¿Cómo orar?: la oración como un intento de acercarnos a Dios(Parte 2) |
Por Juan M. Rodea
¿Es la oración un intento de acercarnos a Dios?, anoche nos preguntábamos eso al buscar una forma concreta no sólo de definir la oración desde lo más básico, sino también de cómo iniciar una vida de oración: aquí es donde es de vital importancia entender que NO ES ALGO EXCLUSIVO DE LOS RECIÉN CONVERSOS, por el contrario, todos los creyentes vivimos altibajos en nuestro Camino de Fe, y así como en los momentos de bonanza podemos olvidarnos de orar por sentirnos consciente o inconscientemente autosuficientes, en los momentos de adversidad podemos estar atolondrados, confundidos y con miles de dudas, incluida la forma de orar y de forma más acentuada cuando estuvimos orando por algo en particular... y ese algo jamás sucedió o incluso pasó todo lo contrario a lo que pedimos, o sea que si perdemos el ritmo de la oración por falta de agradecimiento o por debilidad después de una batalla perdida, replantearnos la forma en la que lo hacíamos (peticiones, horas, agradecimientos, desahogo, incluso quejas, etc.), es "en verdad justo y necesario"... ¿te suena familiar?
¿"En verdad es justo y necesario"?
Pues tan imperativo y contundente es ese hecho de que es justo y necesario replantear nuestra vida de oración si es necesario desde el comienzo que forma parte de la Liturgia Eucarística, la más grande oración comunitaria que nos une y apremia a los cristianos católicos. (Además de que también dice "siempre y en todo lugar", y cuando dice "siempre" se refiere también a cualquier circunstancia).
¿Quieres comenzar desde el principio o por lo menos estar seguro(a) que todo intento por acercarte a Dios tiene un resultado por imperceptible que sea?, te dejo a disposición el programa inicial de #afteroffice de la semana pasada (lunes 7 de septiembre de 2020) en espera de que te ayude a abordar tu situación personal actual y que tu vida de oración parta desde el aquí y el ahora:
"Es nuestro deber y salvación"
¿Qué quiere decir que es imperativo?, que no es una sugerencia ni recomendación, mucho menos una petición, es una orden..., en términos de menor exigencia puedes comenzar a comprometerte con un deber o una encomienda -a fin de cuentas el nivel de compromiso es el mismo desde el principio-.
"El que te creo sin tí, sin tí no podrá salvarte."San Agustín de Hipona
Ante el miedo y el desconocimiento podemos interpretar este punto como "si no te comes la sopa no sales a jugar y te vas a tu habitación" o "el que no habla, Dios no lo oye", y sea el duro regaño o el angustiante refrán lo que te lleve a tenerle miedo a Dios como si fuera una especie de policía invisible pero omnipresente del pensamiento y la conducta, tu humana y natural reacción será no orar ante un Dios castigador. Si tu catequesis fue por esa línea, también es un buen momento de replantear: bien es cierto que Dios busca que la Justicia sea la respuesta ante todo mal, pero es equivocado que alguien te lo haya presentado como juez y verdugo que te condiciona tus actos y tu libertad. Antes bien, regresando a las dos afirmaciones anteriores: hay una coerción ante el niño a manera de lección por no comerse la sopa para que pueda entender mejor la consecuencia realmente dañina para su salud a consecuencia de no comer, como también para el distraído esa llamada de atención le presiona para que busque y acepte la ayuda directa de Dios que tan sólo está a una oración de distancia. El factor común en ambos casos: la búsqueda de un bien y la liberación de un mal que puedan resultar a consecuencia de nuestras decisiones.
Parafraseando a C.S. Lewis, podemos decirle a Dios que "nos deje en 'paz'" o aceptar su compañía aunque en el Camino haya peligros y penumbras, pero no podemos evitar las consecuencias de haberlo ignorado; Ayn Rand optó por lo primero a lo largo de su vida, y en su realización humana y su legado para la sociedad a la que tantas recomendaciones -buenas y malas- le dejó, pudo entre ellas aportar una lección de gran valor sobre las consecuencias de ignorar la realidad y esto aplica también para el autor de la realidad, y en esto consiste la Salvación, dejarnos ayudar del mal que nos atormenta por el pecado y sus consecuencias -aunque no lo hayamos propiciado nosotros-, o bien, de aquellos desastres que Dios permite que sucedan (cfr. Rom. 8,28) para que algo se solucione en el universo que Él creó en el Principio desde la nada y el caos (Gén. 1,1-2). Optar por lo segundo no tiene un comienzo tan complicado como se cree equivocadamente, tan sólo basta en voltear a nuestro lado para encontrarnos con su mirada compasiva para poder en confianza decirle: "acuérdate de mi cuando llegues a tu Reino" (Lc. 23,42).
Si, "al mal paso darle prisa", pero también "más vale paso, que dure que trote que canse", si descuidaste tu oración por la razón que sea y necesitas un nuevo impulso, reconoce tu cansancio, hidrátate bien e ingiere un poco más de calorías con el Espíritu Santo y comienza a andar a un paso que puedas aguantar hasta que incrementes tu resistencia, y aquí es donde vas a terminar preguntándote: ¿cómo medir mi progreso en la vida de oración?
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