Uno de los temas más recurrentes para divertirse o animar la conversación en despedidas de soltera o cualquier reunión de mujeres casadas, es sin duda el tema de las suegras; es como “prender la mecha”, que inmediatamente convierte a las mamás de los maridos en blanco de chistes, comentarios, anécdotas o sentidas quejas.
Si bien es cierto que muchas veces la relación entre suegra y nuera suele ser difícil y complicada, también es cierto que otras tantas no tienen problemas o los han superado, anteponiendo la inteligencia y la voluntad a los sentimientos y situaciones que engendran malos entendidos y rencores.
He escuchado frases tan desafortunadas como la de una joven recién casada que comentó: “Mi esposo es felizmente huérfano, así que yo no tengo ese tipo de problemas”, o “Con mi suegra poquito y de lejecitos”, dando cabida al mayor enemigo del amor conyugal: el egoísmo.
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Una pareja madura debiera conversar y tomar decisiones sobre estos temas desde el noviazgo para evitar conflictos futuros con las familias de ambos, tomando los mejores ejemplos y valores de cada una, y así formar una familia propia y diferente.
Sin embargo las relaciones entre mujeres muchas veces son más complejas por la sensibilidad tan característica de nuestro sexo. La madre ha terminado su tarea educativa, pero el amor por su hijo permanece; mientras que la esposa inicia un largo camino de amor y compromiso que habrá de recorrer con su cónyuge.
Estos son algunos consejos para mantener una relación sana, respetuosa, y ¿por qué no?, de armonía y amistad:
1. Evita rivalidades: sé sincera, analizando siempre antes tus intenciones; si tu actitud es de comprensión y tus palabras de agradecimiento y no de sarcasmo y reproche, podrás conseguir una aliada que no disputa el amor y las atenciones del hijo, sino su bien.
2. Entiende la etapa que tu suegra y tu suegro viven; tú puedes hacerla menos difícil o solitaria. Generalmente es la mujer quien organiza y propicia los momentos de convivencia. Hazlos sentir parte de tu familia y comparte con ellos tu hogar, o los paseos, o las actividades con sus nietos.
3. Evita comparar a tus suegros con tus padres, inclinar injustamente la balanza de la relación con tu familia de origen, “acusar” constantemente a tu suegra con su hijo sobre lo que te dijo o hizo o interpretaste, pues puedes generar problemas serios o resultar más lastimada, cuando podrías solucionarlos directamente con ella, con sencillez, caridad y confianza.
4. Visita a tus suegros, procura tener una actitud de servicio y ayuda con tu suegra, recuerda que ella lleva un largo camino andado, y un simple ‘¿te ayudo?’, le hará sentirse comprendida y acompañada.
5. Nunca compitas: su generación es diferente a la tuya. Sus habilidades las ha desarrollado durante años. Con toda tranquilidad y franqueza puedes pedirle a tu esposo que no te compare ni en la manera de cocinar, ni de manejar tu hogar.
He conocido a mujeres que se refieren a su suegra como una segunda mamá o una gran amiga; porque más allá de la relación con el hijo o esposo, han logrado conocerse profundamente y procurar el bien y la felicidad de la una y de la otra.
Pero si a pesar de los esfuerzos, la relación con tu suegra sigue siendo difícil o incluso tóxica, te dejo el testimonio de una amiga:
“Después de haber desistido de lograr una relación armoniosa con mi suegra, un día, en uno de sus aniversarios de matrimonio, logré entender por primera vez y agradecerle todo lo que había hecho por mí. Gracias a su ‘sí por la vida’, yo tenía un buen esposo, un matrimonio estable, unos hijos maravillosos que llevaban su sangre, motivos suficientes para quererla y respetarla, porque yo no tendría con qué pagarle todo el bien que me había hecho. Ella me miró sorprendida, y yo sentí cómo sanaba una herida en el corazón, y nacía un amor auténtico por ella”.
En cualquier situación en que te encuentres como nuera, prepara el camino para ser una buena suegra.
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