Durante el mes de abril de 2022, se ha visto como las tres grandes religiones monoteístas celebraban sus fiestas más importantes: el Ramadán musulmán, la Pascua judía y la Semana Santa cristiana.
«Siguiendo nuestra propia tradición religiosa, hemos podido elevar simultáneamente nuestro espíritu al Creador e invitar a nuestros fieles a acoger el mensaje universal del amor a Dios», escribe Francisco Conesa, presidente de la subcomisión para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso, en una carta enviada con el fin del Ramadán.
En representación de los obispos españoles, Conesa manifiesta su agradecimiento «por ser testigos de la Providencia de Dios en medio de nuestro mundo».
El prelado se lamenta en la misiva: «Nuestras celebraciones se han visto ensombrecidas por el drama de la guerra que azota Europa y tantos otros lugares del planeta». Se ha querido sumar también al llamamiento que el Papa Francisco hace en su encíclica Fratelli tutti de que «la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal».
Igualmente, ha animado a seguir caminando por «senderos de fraternidad» que permitan «edificar sobre sólidos cimientos una cultura del encuentro» que renueve la esperanza y «nos aleje de la violencia, la guerra, la injusticia y todo aquello que atente contra la dignidad del ser humano y la sacralidad de la vida».
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