En el juicio a Jesús hubo todo tipo de infracciones procesales», aseguró este lunes el catedrático de Derecho Romano de la UNED Federico Fernández de Buján. El autor de Jesús callaba. La renuncia al propio derecho analizó en la Universidad CEU San Pablo el proceso que derivó en la crucifixión de Cristo, desde una perspectiva bíblica, histórica y jurídica.
El ponente señaló algunas de las irregularidades, como el juicio fuera de horas, la ausencia de testigo de descargo o el cambio de acusación cuando llevaron a Jesús a ver a Poncio Pilato: allí no le imputan considerarse Hijo de Dios, sino fomentar el impago de impuestos y el delito de perduellio, hacerse rey.
Fernández de Buján destacó también que el Sanedrín actuó «con alevosía y conculcación», y que tenían decidida la condena antes del juicio.
«La condena del Justo convierte el proceso en inicuo», insistió. Frente a esta injusticia, el jurista destacó «el silencio y la mansedumbre absoluta del Señor», un mutismo que ejerció hasta en tres comparecencias durante el juicio. También destacó que ni Herodes ni Caifás fueron peones sin opción, y que tuvieron responsabilidad conforme a su libertad; también Judas, un personaje «fascinante» al que –confesó– le cuesta juzgar.
El papel de Poncio Pilato
Fernández de Buján abordó profusamente el rol de Poncio Pilato, de quien dijo que cometió prevaricación. «Pilato era un funcionario que dictó una resolución injusta a sabiendas de que lo era», señaló, aunque detalló cómo intentó tres veces salvar a Jesucristo: cuando lo envió a Herodes Antipas –pero el Sanedrín insistió–, cuando le puso frente a Barrabás –pero los sacerdotes manipularon al pueblo– y cuando le mandó flagelar: apuntó que este castigo pudo estar motivado para que el pueblo se compadeciese de él.
«La flagelación no está prevista en las leyes como una pena previa a la de muerte; de hecho, a los ejecutores les estaba gravemente prohibido matar a la persona a la que torturaban», dijo. ¿Qué habría pasado si Pilato se hubiera negado a crucificar a Cristo?, preguntó un asistente. «En el aspecto sociopolítico no habría pasado nada», aunque señaló que en el plano teológico la pregunta no tiene respuesta clara.
Para contextualizar su intervención, Fernández de Buján apuntó que «hoy en día nadie duda de que Jesucristo fue un personaje histórico», y que los Evangelios tienen valor histórico, además de teológico. Indicó, en este sentido, que la expresión del Credo «padeció bajo el poder de Poncio Pilato» está, realmente, indicando una coordenada histórica, «muy concreta»: Pilato fue procurador imperial durante siete años, alrededor de los años 30 del siglo I.
La conferencia estuvo organizada por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria –una obra de la Asociación Católica de Propagandistas–, y fue presentada por su director, Fernando Lostao, quien destacó lo oportuno del acto, en vísperas de Semana Santa. Fernández de Buján deseó que su intervención sirva para preparar «la gran semana de los cristianos», que culmina más allá de la memoria de este juicio injusto, en la Pascua de Resurrección.
«La condena del Justo convierte el proceso en inicuo», insistió. Frente a esta injusticia, el jurista destacó «el silencio y la mansedumbre absoluta del Señor», un mutismo que ejerció hasta en tres comparecencias durante el juicio. También destacó que ni Herodes ni Caifás fueron peones sin opción, y que tuvieron responsabilidad conforme a su libertad; también Judas, un personaje «fascinante» al que –confesó– le cuesta juzgar.
El papel de Poncio Pilato
Fernández de Buján abordó profusamente el rol de Poncio Pilato, de quien dijo que cometió prevaricación. «Pilato era un funcionario que dictó una resolución injusta a sabiendas de que lo era», señaló, aunque detalló cómo intentó tres veces salvar a Jesucristo: cuando lo envió a Herodes Antipas –pero el Sanedrín insistió–, cuando le puso frente a Barrabás –pero los sacerdotes manipularon al pueblo– y cuando le mandó flagelar: apuntó que este castigo pudo estar motivado para que el pueblo se compadeciese de él.
«La flagelación no está prevista en las leyes como una pena previa a la de muerte; de hecho, a los ejecutores les estaba gravemente prohibido matar a la persona a la que torturaban», dijo. ¿Qué habría pasado si Pilato se hubiera negado a crucificar a Cristo?, preguntó un asistente. «En el aspecto sociopolítico no habría pasado nada», aunque señaló que en el plano teológico la pregunta no tiene respuesta clara.
Para contextualizar su intervención, Fernández de Buján apuntó que «hoy en día nadie duda de que Jesucristo fue un personaje histórico», y que los Evangelios tienen valor histórico, además de teológico. Indicó, en este sentido, que la expresión del Credo «padeció bajo el poder de Poncio Pilato» está, realmente, indicando una coordenada histórica, «muy concreta»: Pilato fue procurador imperial durante siete años, alrededor de los años 30 del siglo I.
La conferencia estuvo organizada por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria –una obra de la Asociación Católica de Propagandistas–, y fue presentada por su director, Fernando Lostao, quien destacó lo oportuno del acto, en vísperas de Semana Santa. Fernández de Buján deseó que su intervención sirva para preparar «la gran semana de los cristianos», que culmina más allá de la memoria de este juicio injusto, en la Pascua de Resurrección.
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