¿Eres de las personas que apenas abre el ojo al despertar y ya empieza con el acelere y de Dios ni te acuerdas?
Ojalá no te pase como a quienes se conforman con ver la Misa el domingo en pantalla (aunque hay iglesias abiertas y con medidas sanitarias), y en la semana se olvidan de Él. Viven como no creyentes, desperdiciando, igual que éstos, las oportunidades de recibir, diario grandes bendiciones.
Tú sigue el sabio consejo de san Francisco de Sales (a quien celebramos este 24 de enero), que proponía ‘mantener la conciencia de la presencia de Dios durante el día’. Ello no implica cambiar radicalmente tu rutina (a menos, claro, que ésta incluya algo inmoral o ilegal, entonces ¡sí hay que cambiarla!). Consiste tan sólo en insertar, a lo largo de la jornada, momentos para pedir y recibir la gracia de Dios y la intercesión de María. ¿Cómo? Aquí tienes 10 propuestas para convertir tu día común en un bendecido día:
Bendición al despertar
El día 1° de enero se proclamó en Misa un texto bellísimo en el que Dios dijo a Moisés cómo bendecir a Su pueblo. Los esposos pueden usarlo para bendecirse mutuamente al levantarse; los papás para bendecir a sus niños al despertarlos. Puedes usar agua bendita y mientras trazas una cruz sobre la frente, otra sobre la boca, otra sobre el pecho, decir: “El Señor te bendiga y te guarde. Haga resplandecer Su rostro sobre ti y te conceda Su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te dé Su paz.” (Num 6, 24-27).
Una persona sola también puede pedir para sí esta bendición divina: “Señor, bendíceme y guárdame. Haz resplandecer Tu rostro sobre mí y concédeme Tu favor. Mírame con benevolencia y dame Tu paz.” ¡Hermosa manera de comenzar el día!
Visita a Jesús
Lo mejor de lo mejor es ir a Misa, a recibir del Señor Su abrazo de perdón, Su Palabra y a Él mismo en la Eucaristía. Si puedes, no te pierdas la Misa diaria. Entre semana suele haber en la mañana, mediodía y noche.
Si no puedes ir a Misa, date una escapada para saludar a Jesús. Hay iglesias con el Santísimo expuesto. Puedes entrar sólo a saludarlo o quedarte a contarle tus cosas y encomendarle tus necesidades. ¡Déjalo colmarte de Su amor y paz!
Reza el Ángelus
A las 12pm reza el Ángelus. Toma un minuto, y es una bella manera de honrar a nuestra amada Madre del Cielo.
Reza la Coronilla de la Divina Misericordia
De preferencia a las 3pm, hora en que Jesús murió, reza esta oración de la que Él prometió a santa Faustina Kowalska, que tendrá misericordia del alma de quien la rece o del moribundo por quien se rece. Toma 5 minutos y ¡vale la pena aprovechar esa promesa!
Haz una obra de misericordia
Haz algo bueno por alguien, sin decirle a nadie, incluso, si se puede, sin que la persona beneficiada se entere. ¡Que sólo Dios lo sepa!
Reza jaculatorias
Son oraciones brevísimas (dice san Francisco de Sales: ‘suspiros de amor a Dios’). Para recordar rezarlas, asócialas a algo que sueles hacer.
Ofrece lo difícil a Dios
Ante las contrariedades, no hagas coraje, ofréceselas a Dios, por amor a Él o por las almas del Purgatorio o para bien de alguien. Aprovecha las piedritas del camino para santificarte, no para tropezarte.
Reza el Santo Rosario
María nos pide rezar el Rosario, arma muy poderosa para obtener su intercesión amorosa. Puedes rezar los Misterios a lo largo del día, o rezarlo todo, de preferencia en familia.
Lee algo que edifique tu alma
Estamos saturados leyendo cosas que nos asustan, desaniman, enojan. Hay que hacer espacio para leer la Palabra de Dios, por ejemplo de las Lecturas o del Salmo que se proclaman en Misa. También escritos de los santos (como la ‘Introducción de la vida devota’, de san Francisco de Sales). Puedes leer un pedacito diario.
Haz un examen de conciencia
Antes de acostarte, repasa mentalmente tu día, a la luz de la mirada misericordiosa de Dios. Pídele que te haga ver y perdone tus faltas de amor, y te ayude a superarlas. Dale gracias por tu vida, encomiéndale lo que harás al día siguiente y acurrúcate en Sus brazos.
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