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Qué es la “sinodalidad” a la que llama la Iglesia

 


Ya en el 2015, el papa Francisco habló de “la necesidad y la belleza de «caminar juntos»”. Y en la última misa de Corpus Christi, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, se refirió a “un estilo de ser iglesia corresponsable y participativa, en comunión”.

Ambas definiciones confluyen en un término, que a la vez es un deseo: “sinodalidad”, que significa “hacer camino juntos”, o sea, “caminar juntos”.

Qué dijo el Papa en octubre de 2015 en la conmemoración del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos: “El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.

“La Iglesia no es otra cosa que el «caminar juntos» de la grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de Cristo el Señor”, señaló. “Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra «Sínodo»”. Aunque advirtió: “Caminar juntos -laicos, pastores, Obispo de Roma- es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica”.

En su mensaje de Pascua, monseñor Lugones sostuvo que “la sinodalidad, caminar juntos, es posible si todos aportamos, si nos comprometemos”. Y en la basilica de Luján, cuando la peregrinación diocesana, recordó que “caminamos juntos con el horizonte de las prioridades diocesanas”.

Reconociendo las dificultades de este camino propuesto, en la fiesta de Corpus Christi aseguró que “la Eucaristía, principio de unidad, es el alimento que nos da la fuerza para que la vía estrecha y difícil de la sinodalidad sea posible. Sólo desde la fuerza de la Eucaristía podremos hacer camino en este compromiso sinodal”.

“No hay sinodalidad sin estos gestos de amor. No habrá camino de comunión para muchos, si no nos dejamos tocar el corazón, si no nos desinstalamos, si no nos dejamos interpelar por la realidad y discernir en consecuencia para obrar como cuerpo”.

En la edición de abril (tapa de abajo), Eclesia ya lo adelantó, y ahora, en el editorial de junio, animamos: “Vayamos asimilando esta expresión tan rica que nos impulsará a una renovada acción pastoral diocesana y colmará de alegría y entusiasmo nuestro estilo evangelizador”.

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