En las primeras horas de día 12 de enero, la cantante Shakira publicaba su última canción, producida por Bizarrap. La canción lanza puyas nada sutiles a su expareja, el que fue futbolista del Barcelona Gerard Piqué. Entre otras cosas dice: “Yo contigo ya no regreso ni que me llores ni me supliques. Entendí que no es culpa mía que te critiquen, yo solo hago música, perdón que te sal-pique”.
Como terminaba otra entrada en este blog, a propósito de la ruptura entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva (que, por cierto, si no se han enterado: ¡se han reconciliado!), “yo no soy quién para decir qué debe hacer la marquesa de Griñón con sus relaciones. Lo cierto es que la Biblia expresa de muchas maneras que Dios sabe perdonar al ser humano, sea cual sea la actitud de este”.
Ahora, con este asunto de la canción de Shakira, yo tampoco puedo erigirme en juez de lo que la cantante colombiana hace con su vida y sus relaciones, pero lo cierto es que el Dios de la Biblia nunca diría: “Yo contigo ya no regreso ni que me llores ni me supliques”. Al contrario, al Dios bíblico le vemos con mucha frecuencia perdonando al ser humano, aunque este no se lo merezca.
San Pablo lo dijo con mucha claridad: “Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su vida!” (Rom 5,10). Lo importante ahora es la primera parte: Dios nos reconcilió –en nuestro lenguaje: nos perdonó– cuando todavía éramos enemigos, es decir, cuando aún persistía la herida o la ofensa.
Perdonar al pecador
La actuación de Jesús imita esta manera de proceder de Dios. Así, en el conocido episodio del perdón de la mujer adúltera, las palabras de Jesús son: “Jesús se incorporó y le preguntó: ‘Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?’ Ella contestó: ‘Ninguno, Señor’. Jesús dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más’” (Jn 8,10-11). Muchos se agarran a que Jesús insta a la mujer a no pecar más. Cierto, pero antes la ha acogido, la ha perdonado: “Tampoco yo te condeno”. O sea, que no espera a que la mujer cambie de conducta para otorgar su perdón, sino que más bien confía en que la fuerza del perdón obre el milagro de hacer que la mujer se comporte a partir de ese momento de otra manera.
Shakira puede perdonar a Piqué o ensañarse con él –en todo caso, las revistas o programas del corazón se lo agradecerán–, por lo que es seguro es que Dios siempre está dispuesto a perdonar al ser humano, aunque este siga siendo un pecador –dicho en lenguaje religioso–, precisamente para que no lo sea.
Autor: Pedro Barrado.
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