Cuando una pareja enamorada y cristiana quiere casarse (celebrar el Sacramento del Matrimonio) por la Iglesia Católica, debe seguir un proceso para asegurarse de que su Sacramento será válido, y en este proceso entran las llamadas amonestaciones, pero, ¿qué son?
Vayamos por partes. Si deseas casarte por la Iglesia, lo primero que debes considerar es dejar de hacerle caso a todas esas voces que te dicen: ‘Es un lío’; ‘Es muy complicado’; ‘Son muchos trámites’, etc. Lo mejor es acercarte a tu parroquia para recibir orientación.
Una duda muy común de los novios es justamente lo que tiene que ver con las amonestaciones. ¿Qué son y para qué sirven? Trataré de responder con una mirada integral.
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La Iglesia, como madre y maestra, se preocupa de que los novios tengan una preparación adecuada, cuidando en todo momento la validez y la licitud del Sacramento del Matrimonio.
Presentación prematrimonial o Información Canónica
Por esta razón, previo a la celebración del Sacramento del Matrimonio, se realiza la Presentación Prematrimonial o Información Canónica. ¿Qué es esto?
En la Arquidiócesis de México se nos pide que esta Información Canónica previa al matrimonio se levante al menos tres meses antes de la celebración del Sacramento, con el fin de tramitar cuidadosamente cuanto sea necesario y favorecer la preparación adecuada de los contrayentes.
Corresponde al párroco hacer este levante de la Información Canónica mediante un diálogo cordial con los novios para averiguar el estado canónico de ambos: idoneidad, capacidad, madurez, discreción de juicio, estado de libertad, declaración de intenciones, ausencia de impedimentos, etc., de manera que se garantice la celebración válida y lícita del Matrimonio.
Suplicatorios y Amonestaciones
Una vez recibida la declaración de los contrayentes y de sus testigos, se publica (anuncia) el Matrimonio en la parroquia donde viven o hayan vivido los contrayentes (a esto se le llama Exhortos Prematrimoniales o Suplicatorios) y en la parroquia donde se celebrará el mismo (a esto se le llama Amonestaciones).
En términos prácticos, los Exhortos Prematrimoniales o Suplicatorios se equiparán a las Amonestaciones. Es decir; si la iglesia donde se celebrará el Sacramento es la del novio, entonces se exhorta o suplica al párroco de la comunidad donde vive la novia, para que dé a conocer la pretensión matrimonial de ésta, y así los fieles puedan manifestar sí saben de algún impedimento para la celebración del Matrimonio. O viceversa.
Pero también, se suplica o amonesta a los propios fieles de la comunidad donde vive el novio para que hagan lo mismo.
En caso de que la celebración del Sacramento se realice en una iglesia a la que no pertenece ninguno de los novios, entonces se realiza el Exhorto Prematrimonial a los párrocos de la comunidad en donde viven.
Los párrocos suelen anunciar el Matrimonio durante tres semanas en los pizarrones parroquiales o de viva voz en las misas, según vean conveniente.
Esto parece algo simple e innecesario, pero es por el bien de quienes se quieren y han solicitado el Sacramento del Matrimonio, pues llegan a salir a relucir impedimentos para la celebración del Sacramento; además, ayuda a que las comunidades conozcan y oren por los futuros esposos.
Cabe mencionar que este trámite es para cuando los dos contrayentes son bautizados católicos, pero que en el caso de no bautizados o no católicos, hay algunas variantes en el trámite matrimonial.
La Iglesia acompaña
En el caminar hacia la celebración del Matrimonio de los fieles cristianos, la Iglesia debe procurar una debida atención pastoral y una orientación clara para que haya una celebración digna y los novios sean conscientes de lo que van celebrar.
Esta orientación sobre el Sacramento del Matrimonio se realiza mediante diferentes medios, incluso en la catequesis infantil, juvenil o de adultos. Lo importante es que los fieles adquieran formación sobre el significado del matrimonio cristiano y sobre la tarea de los cónyuges y padres cristianos.
Además, a los novios se les brinda una preparación personal para contraer Matrimonio, por medio de la cual se dispongan para la santidad y las obligaciones de su nuevo estado.
También se procura una hermosa celebración litúrgica del Matrimonio, para poner de manifiesto que los cónyuges se constituyen en signo del misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia, y que participan de él.
Pero el acompañamiento de la Iglesia con la pareja no termina ahí, sino que, una vez casados, les presta ayuda a fin de mantener y defender fielmente la alianza conyugal, para que lleguen a una vida cada vez más santa y más plena en el ámbito de la propia familia.
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