El Papa denuncia que la violencia doméstica "nace de la pretensión de poseer el afecto del otro" y convierte la vida en "un infierno"



El Papa Francisco continúa con el ciclo de catequesis sobre el discernimiento, abordando esta vez “la fase que sigue  inmediatamente a la decisión tomada”. Y respecto a esa fase, Bergoglio asegura que “uno de los signos  distintivos del espíritu bueno es el hecho de que comunica una paz que dura en el tiempo”. Otro signo es la gratitud y el tercero “el hecho de sentirnos libres frente a una decisión tomada, es decir, estar abiertos para cambiar  o renunciar a ello sin apegos”. En definitiva, el Papa invita a seguir adelante “ intentando siempre tomar decisiones en oración y escuchando al corazón”.

Según el Papa, "ser posesivo es enemigo del bien y mata el afecto". Por eso, denuncia que muchos casos de violencia de género "nacen casi siempre de la pretensión  de poseer el afecto del otro, de la búsqueda de una seguridad absoluta que mata la libertad y sofoca la  vida, haciéndola un infierno".

Catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!  

En el proceso del discernimiento, es importante permanecer atentos también a la fase que sigue  inmediatamente a la decisión tomada, para recoger los signos que la confirman o los que la desmienten.  Hemos visto de hecho cómo el tiempo es un criterio fundamental para reconocer la voz de Dios en  medio de otras muchas voces. Solo Él es Señor del tiempo: esto es una marca de garantía de su  originalidad, que lo diferencia de las imitaciones que hablan en su nombre sin lograrlo. Uno de los signos  distintivos del espíritu bueno es el hecho de que comunica una paz que dura en el tiempo. Una paz que lleva armonía, unidad, fervor, celo.  Sales del proceso mejor de lo que has entrado.

Por ejemplo, si tomo la decisión de dedicar media hora más a la oración, y después me doy cuenta  de que vivo mejor los otros momentos del día, estoy más sereno, menos ansioso, desempeño con más  cuidado y gusto el trabajo, también las relaciones con algunas personas difíciles se vuelven más fáciles…:  todos estos son signos importantes que van a favor de la bondad de la decisión tomada. La vida espiritual  es circular: la bondad de una elección es beneficiosa para todos los ámbitos de nuestra vida. Porque es  participación en la creatividad de Dios.  


Podemos reconocer algunos aspectos importantes que ayudan a leer el tiempo sucesivo a la  decisión como posible confirmación de su bondad. De alguna manera ya los hemos encontrado a lo largo  de estas catequesis, pero ahora encontramos su aplicación ulterior.  


Un primer aspecto es si la decisión es considerada como un posible signo de respuesta al amor y a  la generosidad que el Señor tiene hacia mí. No nace del miedo, de un chantaje afectivo o de una  obligación, sino de la gratitud por el bien recibido, que mueve el corazón a vivir con liberalidad la  relación con el Señor.  


Otro elemento importante es la conciencia de sentirse en el propio lugar en la vida, y parte de un  diseño más grande, al que se desea ofrecer la propia contribución. En la plaza de San Pedro hay dos  puntos precisos – los focos de la elipse – desde donde se ven las columnas de Bernini perfectamente  alineadas. De forma análoga, el hombre puede reconocer haber encontrado lo que está buscando cuando  su jornada se vuelve más ordenada, advierte una creciente integración entre sus múltiples intereses,  establece una correcta jerarquía de importancia y logra vivir todo con facilidad, afrontando con renovada  energía y fuerza de ánimo las dificultades que se presentan. 

Otro buen signo de confirmación es el hecho de permanecer libres respecto a lo decidido,  dispuestos a volver a cuestionarlo, también a renunciar frente a posibles desmentidos, tratando de  encontrar en ellos una posible enseñanza del Señor. Esto no porque Él quiera privarnos de lo que más  queremos, sino para vivirlo con libertad, sin apego. Solo Dios sabe qué es verdaderamente bueno para  nosotros. Ser posesivo es enemigo del bien y mata el afecto: los muchos casos de violencia en ámbito  doméstico, de los que lamentablemente tenemos noticias frecuentes, nacen casi siempre de la pretensión  de poseer el afecto del otro, de la búsqueda de una seguridad absoluta que mata la libertad y sofoca la  vida, haciéndola un infierno. 

Podemos amar solo en la libertad, por esto el Señor nos ha creado libres, libres también de decirle no. Ofrecerle a Él lo que más queremos está en nuestro interés, nos consiente vivirlo de la mejor manera  posible y en la verdad, como un don que nos ha hecho, como un signo de su bondad gratuita, sabiendo  que nuestra vida, así como la historia entera, está en sus manos benévolas. Es lo que la Biblia llama el  temor de Dios, es decir el respeto de Dios, condición indispensable para acoger el don de la Sabiduría (cfr  Sir 1,1-18). Es el temor que expulsa cualquier otro temor, porque está orientado a Aquel que es Señor de  todas las cosas. Frente a Él nada puede inquietarnos. Es la experiencia asombrada de San Pablo: «Sé  andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre: a la abundancia y a la  privación. Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Fil 4,12-13). Éste es el hombre libre.

Reconocer esto es fundamental para una buena decisión, y tranquiliza sobre lo que no podemos  controlar o prever: la salud, el futuro, las personas queridas, nuestros proyectos. Lo que cuenta es que  nuestra confianza esté puesta en el Señor del universo, que nos ama inmensamente y sabe que podemos  construir con Él algo maravilloso, eterno. Las vidas de los santos nos lo muestran de la forma más  hermosa.  Sigamos adelante, siempre intentando tomar decisiones así: en oración y escuchando al corazón.


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