“La ordenación de clérigos, tal como se propone y se vive actualmente, es uno de los pesos que frena el dinamismo y el profetismo de la Iglesia. Es urgente poner en marcha una práctica más auténtica de las comunidades cristianas que supere las barreras demasiado estrictas de una legislación canónica que testimonia el pasado y que a menudo obstruye el Evangelio creyendo servirlo…”.
Es la petición que, a través de un documento de cincuenta páginas, ha hecho circular por la diócesis belga de Lieja un grupo de cristianos comprometidos, convencidos de que, “para suprimir el clericalismo, hay que suprimir al clero”.
“¡Devolvamos la Iglesia al pueblo de Dios!”
Con el título de “¡Devolvamos la Iglesia al pueblo de Dios!”, este documento, según informa CathoBel, es el fruto de una reflexión durante más de un año por pate de “personas particularmente comprometidas con la vida de la Iglesia, algunos incluso a nivel profesional, y en particular dentro del Vicariato de Salud de la diócesis de Lieja”.
Y aunque el texto se aborda también “el lugar de la mujer en la Iglesia, el clericalismo, el abuso de poder, el sacerdocio…”, donde más lejos llega la propuesta es sobre el papel y el lugar de los sacerdotes. “Pocos de ellos son capaces de relaciones verdaderamente igualitarias, y por tanto fraternales, con los cristianos que los rodean”, escriben los autores.
Reavivar el espíritu del evangelio
Junto con todo ello, hay una fuerte apuesta por la asunción de responsabilidades por parte del laicado: “Es una falsa buena idea creer que la ordenación de una mujer o un hombre casados solucionaría las rupturas que vive la Iglesia. Es el paradigma que hay que cambiar, hay que reavivar el espíritu del evangelio, hay que privilegiar la responsabilidad de cada bautizado”, señala el documento.
Como era de esperar, este documento ha sido recibido con disgusto por el obispo de Lieja, Jean Pierre Delville, quien en otro escrito ha denunciado que algunas de las palabras del documento “muchos sacerdotes, diáconos y laicos cristianos sienten que son insultantes e injustas”.
Igualmente, el pastor, miembro de la Comunidad de Sant’Egidio, sale a defender la labor de los sacerdotes frente a las afirmaciones del documento de reflexión: “Las percibo como totalmente falsas cuando pienso en la cantidad de entrega que he visto entre los sacerdotes y otros actores pastorales de nuestra diócesis durante casi diez años de episcopado”, señala Delville.
Finalmente, el obispo de Lieja (uno de los primeros nombrados por Francisco) lamenta "el carácter caricaturesco de este folleto, pero más aún, el hecho de que la reflexión presentada impugne la posición del Concilio Vaticano II y condene dos mil años de vida cristiana”.
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