Como sabemos de la dificultad de aprobar los exámenes finales, estudiar con buen tiempo, prepararse para la selectividad... y a la vez tener una vida adolescente en condiciones, hemos querido preparar una oración para que tus hijos aprueben. Eso sí, no sirve de nada rezar si ha preferido jugar al Fortnite antes que estudiar.
Son muchos los milagros que ha obrado Dios, la Virgen María y los santos a lo largo de la historia, así que todavía no hay motivos para perder la esperanza. Pedir la intercesión a nuestros Padres del cielo es casi un deber si hacemos caso a Jesús: "Pedid y se os dará" (Mateo 7, 7-11). Y como es nuestro Padre, por supuesto que a Jesús le importan los exámenes y que todos podamos desarrollarnos y formarnos en la vida.
Aquí te dejamos una bonita oración para rezar por tus hijos, e incluso si lo consigues... que la recen ellos mismos (que seguro que alguno recurre a la desesperada):
Querido Padre, te entrego de nuevo mi vida para que la lleves a donde Tú sabes que necesito. Tú eres mi Padre, me quieres y me acompañas en la vida. Por eso pongo en tus manos (....PETICIÓN) para que se haga tu voluntad. Amén
Y como hay niños que igual necesitan más ayuda que otros, os proponemos también una oración a la confianza de María. Ella que tiene 'enchufe' puede echarnos una mano si tenemos fe:
En tu poder y en tu bondad fundo mi vida, en ellos espero confiando como un niño. Madre admirable, en ti y en tu hijo, en toda circunstancia, creo y confío ciegamente. Amén
Y si crees que aún así no es suficiente, siempre podemos acudir al Espíritu Santo -que ese se sabe todas las respuestas- o a algún santo para que interceda por nuestros hijos -o por nosotros-. Como recomendación, Santo Tomás de Aquino es patrón de los estudiantes, aunque si no es tu caso o el de tu hijo, seguro que también te regala una ayudita. ¡Ánimo!
ORACIÓN PARA UN ESTUDIANTE
Oh inefable Creador nuestro, altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría, dígnate infundir el rayo de tu claridad sobre las tinieblas de mi inteligencia, removiendo la doble oscuridad con la que nací: la del pecado y la ignorancia.
¡Tú, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños, instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición!
Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facilidad para atender, sutileza para interpretar y gracia abundante para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar
¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen
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