En su mensaje previo al Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre la petición de Jesús de amar a los enemigos y dejó como ‘tarea’ a los fieles un ejercicio concreto: rezar por alguien que me ha hecho daño.
¿Pero cómo llegar a este punto?
“Nosotros, cuando nos han hecho algún mal, vamos enseguida a contarlo a los otros y nos sentimos víctimas. Parémonos, y recemos al Señor por esa persona, que lo ayude, y así desaparece este sentimiento de rencor. Rezar por quien nos ha tratado mal es lo primero para transformar el mal en bien. La oración”, afirmó el Papa Francisco a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
El Santo Padre recordó que el discípulo de Jesús está llamado a no ceder al instinto y al odio, sino a ir más allá.
Jesús nos dice: Amen a sus enemigos, hagan bien a los que los odien (Lc 6,27). Y también pide: Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra.
“Cuando nosotros escuchamos esto, nos parece que el Señor pide lo imposible. Y además ¿por qué amar a los enemigos? Si no se reacciona a los prepotentes, todo abuso tiene vía libre, y esto no es justo. ¿Pero es realmente así? ¿Realmente el Señor nos pide cosas imposibles, incluso injustas?”, preguntó el Santo Padre.
Denunciar lo injusto, sin ira ni violencia
El Papa Francisco pidió pensar en Jesús durante la Pasión, en su injusto recibe una bofetada por parte de uno de los guardias.
“¿Y Él cómo se comporta? No lo insulta, no, dice al guardia: ‘Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?’ (Jn 18,23). Pide cuentas del mal recibido”.
“Poner la otra mejilla no significa sufrir en silencio, ceder a la injusticia. Jesús con su pregunta denuncia lo que es injusto. Pero lo hace sin ira, sin violencia, es más, con gentileza. No quiere desencadenar una discusión, sino desactivar el rencor, esto es importante: apagar juntos el odio y la injusticia, tratando de recuperar al hermano culpable”, explicó el Papa.
Poner la otra mejilla, recordó el Santo Padre, es vencer al mal con el bien, que abre una brecha en el corazón del enemigo, desenmascarando lo absurdo de su odio. Y esta actitud, este poner la otra mejilla, no es dictado por el cálculo o por el odio, sino por el amor.
El Santo Padre volvió a la pregunta ¿es posible que una persona llegue a amar a los propios enemigos?
“Si dependiera solo de nosotros, sería imposible. Pero recordemos que, cuando el Señor pide algo, quiere darlo. El Señor nunca nos pide algo que Él no nos dé antes”, dijo
“Cuando me dice que ame a los enemigos, quiere darme la capacidad de hacerlo. Sin esa capacidad nosotros no podremos, pero Él te dice ‘ama al enemigo’ y te da la capacidad de amar”.
El ejercicio del Papa Francisco
Tras su reflexión, el Papa Francisco dejó un ejercicio a los fieles:
-Piensa en una persona que te ha hecho mal y contra la que sientes rencor.
-Pide al Espíritu Santo que actúe en tu corazón.
-Finalmente, reza por esa persona.
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