¿Se juega en la guerra de Ucrania algo más que un problema político y militar? Un escritor católico cree que detrás del conflicto bélico existe un trasfondo místico e incluso apocalíptico.
En un artículo escrito en su blog Spirit Dialy, Michael Brown analiza por qué Ucrania quedó en el centro de la guerra tres veces en su historia.
¿Nación apocalíptica? Michael Brown explica que “así es como el difunto y conocido místico Josyp Terelya llamó a su tierra natal de Ucrania (reprimida durante décadas por los comunistas rusos). ‘Esta’, pronunció una vez, ‘es una nación apocalíptica‘”.
“Es cierto que la guerra podría extenderse por Europa como resultado de la actual lucha ruso-ucraniana, incluso evolucionando hacia una guerra nuclear global, que seguramente encaja como “apocalíptica” (como un dramático evento histórico-espiritual). Pero hay más -comenta Brown y agrega- La historia parece arrastrar a Ucrania al escenario mundial repetidamente”.
La Primera Guerra Mundial cambió el destino de Ucrania. La Segunda Guerra Mundial -dice Brown citando a un corresponsal de guerra- fue “ante todo una guerra de Ucrania”. Y hoy, nuevamente, la amenaza de una tercera guerra mundial depende de lo que pueda pasar en Ucrania.
La primera explicación aparente es geográfica. “Ucrania se encuentra entre Rusia y Alemania y durante mucho tiempo ha sido vista como ‘el sitio de lucha por la dominación del continente'”, explica Brown.
Pero, opina Muchael Brown, “hay un componente místico, desapercibido, por supuesto, en los estudios de los medios seculares (o incluso católicos). Ucrania tiene profundas raíces católico-marianas: un pararrayos para las fuerzas del mal. ‘Mariupol’, hasta ahora la ciudad ucraniana más devastada, significa ‘ciudad de María‘. Junto con muchas otras cosas, las iglesias y los monasterios están en ruinas trágicas”.
¿Es la profunda devoción mariana de una nación una razón mística detrás del conflicto bélico? Eso sugiere el escritor católico Michael Brown.
¿Piensas que Ucrania es una nación apocalíptica? ¡Cuéntanos tu opinión!
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