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La guerra es inmoral: Desde Juan XXIII a Pablo VI y Francisco


El 25 de octubre de 1962, Juan XXIII dirigió un mensaje “a todos los hombres de buena voluntad”, texto que   ya había enviado a las embajadas soviética y americana en Roma y donde el papa pedía el inicio de las negociaciones para poner fin a un conflicto entre EE.UU. y Rusia. 

El día 26, Khrushchev envió una carta a Kennedy, donde proponía un debate sobre desarme y donde pedía que Cuba no fuese invadida por las tropas americanas. Kennedy por su parte, respondía prometiendo que cesaría el bloqueo a la isla, si la URSS sacaba las rampas de misiles soviéticos. Finalmente, el 28 de octubre, Khrushchev aceptaba la propuesta de Kennedy. 

Juan XXIII se dirigió a los lideres involucrados llamando a que  hicieran todo lo que esté en sus manos para salvar la paz. Así evitarán al mundo los horrores de una guerra cuyas terribles consecuencias no se pueden prever» 

De esta conciencia surgió -en abril de 1963- la Encíclica Pacem in Terris. Encíclica citada por el papa Francisco en Fratelli Tutti. 

En el nº 260 de “Fratelli Tutti”, Francisco dice: “...Como decía san Juan XXIII, «resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado»  

Reforzó la convicción de que las razones de la paz son más fuertes que todo cálculo de intereses particulares y que toda confianza en el uso de las armas. Pero no se aprovecharon adecuadamente las ocasiones que ofrecía el final de la guerra fría ...y se cedió a la búsqueda de intereses particulares sin hacerse cargo del bien común universal. Así volvió a abrirse camino el engañoso espanto de la guerra...”[243] Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963), 127: AAS 55 (1963), 291. 

Carrera de armamentos 

Ya en 1963 escribía el Papa Juan XXIII estas necesarias y actuales reflexiones: 

Vemos, con gran dolor, cómo en las naciones económicamente más desarrolladas se han estado fabricando, y se fabrican todavía, enormes armamentos, dedicando a su construcción una suma inmensa de energías espirituales y materiales. Con esta política resulta que, mientras los ciudadanos de tales naciones se ven obligados a soportar sacrificios muy graves, otros pueblos, en cambio, quedan sin las ayudas necesarias para su progreso económico y social. (Pacem in terris nº 109).

Y argumentaba que:

La razón que suele darse para justificar tales preparativos militares es que hoy día la paz, así dicen, no puede garantizarse sí no se apoya en una paridad de armamentos. Por lo cual, tan pronto como en alguna parte se produce un aumento del poderío militar, se provoca en otras una desenfrenada competencia para aumentar también las fuerzas armadas. Y si una nación cuenta con armas atómicas, las demás procuran dotarse del mismo armamento, con igual poder destructivo. (nº 110) 

La consecuencia es clara: los pueblos viven bajo un perpetuo temor…Y además, aunque el poderío monstruoso de los actuales medios militares disuada hoy a los hombres de emprender una guerra, siempre se puede, sin embargo, temer que los experimentos atómicos realizados con fines bélicos, si no cesan, pongan en grave peligro toda clase de vida en nuestro planeta. (nº 111). 

No se debe permitir -advertía nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII- que la tragedia de una guerra mundial, con sus ruinas económicas y sociales y sus aberraciones y perturbaciones morales, caiga por tercera vez sobre la humanidad. (nº 112) 

"…En nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado. (nº 127).

Tampoco el argumento de la disuasión debe ser aceptado

Sin embargo, vemos, por desgracia, muchas veces cómo los pueblos se ven sometidos al temor como a ley suprema, e invierten, por lo mismo, grandes presupuestos en gastos militares. justifican este proceder -y no hay motivo para ponerlo en duda-diciendo que no es el propósito de atacar el que los impulsa, sino el de disuadir a los demás de cualquier ataque. (Nº 128).

La Paz es más que una ausencia de guerra 

“La paz no se reduce a una ausencia de guerra (…) se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres”. Esta relación entre el progreso y la paz le llevó a afirmar que “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”. Un desarrollo integral que alcanzara a toda la humanidad era para Pablo VI la garantía de estabilidad y de paz. 

Pablo VI dijo en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (4 octubre 1965): “..Nuestro mensaje nace de nuestra experiencia histórica. Es como “experto en humanidad” que aportamos a esta Organización el sufragio de nuestros últimos predecesores... convencidos como estamos de que esta Organización representa el camino obligado de la civilización moderna y de la paz mundial…. Nunca jamás los unos contra los otros; jamás, nunca jamás. ¿No es con ese fin sobre todo que nacieron las Naciones Unidas: contra la guerra y para la paz? 

Las relaciones entre los pueblos deben regularse por el derecho, la justicia, la razón, los tratados, y no por la fuerza, la arrogancia, la violencia, la guerra y ni siquiera, por el miedo o el engaño. Y pide que nunca jamás los unos contra los otros; jamás, nunca jamás. 

