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Chica rebelde, alejada de Dios y consumidora de alcohol; ahora es católica y activista pro-vida



«Señor, el dolor que siento por lo que hice te lo ofrendo, y pido perdón a todos los hombres que lloraron y sufrieron por mí recé entre lágrimas. El Señor me dio en ese mismo instante una radicalidad muy fuerte. Cerré todas mis redes sociales: eso me ayudó muchísimo. Decidí dejar de beber, porque ya una vez mi madre tuvo que venir a buscarme. Tiré la mitad de la ropa de mi armario. Y le dije a mi madre: mamá, yo me quiero casar y tener hijos»

Una infancia feliz en una familia católica

Nació en una familia muy católica, la quinta de seis hermanos, con parientes consagrados o sacerdotes. «Mi infancia fue preciosa, en una casa de campo. Mis papás siempre se amaron, como si aún fueran novios, y yo viví una infancia perfecta, sin ningún trauma. Rezábamos el rosario e íbamos a misa, era hermoso», recuerda.

Mariana tenía dos rasgos muy pronunciados: por un lado, era muy lanzada y atrevida. Por ejemplo, de niña intentaba aprender por sí sola a ir en bicicleta, cayéndose y levantándose, sin esperar a que le enseñaran. Por otro lado, siempre fue muy sensible: le dolían los males o injusticias de cualquier lugar del mundo y los sentía con intensidad, como algo cercano.

Pero la situación económica de la familia empeoró y cuando ella tenía 13 años se mudaron a Medellín. El contraste de esta gran ciudad con su vida en el campo era grande. Su padre sufría depresión y Mariana aprendió a tocar la guitarra para animarle. Mariana, con 14 años, a veces iba con su hermana o parientes a grupos de oración de Lazos de Amor Mariano, muy populares en Colombia. Pero no conectaban con su corazón. «Qué bobada», pensaba en silencio.

Rebelde en la escuela… y peligro con personas agresivas

De los 14 a los 23 años desarrolló una personalidad rebelde, que se oponía a cualquier imposición. Empezó a ver el ir a misa como imposición, y a reaccionar contra ella. En un par de años pasó por 4 escuelas femeninas, a menudo de religiosas. O la expulsaban por rebelde y mal comportamiento (sobre todo bromas y desobediencias) o ella misma pedía salir porque el ambiente era peligroso, con chicas violentas. A veces se peleaba con chicas por rivalidad en deportes.

«Además, varias chicas eran lesbianas y me proponían experimentar; yo decía que no. Viniendo del campo, aquello me resultaba muy extraño». A veces era ella la que se burlaba pesadamente de alguna chica lesbiana. En otros colegios, a ella le acosaban chicas con novios pandilleros, con navaja.

Mariana era rebelde y problemática con profesores y compañeras. En cambio, era popular entre los chicos varones, especialmente los ‘malos’. Sabía como atraer chicos y gustarles. Conseguía cosas de ellos.

No tenía claro que quisiera casarse pero sí tenía claro que quería llegar virgen al matrimonio. Le habían educado con una frase: «Mariana, no seas el inodoro de los hombres». Y se mantenía firme en ello. En cuanto a Dios, sabía que existía, allí lejos, arriba, pero no hablaba con Él. No tenía proyecto de vida, no estudiaba.

Empezó a estudiar, y vio las heridas del sexo sin matrimonio

En su último colegio probó la marihuana y no le sentó bien. Estaba dispuesta a repetir en alguna ocasión. En ese colegio seguía siendo rebelde, pero empezó a estudiar en serio y hasta sacaba buenas notas en Química.

Ya graduada, veía que las otras chicas se acostaban con muchachos para luego ser engañadas, usadas y abandonadas.

«Yo nunca me voy a involucrar con un hombre, así no me hará sufrir», decidió. Evitaba la música sentimental o romántica, y las películas románticas. Prefería el rap o el reguetón más seco. «Mariana es muy dura, nunca llora», decían sus conocidas.

Luego fue dos años al gimnasio. Le sirvió para una vida físicamente más sana, sin alcohol. Pero ahora era vanidosa, le gustaba presumir de cuerpo y hacerse fotos en traje de baño que difundía en Internet.

