Especial de recuento |
Por Juan M. Rodea
El #Afteroffice (Parte 7): ¿después de la Expansión del Reino qué sigue?
Después del Encuentro al igual que María que fue increpada con la interrogante sobre su búsqueda de Cristo entre los muertos, somos nosotros interrogados en la misma línea, ¿y cómo vivir ese Encuentro y compartirlo?:
Por ello llega el momento en el que nos preguntamos qué podemos dar como hombres a la sociedad, ya que como Iglesia podemos sacar provecho del tesoro de la Gracia para transformar nuestro mundo y contribuir a la integración en él de los hombres y mujeres:
Sigue entonces el ejemplo de María que en su obediencia cuestiona a la Providencia los pasos a seguir para poder llevar a cabo su aceptación, y bien podemos trabajar nuestra voluntad para lograr esa entrega y docilidad que es propia de María y que abre nuestra vida a la Voluntad de Dios:
Ya que tenemos nuestro conocimiento del rostro del mundo en el que vivimos para llevar a cabo el Proyecto de Dios podemos contribuir en la forma en que podrá el mundo subsistir para que la sociedad viva de manera fraterna, cuestión de entender cuál es el compromiso de la Iglesia para lograrlo y ejecutarlo:
Teniendo esto en mente es posible darnos cuenta cuánto mal hay en el mundo, la respuesta sobre nuestra labor es saber qué tan alineado está nuestro proyecto de vida con la propuesta de Salvación que tiene la Iglesia para el mundo:
Ir entendiendo el significado del Plan de Salvación por medio de la Efusión del Espíritu Santo nos permite transformar nuestra persona desde el interior para con nuestra voluntad transformar el entorno, necesitamos conocer cuál es el reto principal para recibir la efusión del Espíritu Santo y unirnos a su acción en el peregrinaje de nuestra Iglesia en estos tiempos:
Debemos por ende ser responsables a lo que hemos de entregarle a Dios con nuestra vida y obras porque de ello depende la construcción de la civilización del Amor:
Con esta consigna en mente, cuando llega el tiempo de entrega Jesús mismo nos pregunta si somos y/o queremos ser parte de su familia, de esa Iglesia cuya Misión es construir esa civilización del Amor:
¿Dónde estamos pues los laicos?, es preciso responder desde nuestro lugar para entregar los resultados que nos toca santificando lo cotidiano:
No olvidemos que la esencia del Amor verdadero es la vida y que también a nosotros nos corresponde vencer con y por la vida en nombre del Amor con todos los medios a nuestro alcance.
Queda concluir con lo siguiente: ¿qué tanto se logró en todo este tiempo?
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