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El ‘ángel’ que en un hospital llevó la comunión a un hombre antes de morir






Esta historia ocurrió en un hospital de Estados Unidos y quienes la presenciaron buscan que más personas crean en la bondad de Dios.

Un ángel le llevó la Comunión a mi papá en sus últimos momentos de su vida, aseguró Katie Alveby, una católica, quien relata que esto ocurrió en un hospital de Mineápolis​, Estados Unidos, en 2004.

Su historia la contó Patti Maguire Armstrong, periodista estadounidense quien a lo largo de los años se ha dedicado a entrevistar a personas que han vivido este tipo de situaciones. Con base en ello publicó un libro: Divina Gracia para padres, 75 historias de fe, esperanza, inspiración y humor.

La periodista publicó en su blog personal el relato de Katie, asegura que ella y su hermana vivieron una experiencia similar a la de los discípulos de Emaús, pues en su tristeza no pudieron ver que algo inusual ocurría frente a sus ojos.

La salud de George se deterioró rápidamente

George Robinson papá de Katie sufrió una fuerte caída en 2004 y se rompió el brazo izquierdo. Tuvieron que internarlo en un Centro Médico de Mineápolis​ donde tuvo un paro respiratorio y le pusieron un ventilador.

Su salud se deterioró rápidamente y le hizo saber a sus hijos que no quería ser conectado a ninguna máquina, aún si eso implicaba morir. Ellos decidieron respetar su opinión.

“Durante los dos días siguientes, mis hermanos y yo hicimos guardia en el hospital. El miércoles por la mañana, al entrar en la habitación, mi papá respiraba con trabajo. Tomé su mano en la mía y lloré. Mi padre, una vez fuerte, sufría tanto, luchando con cada respiración. ‘¿Qué estas esperando?’, dije. Por mucho que lo extrañaría, quería que su dolor terminara”.

“Mi hermana, Chris, entró en la habitación y juntas le hablamos con cariño. ‘Tal vez hay alguien a quien todavía está esperando o a quien aún debemos conocer'”, me dijo. Al poco tiempo su papá cayó en coma.

El ángel que le llevó la comunión

A las 2:45 de la tarde, tocaron la puerta de la habitación. “’Adelante’, gritamos los dos. Un hombre alto, de pelo oscuro, de unos treinta y tantos años, entró. Tenía lentes, barba, bigote y un gran crucifijo colgaba de su cuello. Preguntó: ‘¿El es George Robinson?’.

“Nos miramos la una a la otra y luego le respondimos que sí. ‘Me gustaría darle la Sagrada Comunión‘, nos informó”.

“Pero ahora está en coma”, le dijo Chris.

El hombre sonrió y les dijo: “Le daré solo una parte muy pequeña, una partícula”.

Finalmente, acordaron que sería bueno que su papá recibiera por última vez la Comunión. El hombre partió un trozo muy pequeño y lo colocó en la boca del enfermo, después dio las partes restantes a las hermanas.

“Esta es probablemente la última comida que tendrá antes de morir“, le comentó Katie al hombre

“¿No te parece bien que hayas podido compartir una última comida con él?”, le dijo, luego prometió orar por su papá y se fue.

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Nadie estaba programado para dar la Comunión ese día
Un sentimiento de calma llenó a las hermanas, tomaron la mano de su papá, su respiración se hizo más ligera y murió.  Eran las 3:23 de la tarde.

“Chris y yo nos miramos, su lucha había terminado. Le dije a la enfermera que si por favor podíamos llamar al capellán del hospital”.

Cuando llegó a la habitación le explicaron que acababa de fallecer, pero que había recibido la Sagrada Comunión.

El capellán se sobresaltó. “¿Quién le dio la comunión?”, preguntó.

“Describí al hombre y el capellán se quedó aún más perplejo. ‘No había nadie programado para distribuir la Comunión hoy’, afirmó. Nos dijo que lamentaba nuestra pérdida y salió de la habitación confundido”

“Nos quedamos un rato más con papá. Antes de salir del hospital, pasamos por la estación de enfermeras para despedirnos de una de ellas. Cuando le contamos que había recibido la Comunión, ella también se quedó perpleja. ‘No vi a nadie distribuyendo la Comunión en este piso hoy’”, dijo.

“Chris y yo fuimos a cenar juntas esa noche. ‘¿Quién era ese hombre?’ ambas nos preguntamos. Luego, nos acordamos de lo que ella había dicho sobre si papá estaba esperando a alguien”.

“Yo estaba tan triste cuando llegué al hospital ese día, como estaban tristes los discípulos en el camino a Emaús. Entonces, así como ellos lo reconocieron, yo reconocí a Jesús al partir el pan y mi tristeza desapareció”.

Hasta la fecha las hermanas se preguntan: “¿Quién era ese hombre?, ¿un ángel? ¿Jesús mismo?”.

En el funeral de su papá eligieron leer el pasaje de los discípulos de Emaús.  “Jesús había estado con nosotros en la última caminata junto con papá. Es posible que nos hayamos separado de él en esta tierra, pero sabemos que estamos unidas para siempre con él en Cristo”.

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