Fin de la idea de “guerra justa”

El Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in Terris, cuestionó el concepto de guerra justa. 

Hasta las dos últimas guerras mundiales, se justificaba lo que llamaban “teología de la guerra justa”. Hoy esto, afortunadamente, ha evolucionado y se ve con claridad que la guerra no es una solución. 

Una vez iniciado el Concilio Vaticano II, la Iglesia comenzó a desarrollar una doctrina de paz. Este mensaje se expresa, año tras año, en el inicio de enero. Estamos ante una gran aportación del Magisterio eclesial. 

En la constitución del Vaticano II, Gaudium et Spes,  se decantan por la obligación de evitar la guerra. Hay que frenar la crueldad de las guerras.  Dice:  “...La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia (Is 32, 7). Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a cabo...En la medida en que lo hombres son pecadores, les amenaza el peligro de guerra hasta la venida de Cristo; en la medida en que, unidos en el amor, superan el pecado, se superan también las violencias”. (nº 78).

Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tanto poder económico, y sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria; nunca el ser humano ha tenido un sentido tan agudo de su libertad, y sin embargo, surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Y la humanidad  no está lejos del peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo. 

Hasta las dos últimas guerras mundiales, los teólogos desarrollaron una teología de la guerra justa. Así como del poder de la bomba atómica. Hoy se ve que la guerra no es ya una solución. Los papas Juan XXIII con la encíclica Pacem in Terris y luego con el gran discurso de Pablo VI en las Naciones Unidas durante el Concilio, comenzaron a desarrollar una doctrina de paz. Y esta idea se ve todos los años en los discursos del 1 de enero. 

“Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos…” (Mt 5,9). Jesús llama así a los pacíficos, ¿cómo, entonces, se puede apoyar la idea de ir a la guerra? Por otra parte, en el libro del Éxodo se dice, en referencia, a los diez mandamientos: “No mates” (Ex. 20,13). 

Cuando San Agustín comienza a escribir acerca de la “Guerra justa”, plantea algunos debates relevantes desde el punto de vista de la justicia. Uno de ellos se refiere a si la paz es preferible a la guerra. Su conclusión es que no siempre lo es. Afirma que la paz posee un valor intrínseco. 

Lo que se deduce de los escritos de San Agustín, es que descarta las guerras ofensivas –ésa sería la regla de oro-. Es preciso que exista un agravio previo para tomar las armas. La noción de legítima defensa está presente en su razonamiento.

El concepto de guerra justa es una cosa que pertenece al pasado. Lo defendía santo Tomás de Aquino en caso de legítima defensa. Pero en nuestro tiempo no tiene ya validez, porque los seres humanos tienen otros medios para poder resolver los conflictos entre los pueblos, dijo el papa Juan Pablo II en el transcurso de una conversación con los periodistas que le acompañaban en su viaje de regreso a Roma desde el Reino Unido (2 de junio de 1982).

Frenar la crueldad de las guerras 

El concilio aborda la obligación de frenar las guerras

“A pesar de que las guerras recientes han traído a nuestro mundo daños gravísimos materiales y morales, todavía a diario en algunas zonas del mundo la guerra continúa sus devastaciones. Es más, al emplear en la guerra armas científicas de todo género, su crueldad intrínseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que supere, enormemente la de los tiempos pasados.

El Concilio Vaticano II, nos insta a preparar una época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos.../ La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese finalmente, para que comience ya en realidad la reducción de armamentos, no unilateral, sino simultánea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces garantías.../

Debemos procurar, con todas nuestras fuerzas, una época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos…/ 

La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese finalmente, para que comience ya en realidad la reducción de armamentos, no unilateral, sino simultánea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces garantías…/ 

Mentalidad nueva ante la guerra

El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el incremento de las armas científicas. Con tales armas, las operaciones bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las cuales, por tanto, sobrepasan excesivamente los límites de la legítima defensa. Es más, si se empleasen a fondo estos medios, que ya se encuentran en los depósitos de armas de las grandes naciones, sobrevendría la matanza casi plena y totalmente recíproca de parte a parte enemiga, sin tener en cuanta las mil devastaciones que parecerían en el mundo y los perniciosos efectos nacidos del uso de tales armas. Todo esto nos obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva…...El riesgo característico de la guerra contemporánea está en que da ocasión a los que poseen las recientes armas científicas para cometer tales delitos y con cierta inexorable conexión puede empujar las voluntades humanas a determinaciones verdaderamente horribles...” (G.S. nº 80). 

Hoy hay que decir que la disuasión nuclear no funciona y que el armamento nuclear es una inmoralidad. La posesión no solamente el uso, es una inmoralidad. Poseer armas nucleares es inmoral, porque poseer lleva a la disuasión y la disuasión lleva a la guerra. Ls guerra siempre es inmoral. Se nos pide trabajar por un mundo nuevo no basado en las armas. En la guerra no hay soluciones Un buen político siempre debe apostar por la paz, un buen cristiano siempre debe elegir la vía del diálogo. Si llegamos a la guerra es porque fracasó la política. Y cada guerra que se inicia es también un fracaso de la humanidad.

