Era una viejecita linda, como abuelita de cuento: de pelo blanco, ojos claros, mirada penetrante, pero dulce. Nació en Austria, en 1915, murió en 2004. Vivía en una cabañita rústica, en lo alto de una colina.
Cuando tenía 25 años, una noche se despertó y vio a un hombre que caminaba de ida y vuelta, en su cuarto. Espantada le preguntó quién era y cómo había entrado. Él no contestó, siguió yendo y viniendo. Ella se levantó para sacarlo, pero al ir a tocarlo, no había nada, desapareció. Ella volvió a su cama, y al rato el hombre reapareció, otra vez caminando. Volvió a preguntarle quién era, él no dijo nada, y cuando ella quiso sacarlo, no tocó nada, y él desapareció.
Al amanecer, después de Misa, se lo contó al párroco, su director espiritual. Él le dijo que probablemente la visitó un alma del Purgatorio. Que no le preguntara quién era, sino qué quería.
Esa noche, de nuevo apareció el hombre. Y cuando ella le preguntó qué quería, él se detuvo, dijo: ‘manda decir tres Misas por mí, para que pueda salir del Purgatorio’, y desapareció. Ella hizo lo solicitado y él ya no volvió.
Desde entonces empezó a recibir visitas de almas del Purgatorio, primero esporádicas, luego diarias. Autorizada por su obispo, con el asesoramiento de su párroco, y siempre apegada a la doctrina de la Iglesia, dedicó su vida a ayudar a las almas del Purgatorio.
Pudo platicar con ellas, hacerles preguntas. A veces le pedían localizar a alguien que pudiera realizar algo que les permitiría salir del Purgatorio (como devolver un objeto robado).
Cabe aclarar que la Iglesia prohíbe invocar a los muertos. El ‘espiritismo’ es pecado grave. María Simma nunca hizo eso. Ella no invocaba a las almas, éstas llegaban a visitarla, autorizadas por Dios, para pedirle ayuda para salir del Purgatorio.
Registró en un diario sus fascinantes experiencias, y concedió una interesante entrevista a Nicky Eltz, publicada en el libro ‘Sáquennos de aquí’.
Puedes disfrutarlo en este mes de noviembre, que la Iglesia Católica dedica a las almas del Purgatorio. Revela cosas muy interesantes que tal vez no sabías. Por ejemplo:
¿Cómo librar el Infierno?
Cuatro cosas pueden librar a un alma del Infierno: Auténtica contrición, la caridad, la humildad y confiar en la misericordia de Dios.
Pecados más comunes
Los pecados más comunes que se expían en el Purgatorio: falta de caridad, rencor, juzgar, hablar mal, mentir y los de índole sexual.
Están ahí por voluntad propia
Las almas del Purgatorio están ahí por voluntad propia. María Simma decía que si alguien que está sudado, con el pelo grasoso y la ropa sucia, es invitado a una fiesta, no querría presentarse así, primero iría a bañarse y a vestir algo adecuado. Que igual las almas, en el Juicio Particular se dan cuenta de que no están listas para entrar al Cielo, y quieren purificarse.
Su sufrimiento es purificador y temporal
En el Purgatorio las almas padecen el peor sufrimiento, mayor a cualquier dolor de este mundo, pues vieron a Jesús y están separadas de Él. Pero lo aceptan con paz porque reconocen que se lo merecen, y saben que es purificador y temporal.
Saben que llegarán al Cielo
En el Purgatorio las almas sienten la mayor alegría, más grande que el mayor gozo que pudiéramos experimentar en este mundo, pues tienen la seguridad de su salvación, saben que llegarán al Cielo, que volverán a ver al Señor y que esta vez vivirán a Su lado para siempre.
Ofrecer Misas por ellas es lo que más ayuda
Lo que más ayuda a las almas a salir del Purgatorio: Lo mejor es ofrecer Misas por ellas. María Simma decía que a las almas que asistían a Misa con devoción, les aprovechan más las Misas ofrecidas por ellas. También les ayuda que se rece por ellas el Santo Rosario, el Vía Crucis, ofrecer por ellas indulgencias plenarias y parciales, hacer ayuno, sacrificios y soportar con paciencia el sufrimiento, uniéndolo al de Cristo.
Las acompaña su Ángel de la Guarda
A cada alma la acompaña en el Purgatorio su Ángel de la Guarda. La consuela, la fortalece, y puede pasarle mensajes de sus seres queridos vivo s.
La Virgen María las visita
La Virgen María visita a las almas en el Purgatorio. Las conforta e intercede por ellas. En las fiestas marianas, libera a muchas almas. Por ello lo mejor es ofrecerle a María las oraciones por éstas, porque Ella sabe qué alma las necesita más.
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