Ciertamente, el mundo se ha secularizado y la Iglesia está atravesando una gran crisis de credibilidad y de reestructuración. El poder, el dinero, la soberbia, el no escuchar, el autoritarismo, los abusos, la falta de participación de laicos y mujeres y la ausencia de una verdadera paternidad, por parte de muchas autoridades de la Iglesia, han tenido consecuencias muy hondas para la fe y religiosidad del pueblo, que se siente huérfano y sin pastor que lo pueda cuidar. Con todo, es evidente cómo sí permanece la devoción y la fe popular a la Madre, que ahora surge más empoderada, astuta, crítica y con la fuerza para salvar a sus hijos/as de la infelicidad y la maldad.
Sin embargo, igual que en las restauraciones de templos e imágenes donde hay que sacar estucos y yeso para llegar a lo original, hoy, para acercar a la Virgen María a la gente, es necesario revisar ciertos “secuestros” que no ayudan en este vínculo precioso y tan necesario para cada uno en la humanidad. Sin perder su femineidad, la Virgen es la inspiración y puente por el que muchos pueden transitar para encontrar certezas en la incertidumbre actual.
Cuestionando nuestros propios secuestros de María
A lo largo de la historia, con todos los cambios que hemos vivido desde los años 60 y 70 en Chile, Latinoamérica y el mundo entero, probablemente hay imágenes de la madre de Dios que ya no nos parecen adecuadas, que incluso molestan a algunos y/o que no nos permiten acercanos a ella con fluidez y libertad.
- María cándida e ingenua: María siempre se presenta con una imagen almibarada y dulce, ajena a la realidad. Sin embargo, ella no solo veía lo bueno y bello de la vida; también era capaz de integrar lo feo y lo malo. Por lo mismo, es ella quien se enfrenta al demonio y lo vence bajo sus pies. En el Magníficat, denuncia la riqueza robada por algunos y pone en el primer puesto a los pobres.
- María esclava y sin carácter: una de las actitudes que más molestia causa a las mujeres de hoy, muchas veces debido a la mala comprensión, es el aparente servilismo de María y su falta de personalidad. Sin embargo, cuando uno, libremente, se entrega por amor a alguien, deja de ser esclavitud, sino compromiso y vínculo eterno de reciprocidad. María sentía y sabía cómo ama Dios; por eso se expresó con tanta libertad como esclava del Señor. Eso refleja más carácter y determinación que nada. Hay que tener carácter y agallas también para enfrentarse a toda una sociedad de murmuradores, a los fariseos y a los cientos de enemigos que se fueron sumando contra su hijo.
- María de bajo perfil: un secuestro propio de siglos de machismo y patriarcado es que la figura de María siempre aparezca en segundo plano; sin embargo, superando toda limitación histórica y contextual, María logra asumir el liderazgo sin buscarlo en Pentecostés y en la misma cruz frente a la dispersión y huida de los seguidores/as de Jesús. Su aparente bajo perfil la edifica como madre y reina de la humanidad por su verdadera vocación de servicio que debiese tener toda verdadera autoridad.
- María etérea y espiritualizada: como siempre la representan en medio de nubes y ángeles, pareciera que María no tuviera nada que ver con lo terrenal. Pero es todo lo contrario. Cuando más interviene es en los conflictos humanos más cruentos como guerras, desigualdades, invasiones, injusticias u otros padecimientos de la humanidad. Nunca debemos olvidar que ella es cien por cien humana; solo que supo canalizar todas esas fuerzas para amar más y servir mejor.
- María sin poder: si entendemos poder como ocupar una posición para tomar decisiones, ciertamente, María no tuvo poder en su tiempo, pero sí ejerció y ejerce aún hoy una enorme influencia en la tierra y en el cielo intercediendo por todos nosotros. Ella es reina y madre del hijo de Dios, templo del Espíritu Santo y elegida por el Padre, por lo que no hay ser humano más perfecto que ella.
- María grave y aburrida: para muchas mujeres y jovencitas de hoy, la Virgen puede parecer muy aburrida, retrógrada, anticuada, “tapada”, “nerd”; sin embargo, no existe ser humano más entretenido, atractivo y actual que ella, ya que conoce toda la complejidad y diversidad de lo que somos y lo que podemos lograr. Se adapta con su lenguaje e imagen a cada realidad sin dejar de ser ella, y vinculándose con cada realidad como un par. Está llena de contenido, de experiencias vitales que contar, pero sobre todo tiene una capacidad de escucha y de amar que todos necesitamos con urgencia en cualquier contexto y lugar sin importar la condición.
Una re-evolucionaria del amar
En definitiva, la Virgen María está desde siempre lista para liderar una gran re-evolución amorista, junto a la de su hijo Jesús, que permita a la humanidad hacer un cambio cuántico en su manera de relacionarse con todo y con todos. El desafío es cómo “bajarla” de los “altares” y acercarla al mundo cotidiano y real que vivimos todos e ir liberándola de tantos secuestros culturales e históricos que la hacen lejana a las necesidades y problemáticas de los niños, jóvenes, adultos y personas mayores del mundo actual.
Autora: Trinidad Ried.
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