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¿Qué tipo de Reyes queremos ser? Por: Padre José Francisco Gómez Hinojosa



La fiesta de Jesucristo Rey del Universo, que celebramos hoy, nos ofrece la oportunidad de preguntarnos por el reinado de Jesús: ¿cuáles eran sus características? ¿qué nos dice a nosotros, en pleno siglo XXI, en que hemos relativizado a las realezas -por fortuna ya pocas- que todavía ocupan las páginas de la prensa rosa?

Conviene recordar que, así como los profetas se opusieron a la construcción del Templo, pues consideraban que Dios no podía ser encerrado en un lugar, por más majestuoso que fuera, así también estuvieron en contra de los Reyes, personajes semejantes a los que conocieron cuando se establecieron en las poblaciones de Canaán. Yahvé, era el único Rey.

Sin embargo, fue tanta la insistencia del pueblo, que Dios les concedió tanto el Templo como Reyes, aunque éstos aparecían como sus representantes, con la misión de conducir al pueblo. Ya sabemos cómo ambas instituciones fueron relativizadas por el mismo Jesús de Nazaret, cambiando radicalmente su significado: los recintos sagrados ya no serán materiales, sino que nosotros tendremos el privilegio de albergar a Dios, y su reinado no fue como los de este mundo.

El problema es que, en relación a los reyes, me parece que no pocos católicos, curas y obispos incluidos, extrañan el ya no ser tratados como los reyes de los que se deslindó Jesús. Y no es que aspiren a usar sus ropajes y a servirse de sus ejércitos, o a habitar en palacios y recibir honores y lisonjas. Quizá en el fondo de su corazón lo desean, pero no es políticamente correcto aceptarlo.

Por lo que sí pugnan, y cada vez con mayor vehemencia, es por detentar un poder semejante al de las autoridades civiles, con quienes desean confrontarse para demostrar quién puede más. Clérigos belicosos contra gobernantes igualmente guerreros serían los protagonistas de las actuales batallas, en las que los contendientes muestran su músculo.

Pareciera que se prefiere al obispo bravucón sobre el sensato, y al jerarca combativo en vez del humilde.

La marcha en México, del pasado domingo, para protestar por la iniciativa de reforma al Instituto Nacional Electoral, fue un claro campo de batalla. Muchos clérigos y laicos se molestaron porque sus pastores, haciendo gala de mesura y serenidad, no asumieron el liderazgo de esa manifestación. No les bastó con que sean críticos, como lo son, a las autoridades civiles.

No. Si queremos ser reyes a la usanza de Jesús, deberemos recordar que su reino no es de este mundo, y que consiste en instaurar sus valores: la verdad, la justicia, la paz y el amor.

Pro-vocación

“Tarjeta roja de la Iglesia al mundial de Qatar”, así titula nuestra revista a la nota de esta semana que se refiere a una de las copas del mundo futbolísticas más cuestionadas. No es la primera vez que se pone en entredicho al país organizador de esta justa: Argentina en 1978, Rusia en el 2018, no se distinguían por su respeto a los derechos humanos, como hoy sucede con los anfitriones.

Ellos se han distinguido por la muerte de 6,500 trabajadores de la construcción -que ya vivían en condiciones inhumanas-, y la discriminación de mujeres y de personas LGTB+. Pero a partir de hoy seremos cómplices tolerantes, como dice la filósofa británica Sasha Mudd, y estaremos pendientes del evento más seguido por la televisión en el mundo entero.

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