Mariana Suárez, de Colombia, explica como pasó de la rebeldía y la vanidad a servir a Dios, la Virgen y la vida

«Virgencita, si me concedes estudiar…»

Por insistencia de su familia, aceptó ir a la universidad. Quería entrar -tampoco muy entusiasmada- en la carrera de Trabajo Social. Su madre le dijo: «pídeselo a la Virgencita, que hoy es su cumpleaños y lo concederá».

Y Mariana le dijo a la Virgen: «si me concedes estudiar Trabajo Social dejaré de hacerme fotos en traje de baño y no probaré nada de marihuana en la universidad».

Había 40 plazas, 640 candidatos, ella suspendió el examen de acceso… pero aún así la telefonearon desde la Universidad de Antioquia concediéndole la última plaza. «Ay, Virgencita, te voy a defender siempre», se dijo Mariana.

La Universidad de Antioquia era muy anticatólica: todo eran críticas contra la Iglesia, la familia, la sociedad cristiana. Por el contrario, fluía la estética indigenista y la visión ‘hippie’ relativista de la vida. Mariana no tomaba marihuana, pero bebía cada vez más alcohol.

En la universidad, profesores y activistas promovían el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia… y Mariana no lo aceptaba, «quizá precisamente por mi personalidad rebelde, a la contra».

Con 22 años, su padre envió a Mariana y a sus dos hermanas a un retiro de Lazos de Amor Mariano. A Mariana, de nuevo, no le tocó el corazón.

Pero ese año, en la universidad, Mariana empezó a reflexionar. «Me gustaba mucho Marx y el marxismo, con muchas teorías… pero yo pensaba: ‘tanta teoría, tanto psicólogo, tanta destrucción del pasado… y en realidad no veo que haya menos maldad». También reflexionaba sobre el dolor ante la muerte: «no puede ser que el hombre sea solo materia«, pensaba.

Un novio ateo, inteligente… que quería sexo

Se sacó un novio ateo, psicólogo, inteligente, que tocaba la guitarra en una banda de heavy metal y leía en un club de lectura. Él también fumaba marihuana y consumía pornografía.

Ella aún tenía la costumbre de ir a misa una vez al mes, «por tradición, con vestidos cortos, y luego a tomar algo». Él la acompañaba, pero muy pronto por la mañana, para que nadie lo viera. Y le hacía preguntas cuestionando la fe que ella aún tenía… y ella se veía obligada a reflexionar.

Al cabo de unos meses, él decidió abandonar a Mariana porque ella insistía en no tener relaciones sexuales. «No puedo vivir sin eso», dijo él. Ella le dejó marchar… pero, asombrada, se descubrió a sí misma llorando y muy afectada, algo que no había pasado con sus novios anteriores.

Un amigo en Instagram, transformado por Jesús

Justo al día siguiente, un chico que conocía le contactó por Instragram. Mariana sabía que era un chico muy mundano, pero ahora estaba transformado. Su lema en Instagram era la frase de santa Teresita de Lisieux: «Quiero pasar mi Cielo haciendo el bien en la tierra».

Mariana le contó que su novio le había dejado por negarse a las relaciones sexuales. El chico la alabó, le habló del valor de la castidad, del matrimonio, de Jesús, el amor de Dios... Mariana había oído cosas así antes… pero esta vez las escuchaba con atención y resonaban en su corazón. ¡Por primera vez Mariana escuchaba!

El psicólogo ateo volvió al cabo de unos días con una carta muy romántica, elogiando la belleza de Mariana, animándola a retomar la relación. Ella no se animó a despedirlo definitivamente… pero lo invitó a un retiro espiritual de Lazos de Amor Mariano. «Yo nunca seré religioso, ni aunque me falte un pie o un brazo», le dijo él. Pero la acompañó al encuentro. A cambio, él lograba acceso a besos y abrazos cada vez más atrevidos.

Pero Mariana empezó a perseverar en encuentros de Lazos de Amor Mariano, y pasado un mes logró cortar con el novio.

El retiro que por fin transformó su vida


A continuación, llegó el retiro espiritual que la acabó de transformar. «Ya lloré, cambié, empecé mi proceso de conversión fuerte», señala.

