Mucha gente suele usar la frase “¡Ayúdate, que yo te ayudaré!” acompañada de ésta otra: “Dios nos dice”. Entonces surge la duda: ¿Dios fue quien la dijo?, ¿Jesús, nuestro redentor, la expresó en las enseñanzas que se nos ha dejado en las Sagradas Escrituras?
Después de haber investigado en la Biblia, preguntado a especialistas en Sagrada Escritura y buscado en internet, debemos aclarar que la respuesta a esta duda es que en ninguna parte de la Biblia aparece esta frase.
Se trata, más bien, de un dicho antiguo, que ya aparecía en las fábulas de Esopo, y que dice: ‘Dios ayuda al que se ayuda’.
Pero este no es propiamente un concepto cristiano, pues nosotros creemos que Dios ayuda a todos, y Jesús dijo que sin Él no podemos hacer nada (ver Jn 15,5).
Otra forma de entender la frase
Sin embargo, “¡Ayúdate, que yo te ayudaré!” no es una mala frase si la entendemos como la corresponsabilidad que tenemos en el plan de salvación, que toma en cuenta la libertad de respuesta de la humanidad.
Lo importante es que Dios nos ayuda y nos fortalece para que podamos edificar su Reino, ya que la respuesta del hombre es necesaria para salvarse, dejándose salvar.
Implica, en el ambiente católico, la capacidad de responder a una invitación personal a ser colaboradores, a poner de nuestra parte –a la fuerza ni los zapatos entran–; Dios invita, llama, no impone; apela amorosamente al hombre a colaborar en el plan salvífico.
No podemos quedarnos mirando al cielo esperando que todo nos llegue de Dios, que todo lo haga Dios; si Dios impusiera su voluntad al hombre, éste perdería su libertad: Dios quiere que todos los hombres se salven, por eso Dios envío a su Hijo para rescatarnos de la muerte ocasionada por el pecado.
San Agustín nos recuerda: Dios que te creo sin ti, no te salvara sin ti; maravillosa expresión del amor al hombre, libre en el amor y libre para corresponder amando.
Ayudarnos y recibir ayuda, no es codependencia ni condicionamiento, es exigencia de hacer “lo que Dios manda”, colaborando y conquistando la vida nueva.
Recordemos lo central de nuestra fe cuando preguntan a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?” Jesús responde: “Amar a Dios por encima de todo, y al prójimo como a uno mismo”.
Quien ama a Dios, al prójimo y a sí mismo, hace-ayuda, no está de brazos cruzados y mucho menos quejándose.
En la frase “¡Ayúdate, que yo te ayudaré!” podemos traducir-cambiar la palabra “ayuda” por respuesta colaborativa del hombre a la invitación divina.
Clarifiquemos, Dios no nos chantajea ni nos obliga, nos invita a ser edificadores del Reino del amor; Dios no condiciona lo que nos da por lo que hacemos (poco o mucho), Él sigue dando gratuitamente lo mejor a sus hijos, libre y amorosamente; eso sí, nos invita a compartir lo que recibimos.
Queda este cuestionamiento para reflexionar: el que no se ayuda ni ayuda a los otros, ¿no crece y sólo se empobrece?
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