En su “Cántico de las criaturas”, San Francisco de Asís habla de la “hermana agua”. San Francisco entendía que que la naturaleza es obra de Dios, con el hombre en su culmen. Por eso, este santo le llamaba hermano al sol y hermana al agua.
Como seres a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a cuidar de Su creación. El agua, fuente de vida y tan necesaria para la subsistencia del hombre, no se administra de manera adecuada y los más pobres son los que más sufren por su escasez.
Esta semana la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) declararon emergencia por sequía en México.
Según datos de la Conagua, el 95% de los municipios de Chihuahua y Coahuila tienen escasez. Pero ha sido Monterrey la zona a la que más atención mediática se le ha puesto al ser la segunda urbe más poblada de México. Sus habitantes cuentan con sólo seis horas al día de bombeo, hay pobladores que hacen fila desde la madrugada frente a las tomas para garantizar llevar agua a su familia e incluso, en señal de desesperación, hay ciudadanos que han secuestrado pipas.
Para los habitantes del resto de las entidades del país, esta crisis debería ponernos en acción, pues no solo es problema de ellos.
Recordemos que “todo está conectado”, como dice el lema de la Semana Laudato si’ 2020, basada en la encíclica sobre el medio ambiente escrita por el Papa Francisco.
La Ciudad de México tiene su propia crisis del agua, aunque aún no esté al grado de lo que ocurre en el norte. Las razones son una población cada vez mayor, que ocupa cada vez más agua, y que se extrae de un sistema de acuíferos sobreexplotados.
Por ello, hacemos un llamado a la sociedad civil a cuidar este recurso invaluable, pero también a las autoridades a no solo distribuir equitativamente el agua, sino también tomar acciones concretas para un correcto aprovechamiento del agua.
Como dice el Papa Francisco, “el acceso a este bien es un derecho humano fundamental, que debe respetarse pues está en juego la vida de las personas y su misma dignidad”.
Los efectos del cambio climático van a continuar, entre ellos más sequias. “Estamos abofeteando a la naturaleza y la naturaleza se la va a cobrar”, nos ha advertido el Papa en repetidas ocasiones.
Lo que está pasando en el norte del país debe servir a ciudadanos y a gobiernos como una señal para cuidar nuestros recursos naturales y actuar antes de que sea demasiado tarde.
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