No habrá un nuevo exorcista en la diócesis suiza de Chur. A pesar de que, hasta hace unos años, era una práctica plenamente integrada en la misma. Pero, desde el fallecimiento en 2020 del último de los sacerdotes que la llevaban a cabo, el nuevo obispo, Joseph Maria Bonnemain, no quiere que nadie más ocupe este puesto, convencido de que son problemas que pueden solucionarse “por vías normales”.
“Todos somos personas que tenemos dentro de nosotros fortalezas y debilidades”, explicó el obispo al canal de radio y televisión suizo Regionaljournal Graubünden. “Cualquier persona que se enfrente a situaciones sociales, profesionales o de salud difíciles puede ser tratada”, continuó. “Hay soluciones normales para esto: médicas, psicológicas, psicoterapéuticas”, añadió.
El dorado de los exorcismos
El obispo de Chur, que es médico de profesión y que ha trabajado como capellán de hospitales durante muchos años, está convencido, por todo ello, de que “no es necesario querer encontrar causas secretas” a estos males.
Esta decisión del obispo es llamativa en una diócesis que, durante años, atrajo a cientos de personas de países vecinos, ya que era uno de los pocos lugares de la región que los llevaba a cabo, hasta tal punto que ha llegado a ser considerado “el dorado” de los exorcismos en el mundo de habla alemana, tal como lo tildó el religioso suizo Georg Schmid.
Llegado el momento este obispo tendrá que dar cuentas de tan grande negligencia de pensar que el mal no existe cuando incluso se puede experimentar dentro de la misma iglesia
ResponderBorrar