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El Papa defiende el derecho de los fieles divorciados a ser acompañados en sus nuevas uniones y el deber de la Iglesia de ofrecer ese apoyo


El décimo aniversario del pontificado del Papa Francisco se celebra este 13 de marzo y, como parte de las celebraciones, ha ofrecido entrevistas a diversos medios de comunicación, entre ellos el periódico argentino Perfil. En su conversación, recordó su último encuentro con Benedicto XVI antes de su fallecimiento y la reflexión que este le dejó: “Aprovecha lo que tienes que hacer ahora, porque llegar a mi edad y estar bien es una gracia, pero no sé hasta cuándo durará”.  

En lo que se refiere a la acogida a los divorciados Francisco confiesa: “Jesús me ganó de mano”. “Hoy día acompañar las nuevas uniones, es un derecho que tienen los cristianos y un deber de la Iglesia”, sentencia. También comenta que “La unión civil [entre personas del mismo sexo] es una cosa mucho más amplia, es un contrato social que garantiza de alguna manera los derechos sociales, cierta estabilidad y no es el sacramento del matrimonio, o al menos el hecho matrimonial”, “matrimonio es otra cosa, y tiene otra configuración, pero esa es mi postura”, apunta.

“Todos son hijos de Dios y cada uno busca a Dios y lo encuentra, por el camino que puede. Dios solamente aparta a los soberbios, los demás pecadores estamos todos en la fila”, añade sobre las personas homosexuales. “No sé si se abrirá o no se abrirá, pero es una posibilidad que se puede abrir”, señala sobre el celibato voluntario para los sacerdotes, “es una posibilidad abierta”

Un siglo de guerras

“Se puede dialogar muy bien con la economía y lograr pasos de entendimiento o fórmulas que van bien. En cambio, no se puede dialogar bien con las finanzas. Las finanzas son gaseosas, la economía es concreta”, destaca entrada en la doctrina social. Así, denuncia “la exclusión, injusticia, hay gente que muere de hambre o gente explotada, los chicos explotados, el trabajo infantil es gravísimo”. En este sentido muestra su preocupación por la deriva de un liberalismo no social o que “la derecha exagerada, desarraigada, es muy peligrosa”.


Más allá de la política, denuncia que “estamos en un siglo de guerras, desde el 14 hasta hoy estamos en una guerra mundial. Puedo definir una guerra mundial a pedacitos, pero estamos en guerra mundial”. A lo que une su condena del sector armamentístico: “No sé si es verdad o no, pero la guerra sirve para probar las armas”.


Un mundo sin fronteras para el Papa sería “no como una uniformidad, o cuestión de imagen, sino como la riqueza de cada país, de cada pueblo, de cada continente intercambiándose”. Para él, hay el riego, por ejemplo en la Unión Europea, de buscar “una universalización de lo particular que no es lícita, porque la riqueza universal está en la variedad de los países, con su cultura, su historia, su política”. “No hay que tener miedo a la diversidad”, sentencia.


En otro orden de cosas, precisa que “la Teología de Liberación nace de la experiencia del éxodo, de la liberación del pueblo. Entonces la intención es buena y hacen una opción por los pobres que es a lo que hay que liberar. Pero de ahí tuvo tantas ramas y tantas ideologías interpretativas que es difícil hablar en general”. Como movimiento del pueblo señala su relación con las Madres de la Plaza de Mayor y señala que “las mujeres llevaron esto adelante, los padres de Plaza de Mayo nunca, es curioso”. “Yo veo una madre que sufrió y yo soy pastor, quiero estar cerca de la madre”, destaca mientras se desmarca nuevamente de la dictadura argentina y de las acusaciones mientras era superior provincial de los jesuitas en Argentina. “Mi voluntad es, espero que lo pueda hacer”, señala sobre un posible viaje a la Argentina cuando pase el año electoral o visite Mongolia. Y es que, conlcuye, “estoy muy agradecido a Buenos Aires, a la Argentina. Es mi patria”

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