Especial de recuento |
Por Juan M. Rodea
El #Afteroffice (Parte 4): ¿Qué pasa si la virtud es puesta a prueba?
Es fácil reconocer tomarle gusto a algo o enamorarse de una causa o una persona a través del gozo, la alegría siempre nos va a inducir al optimismo..., sin embargo, esta situación no es posible encontrarla siempre, hay veces en las que nada el pato y otras que ni agua bebe, no todo es miel sobre hojuelas y muchas veces la realidad no será precisamente color de rosa.
Habrá ocasiones en las que nos sintamos tristes, solos, desesperados, enojados, cansados, desanimados..., podríamos estar dudando de lo que nos depara la Providencia y hasta sentirnos abandonados, siempre en algún momento de la vida nos ha pasado: perder a un ser querido, un empleo, quebrar un negocio poco tiempo después de emprenderlo o incluso desde antes de hacerlo, vivir alejados de nuestra familia o amigos por un tiempo, amar a alguien sin ser correspondidos..., alguna vez algo de esto fue parte de tu vivir y lo ha sido también del mío, dudar es un proceso natural que bien debe ser reflexionado a la Luz de la Palabra:
En efecto, los tiempos difíciles lejos de distanciarnos de Dios nos ayudan a valorar su Presencia y nos ayudan a desarrollar un sentido de resiliencia, de ello debemos de tener aunque sea un poco arraigada la certeza, y para ello bien hacemos en cuestionar de qué tipo de certeza se trata, cuestión de reconocer e identificar la base de nuestra confianza:
Teniendo eso presente queda preguntarnos si puede la vida fraterna ser parte de nuestro diario acontecer, porque una vida de Fe podría ayudarnos a alcanzar una Esperanza perfecta en el Amor:
En la línea de esa vida fraterna, la Fe ha de descubrirnos una ruta marcada por el Amor (Lumen Fidei, Num. 7), una ruta con retos a enfrentar para poder creer plenamente en ese Amor que proviene de Dios y que parte desde todas las áreas de nuestra vida y a de conducirnos en todo momento:
Y meditando en torno a una reflexión de San Agustín sobre el Salmo 41, sobre si el corazón del hombre puede ser considerado un abismo, es preciso reparar en que si hemos descubierto al fin que al creer, esperar y amar en Dios se encuentra la Plenitud y la felicidad de la vida, qué es lo que estamos esperando para realizarnos en Él:
Esa Luz al final del tunel naturalmente es el Cielo para nosotros, esa felicidad que nunca se acaba y cuyo camino buscamos incansablemente en esta vida (Veritatis Splendor, Num. 30), naturalmente para poder alcanzar esa Gloria tenemos un Gran Regalo, un Misterio asombroso que de la Iglesia recibimos: la Economía de la Salvación:
Y una vez reconocido este Gran Misterio que hemos de poder recibir dignamente una vez trabajada la Fe en esas virtudes y la madurez de la razón, lo que sigue es identificar algo bien importante: ¿cuáles son aquellos medios principales con los que podemos disponer de la Economía de la Salvación?
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