el rosario, meditaba, adoraba, hacía penitencia; ayudaba a los pobres (el 10 % de su sueldo iba para ellos)... Todo esto bajo la batuta de un jesuita, hombre probo y ducho en la conducción de las almas.
El progreso espiritual de Iván era más que evidente. Lo demostrarán sus famosas "Decisiones" que nacieron en París y quedaron desconocidas hasta que fueran descubiertas después de su muerte.
Formó parte activa de la Liga de los jóvenes católicos croatas, de la Liga croata de los Águilas e inauguró en Croacia la Acción Católica para contribuir a la formación de apóstoles de la santidad. Promotor también de la renovación litúrgica.
Estando en el mundo para santificar el mundo, a él tampoco le faltaron incomprensiones y dificultades. “Con su mente y su corazón se hallaba inmerso en lo sobrenatural”. Convencido de que el medio más eficaz para la salvación de las almas es el sufrimiento ofrecido al Señor, ofrecía sus penas físicas y morales para la bendición de sus actividades apostólicas. Eligió como lema: “Sacrificio, Eucaristía y apostolado.”
Murió en Zagreb, Iván Merz murió de meningitis luego de una operación de sinusitis, el 10 de mayo de 1928, a los 32 años de edad.
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