El 12 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta del Dulce Nombre de María. En España, y casi seguro en Hispanoamérica en general, María es el nombre de mujer más común, y más si se tienen en cuenta todas sus variantes.
Una devoción: repetir mil veces su nombre
Entre algunas carmelitas francesas nació una devoción que consiste en repetir en oración mil veces el nombre de la Virgen en esta fecha, y también en otras fechas señaladas.
Esta devoción llegó a las carmelitas de la India. En Monasterio carmelita de Prem Jyot (Luz del Amor) en la India, fundado en 1983 en un edificio construido por el jesuita español padre Carsi, rezan así en este día mariano, y también tres días después, en la fiesta de la Virgen de los Dolores (15 de septiembre).
«Las carmelitas rezamos por nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, por sus intenciones y por la Iglesia Universal, en India y en Asia”, explica la priora. Repetir el nombre de María, aseguran, «provoca un inmenso gozo y nos acerca más a la Virgen. Ella es Madre, ella es nuestra Hermana y Reina».
Un nombre con gran devoción en España
En España, según datos del INE, hay 6,1 millones de mujeres que tienen el nombre de María incorporado a su nombre (María del Carmen, María del Mar). Las que se llaman simplemente María son 580.000: es el nombre femenino más común en España.
También los varones incorporan a María a su nombre. En España hay 200.000 José Marías, 10.000 Juan Marías, 9.000 Luis Marías, 3.500 Antonio Marías…
Muchas españolas que se llaman María celebran su santo el 15 de agosto, pero otras muchas lo hacen en este día del Dulce Nombre.
En países de lengua portuguesa, muchas niñas que nacen en esta fecha (o en otras) reciben el nombre de Dulce, en honor al Dulce Nombre de María.
El origen del nombre
San Lucas escribe en su Evangelio de la mujer que iba a ser Madre de Dios: «Su nombre era María». María es la adaptación al latín (y al español y lenguas latinas) del nombre hebreo, común entre mujeres, «Miriam».
Autores divulgativos acuden a biblistas para analizar lingüísticamente el nombre de María. Para San Jerónimo (M 1.23.780) significaría «Iluminadora». En idioma arameo significaría: «Señora» o «Princesa» (Bover). En hebreo significaría «Hermosa» (Banderhewer). El erudito Zorell considera que primero se usaría el nombre en egipcio y significaría «La preferida de Yahvé» (Exodo 15, 20). Mar o Myr significaría «hija preferida», y el -«ya» o «yam» se referiría a Yah, Yahvé, el Dios de Israel. Tanto el hebreo como el arameo como el egipcio son lenguas semíticas emparentadas.
Las fechas antiguas y los trinitarios
San Bernardino de Siena, predicador franciscano italiano del siglo XV ya fue un propagador de la devoción al Nombre de María, pero en aquella época la Iglesia no lo celebraba con fiesta litúrgica. También San Lorenzo de Brindis, capuchino italiano del s.XVI, difundió esta devoción.
En 1513 la diócesis de Cuenca obtuvo permiso de Roma para celebrarla litúrgicamente, reforzada con una bula de Sixto V en 1587. San Simón de Rojas, trinitario de Cuenca, y luego confesor de la familia real española, junto con la Orden Trinitaria, extendieron esta devoción y su fecha (entonces era el 17 de septiembre) por España, y luego por Hispanoamérica (empezaron las diócesis con obispos y misioneros trinitarios). Roma extendió la fiesta a América en 1622 por petición de Felipe III, pero ya reinando Felipe IV.
En 1671, a petición de la Corona, el Papa, por fin, otorga que pueda celebrarse en todas las Españas y se concede indulgencia plenaria a cuantas personas participaran en la celebración de la misa en dicha fiesta del Nombre de María.
La batalla de Viena
El 12 de septiembre de 1683, el rey polaco Juan Sobieski, al frente de una alianza de caballeros europeos, después de oir misa a primera hora de la mañana y ponerse en manos de la Virgen, logró una gran victoria sorprendiendo al colosal ejército turco que asediaban Viena y liberando la ciudad. «Vine, vi, Dios venció», declaró Sobieski.
Para conmemorar la victoria, el Papa Inocencio XI (que era terciario trinitario) decidió trasladar la fiesta del Nombre de María al 12 de septiembre y extendió su celebración a toda la Iglesia universal. (Con esta batalla, que asombró a toda Europa, parece que nacieron los «croissants», el dulce de panadería con forma de media luna, signo del Islam derrotado).
Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la fiesta desapareció del calendario, desde 1969, pero San Juan Pablo II (polaco, como Sobieski), la recuperó en 2002. Al año siguiente, beatificó a Marco d’Aviano, el monje italiano y enviado papal que había celebrado la misa con Sobieski.
Hay muchos datos sobre esta fiesta en el artículo de Pedro Aliaga “La Fiesta del Santo Nombre de María: Itinerario histórico-litúrgico”, Ephemerides Mariologicae, 51, octubre-diciembre 2001, pp 489-507.
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