CONSEJOS DE UNA MORIBUNDA
Estando casi para morir, Jacinta, una de los videntes de Fátima, le dijo a la Madre Superiora que había ido a visitarla:
—Madrina, rece mucho por los pecadores; rece mucho por los sacerdotes; rece mucho por los religiosos; rece mucho por los gobiernos. Los sacerdotes deben ocuparse de su ministerio eclesiástico. Los sacerdotes tienen que ser castos. La desobediencia de los sacerdotes y de los religiosos a sus superiores ofende mucho a Dios.
Luego agregó:
—No ame las riquezas. Huya del lujo. Sea muy amiga de la santa pobreza y del silencio. Tenga mucha caridad con los malos. No hable mal de nadie y evite a los que hablan mal de los demás. Tenga mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al Cielo. La mortificación y los sacrificios son muy agradables a Dios Nuestro Señor. Con mucho gusto me haría religiosa, pero más me gusta ir al Cielo. Para ser religiosa es necesario ser muy limpia y casta de alma y de cuerpo.
La Madre Superiora le preguntó si sabía lo que significaba ser casto. Jacinta contestó:
—Ser limpia de cuerpo quiere decir guardar la castidad; ser limpia de alma significa cuidarse de no pecar: no mirar cosas deshonestas; no robar ni mentir jamás, sino decir siempre la verdad, aunque nos cueste un sacrificio.
La Superiora le preguntó quién le había enseñado todas esas cosas. Jacinta respondió:
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