A veces, por costumbre, cuando nos despedimos de alguien le decimos: ¡Buena suerte!, pero no cuestionamos lo que estamos deseando.
Queremos que una causa fortuita y desconocida lleve a que le ocurra algo bueno en su vida, ¿pero detrás de todo lo que nos pasa-tanto bueno como malo- no está la voluntad de Dios? ¿Entonces por qué no decir ‘que Dios te bendiga’?, ¿por qué los católicos estamos seguros de que la suerte no existe?
Poner nuestra confianza y nuestra vida en el Dios que nos revela Jesús es saber que nos acompaña un Padre providente, amoroso, misericordioso, cercano, compasivo, que está al pendiente de las necesidades de las personas y solo procura su bien.
Dios es la única realidad que merece la plena confianza del creyente.
¿Cuál es la diferencia entre fe y superstición? La fe es relación de confianza y amor, de comunión, de acogida respetuosa del Misterio que se revela, de escucha y libre obediencia ante la suprema belleza y bondad.
La superstición es la irracional creencia en que ciertos objetos o situaciones actúan mágicamente, para bien o para mal, en la vida humana. Gatos negros o sal tirada, pasar por debajo de una escalera, dejar la bolsa en el suelo, cosas que traen mala suerte o buena suerte.
¿Buena suerte? Cualquiera puede caer en supersticiones
Sin embargo, es común que la superstición se haga presente en la vida religiosa. Bendición al monedero o la cartera en el día primero de mes, echarle agua bendita al carro entero para que no se descomponga o le suceda algún accidente. O traer en la bolsa una estampita religiosa para que nos proteja y tener buena suerte, etc.
Por eso, la fe debe madurarse y forjarse en el crisol de la historia de Jesús de Nazaret, autor de nuestra fe.
¿Esto quiere decir que es erróneo bendecir los objetos? No. Depende de la intención con que se haga la bendición y con la que lo reciba el dueño del objeto.
Por ejemplo; si al bendecir la casa el dueño de esta piensa que con rociarla con el agua bendita (un sacramental) lo que se está haciendo es protegerla de la entrada de ladrones o de espíritus chocarreros, claramente estamos en el terrenos de la superstición.
Por el contrario, si el dueño de la propiedad entiende que la bendición con el sacramental es una actualización del compromiso bautismal y eso le lleva a darse cuenta de que su casa es de Dios y está a su servicio, entonces estamos en el ámbito de la fe verdadera.
Alguna vez, un querido amigo sacerdote me dijo lo siguiente: “Si me invitan a una boda en la que ofrecen los mejores vinos, las viandas más exquisitas y la mejor compañía y yo prefiero comer la torta mal hecha que llevo escondida entre mis ropas, beber un vino corriente que metí a la fiesta a escondidas y asumo una mala actitud ante la alegría desbordada de los novios por su amor realizado, entonces, estoy despreciando lo que con tanto amor me ofrecen los novios y soy el más tonto de los seres humanos”.
*El maestro Jorge Arévalo Nájera es Director de la Dimensión de Biblia de la Arquidiócesis de México
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