En el templo de la Sagrada Familia, en la colonia Roma, de la Ciudad de México, yacen los restos del beato Miguel Agustín Pro, conocido con cariño como el Padre Pro, uno de los mártires de la llamada Guerra Cristera (1926-1929)
Cada 23 de noviembre, la Iglesia Católica celebra su memoria.
El fusilamiento del padre Miguel Agustín Pro ha sido visto por algunos historiadores como un posible acto del gobierno del presidente Elías Calles para poner fin a la Guerra Cristera, sin embargo, más bien fue un acto que ocasionó indignación.
Las crónicas recuerdan que más de 30 mil personas asistieron a su funeral y la comitiva fúnebre estuvo compuesta por más de 500 automóviles, por lo que lejos de amedrentar a los fieles, los alentó a aferrarse a su fe.
Su proceso de canonización no ha prosperado
El padre Pro es el más conocido de todos los mártires de aquella época, no obstante, su proceso de canonización no ha prosperado, entre otras cosas, por circunstancias marcadas por errores y accidentes de información.
La serie de testimonios sobre la fama de santidad del Padre Pro se han acumulado durante varios años. El primero data de 1930; cuando era postulador de esta causa de canonización el padre José Camarena. A este sacerdote acudieron personas que afirmaban haber recibido favores de Dios por intercesión del hasta ahora beato.
“Existen testimonios de incontables milagros del orden moral, esto es, que han servido para la transformación de la vida de la gente, pero la Santa Sede requiere de un milagro de orden físico para que no haya duda de la intervención divina en él, y para que pueda ser catalogado como la firma plausible de Dios que verifique la santidad de la persona”, decía.
“Hay un milagro documentado, certificado por tres médicos, a propósito de una intervención divina en Torreón, Coahuila. El expediente se envió a Roma en valija diplomática, a través del entonces Delegado Apostólico en México, pero la documentación jamás llegó a las oficinas vaticanas. Al paso de los años, cuando el mismo expediente se decidió enviar a la Santa Sede, uno de los médicos que habían avalado el presunto milagro se retractó, de modo que se tuvo que empezar de cero”, explicaba.
Las anteriores han sido solo algunos de los problemas para que su proceso de canonización avance.
San Juan Pablo II lo declaró beato en 1988
La vida y el martirio del Padre Pro está lo suficientemente documentada como para que san Juan Pablo II lo haya declarado beato el 25 de septiembre de 1988. Existe testimonio de que perdonó a sus verdugos y que al tiempo que recibió la descarga del pelotón gritó: ¡Viva Cristo Rey!
Su ejecución realizada por odio a la Iglesia no dejó dudas de su martirio, por ello, el proceso de beatificación fue iniciado poco después de su muerte.
Cada año sus devotos peregrinan en la Ciudad de México
Como una tradición cada 23 de noviembre, en el aniversario de su muerte, decenas de fieles realicen una peregrinación que va desde el actual edificio de la Lotería Nacional -lugar en que fue fusilado- hasta el templo de la Sagrada Familia, en que se encuentran sus restos.
La peregrinación realiza escalas en varias capillas temporales, así como en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, Reina de la Paz, en donde también estuvo el Padre Pro.
Miguel Agustín Pro Juárez nació el 13 de enero de 1891, en Guadalupe, Zacatecas; a los 20 años ingresó a la Compañía de Jesús, en Zamora Michoacán. Hizo sus votos el 15 de agosto de 1913, y fue ordenado en Bélgica el 30 de agosto de 1925 de manos de monseñor Charles Albert Lecomte, Obispo de Amiens.
En Europa su salud se deterioró, por lo que sus superiores decidieron que volviera a México. Antes de emprender el viaje visitó el santuario de Lourdes, en Francia.
Llegó a México el 7 de julio de 1926, cuando faltaban 24 días para que entrara en vigor la Ley Calles. Una vez que se suprimió el culto público en todos los templos, tuvo que ejercer su ministerio de manera clandestina. Fue fusilado el 23 de noviembre de 1927.
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