Reflexionó sobre su vida sentimental: no se había acostado con nadie, pero se había vestido de forma provocativa, había seducido activamente con la mirada, había usado su belleza para manejar a los hombres y hacerlos pecar…

En su habitación, Mariana lloró ante una imagen de Cristo. «Señor, el dolor que siento por lo que hice te lo ofrendo, y pido perdón a todos los hombres que lloraron y sufrieron por mí», rezó entre lágrimas.

«El Señor me dio en ese mismo instante una radicalidad muy fuerte. Cerré todas mis redes sociales: eso me ayudó muchísimo. Decidí dejar de beber, porque ya una vez mi madre tuvo que venir a buscarme. Tiré la mitad de la ropa de mi armario. Y le dije a mi madre: mamá, yo me quiero casar y tener hijos».

Una cristiana novata en una universidad hostil

En la universidad, la nueva Mariana cristiana intentaba no llamar la atención, pero se burlaban de ella ahora por cristiana. «Ahora, mi personalidad rebelde, me servía para defender mi fe», recuerda.

Ahora, cuando una profesora criticaba la Iglesia católica, ella alzaba la mano y respondía: «¿usted sabe que da clases en esta Universidad de Antioquia porque la fundó un jesuita?, ¿usted sabe que hasta Durkheim admitía que tener la idea de Dios evita muchos suicidios?» La profesora quedaba asombrada del cambio en Mariana. Otros pensaban que debía ser cristiana evangélica: «no, la Virgencita está bien», les aclaraba ella.

Con su grupo de Lazos de Amor Misioneros empezó una etapa muy hermosa como evangelizadora, hablando de Dios a otras personas.

Un reto: conocer y denunciar el aborto

Quería hacer una tesis en la universidad sobre el cáncer, pero la Virgen le inspiró hacerlo sobre el aborto. «Ay, no Virgencita, que me meto en problemas», intentó resistirse ella.

Una profesora le dijo: «si quieres ver arder la facultad, vale, elige el tema del aborto».

Mariana no sabía casi nada del aborto, pero empezó a investigar sobre las mujeres que abortaron, contactando con mujeres en grupos provida. Y le dijeron: «Mariana, necesitamos trabajadoras sociales provida».

«Me di cuenta de la maldad del aborto, de los engaños a las mujeres… y en la universidad me daba rabia como lo presentaban«. Intentó escribir del síndrome post-aborto, pero en la Universidad se lo rechazaron: «usted no es psicóloga», le dijeron.Mariana en una manifestación provida con el color azul celeste

Los profesores intentaban presionarla en reuniones:

– Mariana, estamos en Colombia, el aborto ya está legalizado… -le decían.
– Me da igual, como si estuviéramos en Estados Unidos. Para mí, el aborto sigue siendo lo peor, es asesinato…
– ¿Y por qué no habla con las universitarias que saben del aborto?
– ¿Quién sabe más? ¿La universitaria o la mujer que abortó y se arrepiente y le dañó?

Fueron 6 meses inmersa en el aborto, entre las presiones de los profesores pro-aborto y los horrores que iba descubriendo con mujeres dañadas por esta industria cruel. «Fue muy duro para mí, sin la Virgen no habría podido, fue una lucha, sufrí mucho. Pero fue purificador», explica hoy.

Abrir el corazón y dar testimonio

Hoy siente un gran llamado a compartir la fe y la belleza de la vida y la familia entre los jóvenes. «A mí me abrió mi corazón María Santísima, si abriéndolo yo se abre el de más personas, estaré contenta. Cuando hablo de cómo cambié mi forma de vestir, hay chicas que me mandan fotos tirando la ropa que ya no usarán. Hablo de que no ha habido mujer más hermosa que la Virgen María, que hay belleza en la pureza. Dios nos indica cosas que tenemos que rechazar. Y queremos el amor verdadero«, añade.

2 comentarios:

  1. A la verdad que la felicito. Dios utiliza lo que nosotros rechazamos para hacer cumplir su propósito. Bravo Mariana !!!

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  2. Mariana, es el amor de María Santísima, que está llena del Espíritu Santo, Felicidades, gracias por compartir

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