Michał Markiewicz es de Mławy (Polonia). Creció en un hogar donde se esforzaban por vivir los valores y las tradiciones cristianas. Sus padres trabajaban como educadores y también pertenecían a la Acción Católica. De niño, Michał asistía a la iglesia, servía en misa y participaba en los oficios religiosos. Sin embargo, estas prácticas no se trasladaban a su vida cotidiana. Se sentía cada vez más solo. Pasaba su tiempo libre delante de una pantalla, con sus videojuegos favoritos.
“No admitía derrota. En un ataque de ira destruía los joysticks de Pegasus. Luego los pegaba, los soldaba para hacerlos funcionar y volver a jugar», explica en Aleteia en polaco. A esto se sumaba su fascinación por las películas de terror. Él, su hermana y la amiga de ésta conjuraban espíritus. También le gustaba la pornografía.
Obligado a ir a la iglesia, apasionado del satanismo y pensamientos suicidas
En la escuela secundaria, Michał se apasionó por el satanismo, las cartas del tarot y la quiromancia. Escuchaba música dura y era fan de grupos satánicos. «Mis padres me obligaban a ir a la iglesia… yo tenía por entonces 17 años. Me amenazaron con echarme de casa si me negaba. No quería acabar en la calle. Así que cogía mis auriculares e iba a la iglesia. En misa escuchaba música rock y metal», recuerda Michał.
El joven cambiaba cada vez más. Faltaba a clase y cuando iba al colegio, lo hacía bajo los efectos del alcohol. Se sentaba en el último banco aislándose de sus compañeros. «Durante este tiempo me enamoré de una amiga, pero ella no correspondió a mis sentimientos. Me rechazó y sufrí una gran decepción amorosa. Me sentí decepcionado por su comportamiento», explica Michał.
Michał entonces hizo un pacto con el diablo y quiso suicidarse. Sin embargo, una voz interior le aconsejó que no lo hiciera. «Oí que alguien me decía que no era una buena solución. Tengo padres que me quieren. Ahora sé que fue un ángel de la guarda el que me protegió de tomar esa decisión», afirma.
La oración de mamá
«Mi madre rezaba constantemente por mí, lloraba y rezaba el rosario», subraya Michał y reconoce que los profesores llamaban a menudo a su casa informando a sus padres que se comportaba de forma extraña y seguía faltando a clases. «No podía concentrarme en nada, apenas pasaba de una clase a otra», dice.
Fue cuando Michał vio las lágrimas en los ojos de su madre, que prometió mejorar. Se separó de la música satánica. Sin embargo, seguía esclavizado por la pornografía y la masturbación, los juegos de ordenador y el tarot.
Tras aprobar el bachillerato, comenzó estudios en la Universidad de Olsztyn y allí llegó a sus manos un casete con canciones de Grzegorz Turnau que incluía canciones de alabanza a Dios. El joven experimentó la presencia del Espíritu Santo. Cantaba y empezaba a rezar.
Michał Markiewicz se encontró al entrar en su casa con la imagen de Jesús Misericordioso
Por desgracia, al cabo de un tiempo volvieron las adicciones. «La pornografía actúa como una droga, que me hacía autosuficiente», recuerda. Entonces, Michał conoció a otra chica que era adepta al yoga. Le habló al chico de la espiritualidad del Lejano Oriente y sin cuestionarlo, Michał se abrió a la meditación hindú, al chamanismo y comenzó a ingerir drogas duras. «Había abierto las puertas de mi alma a un espíritu maligno y él lo aprovechaba perfectamente. Hice mucho daño a esta chica a nivel sexual, la herí mental y espiritualmente», asume.
Acabó con esa relación, regresó a la casa familiar y al entrar Michał contempló la imagen de Jesús Misericordioso que estaba en el recibidor. Asegura que en ese instante alguna fuerza le obligó a renunciar a Jesús y él obedeció. «Renuncié al Salvador. Caí en una oscuridad cada vez mayor, me acompañaban grandes temores, atrapado en un estado mental y físico muy precario. Durante los trances, mi cuerpo se retorcía y también mis globos oculares. No podía mirar a Jesús Sacramentado ni pronunciar las palabras Él es mi Señor», relata.
El encuentro con Jesús
El joven acudió a un exorcista y comenzó así su conversión. Fue en una iglesia de la Universidad de Olsztyn donde cayó de rodillas y confió su vida a Jesús. “Escuché una voz que decía: ‘En esta cruz he dado mi vida por ti’ y en ese instante recibí la fuerza para perdonarme a mí mismo, a cualquiera a quien hubiera hecho daño, pero también a los que me habían hecho daño. Me confesé, recibí la Sagrada Comunión, sentí un fuego en el corazón. Lloré. Experimenté una limpieza espiritual. Dios me mostró cuánto me ama y que nunca me ha abandonado, pues siempre ha luchado por mí», relata Michał.
Luego, comenzó su formación espiritual, primero en la comunidad «Agua de Vida», luego en «Alianza de la Misericordia». Ayudaba a los demás y participaba activamente en el voluntariado. Realizó viajes de evangelización por Europa y durante uno de ellos, en Medjugorie, conoció a su futura esposa.
«Soy un hombre feliz y libre»
“Yo no tengo coche y hacía autostop, por lo que evangelizaba en los traslados. Si alguien trata de confiar en Dios, entonces es realmente feliz y libre”, dice. Actualmente su vida está centrada en Cristo, compartiendo su fe y experiencia de Dios con otras personas. Él y su mujer dirigen el canal evangelístico «Na koniec świata» en YouTube, donde hablan de cómo Jesús cambió sus vidas y comparten experiencias de viajes alrededor del mundo.
Michał dice que fue el Salvador quien le curó y que a través de Él empezó a vivir una vida de gracia. También pertenece a la Orden Franciscana Seglar como terciario franciscano. Tiene su propia granja de pesca, le interesa la naturaleza, cría animales. Le encanta el buceo, el surf y el montañismo. Al finalizar destaca que “el hombre necesita limpieza espiritual y puede encontrarla a través de los sacramentos. Estando cerca de Dios tengo paz en el corazón y soy feliz. Entregué mi pecado a Jesús y Él me curó».
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