En su sección Confidencias del Confesionario, del Semanario de Guadalajara, el Pbro. Eduardo Michel Flores profundizó la semana pasada sobre el tema de las guardias de honor en los funerales.
En dicho artículo, el sacerdote también explicó que ante la necesidad que tienen los seres humanos de despedir a sus seres queridos y encomendarlos a Dios, y en este sentido –dijo– la Iglesia tiene sus propios ritos: las exequias cristianas.
Las exequias –explicó el sacerdote– se compone de tres partes:
1. Velación
Normalmente se lleva a cabo la noche antes del funeral. Familiares y amigos se reúnen para “estar” con el cuerpo del difunto y “acompañarlo”.
Además de los ritos litúrgicos solemnes de la Iglesia, la velación constituye una oportunidad para rezar el rosario u honrar cariñosamente la memoria del difunto.
Igualmente, permite a los amigos de la familia ofrecer las condolencias. La velación se hace en una funeraria, en la casa de la familia o en una iglesia.
2. Misa de cuerpo presente
El centro de las oraciones de la Iglesia para los difuntos es la celebración de la Misa funeraria o exequias. Ahí, el cuerpo del fallecido es llevado a la iglesia, para la celebración de la Eucaristía que actualiza la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Y es que –explicó– al igual que fue recibido en la familia de Cristo a través del Bautismo y alimentado en la Iglesia con los Sacramentos, ahora el cuerpo del difunto se lleva a la iglesia por última vez, mientras se ora por él para que pueda alcanzar la vida eterna.
Nota del editor: Cada diócesis tiene su propia realidad, y muchas veces la falta de sacerdotes hace imposible la celebración de las Misas de cuerpo presente; en estos casos, está permitido realizar el rito de exequias, con Misa o con Liturgia de la Palabra, en las casas o en los funerales. Es muy importante que el sacerdote católico se identifique como tal para evitar una mala experiencia con algún falso sacerdote.
3. Incienso y agua bendita
En circunstancias especiales, un funeral también puede celebrarse fuera de la Misa.
Nosotros creemos que el cuerpo de un difunto es sagrado, porque fue templo vivo del Espíritu Santo, por eso se procura el incienso y la bendición con agua bendita.
La manera que tenemos los creyentes de honrar la memoria de nuestros difuntos, es a través de la oración, la escucha de la palabra de Dios y la participación en la liturgia.
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