La cultura de la guerra

El Papa Benedicto XVI afirmó que la Guerra Santa va contra Dios, durante su discurso en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006, ante representantes de la ciencia, en una de las etapas de su viaje a Baviera. En su discurso de análisis entre fe y razón, rechazó cualquier tipo de fanatismo religioso y para ello tomó como ejemplo las conversaciones transcritas por Theodore Khoury entre el emperador bizantino Manuele II Paleólogo y un ciudadano persa sobre el cristianismo y el Islam. Para Benedicto XVI, el emperador, cuando habla de la Yihad (guerra santa), “explica minuciosamente las razones por las que la difusión de la fe mediante la violencia es algo irrazonable. La violencia contrasta con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. “Dios no se complace de la sangre. No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de de Dios. Quien quiere conducir a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, no de actuar con violencia o con amenazas”, dijo el Papa, citando las conversaciones del emperador sobre los versículos del Corán, atribuidos a Mahoma, sobre la “difusión por medio de la espada de la fe que él predicaba”. 

Para Benedicto XVI, la afirmación decisiva de esta argumentación contra la conversión mediante la violencia es que no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios. En su discurso, el Papa también habló de Occidente “Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas”. 

“En el mundo occidental está muy difundida la opinión según la cual sólo la razón positivista y las formas de la filosofía derivadas de ella son universales. Pero las culturas profundamente religiosas del mundo consideran que precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas”, añadió el Papa, recogiendo el tema de la secularización de Occidente ya expresado el pasado domingo. 

La industria de las armas

La carrera de armamentos es la plaga más grave de la humanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable. Las armas científicas no se acumulan exclusivamente para el tiempo de guerra. Puesto que la seguridad de la defensa se juzga que depende de la capacidad fulminante de rechazar al adversario, esta acumulación de armas, que se agrava por años, sirve de manera insólita para aterrar a posibles adversarios. Muchos la consideran como el más eficaz de todos los medios para asentar firmemente la paz entre las naciones. 

Sea lo que fuere de este sistema de disuasión, convénzanse los hombres de que la carrera de armamentos, a la que acuden tantas naciones, no es camino seguro para conservar firmemente la paz, y que el llamado equilibrio de que ella proviene no es la paz segura y auténtica. De ahí que no sólo no se eliminan las causas de conflicto, sino que más bien se corre el riesgo de agravarlas poco a poco. Al gastar inmensas cantidades en tener siempre a punto nuevas armas, no se pueden remediar suficientemente tantas miserias del mundo entero.

El Papa Francisco pide con insistencia el fin de la guerra en Ucrania. Y recordó, con preocupación, las dos guerras mundiales del siglo pasado. “…después de dos tremendas guerras mundiales, después de la Guerra Fría que durante décadas mantuvo al mundo en vilo, en medio de tantos conflictos desastrosos en todas partes del globo, entre tonos de acusación, amenazas y condenas, todavía nos encontramos al borde de un frágil equilibrio y no queremos hundirnos...”

La gran ganadora en toda guerra es la industria armamentista. Este es uno de los negocios más exitosos del mundo. 

La cifra total de las ventas, en plena pandemia, ascendió a 470.000 millones de euros, después de seis años consecutivos de aumentos (Fuente SIPRI). 

Disuasión nuclear

Las 41 compañías de EE.UU. incluidas entre las 100 principales del mundo acapararon el 54% de las ventas totales el año pasado, con 252.000 millones de euros (Fuente: El País). Un día antes de estallar la guerra dichas compañías tenían un valor conjunto de 705.000 millones de euros (era el 23 de febrero) y una semana después (el 2 de marzo) habían subido a 777.000 millones de euros. 

Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, en poco más de una semana el valor de las 15 empresas armamentistas con mayores ventas del mundo –de las que nueve son estadunidenses–, se disparó en alrededor de 71.500 millones de euros, revelan datos de mercado de las diferentes compañías. 

Las grandes empresas europeas de armas son Thales (francesa), Leonardo (italiana), Indra Sistemas (española) y Airbus (Países Bajos). Estas empresas cuentan entre sus accionistas con estos cuatro estados y con los mismos fondos de inversión estadounidenses que poseen acciones de la industria armamentística de Estados Unidos 

Causa especial tristeza darse cuenta de que detrás de todas estas tragedias bélicas, están el ansia de poder y el comercio de armas». Son las palabras del Papa Francisco en la entrevista que le realizó el periodista italiano Domenico Agasso, del periódico La Stampa, y publicada el 18 de noviembre 2022. 

«Me dijeron que si no se fabricaban y vendían armas en un año, se acabaría con el hambre en el mundo. En cambio, siempre prevalece la vocación destructiva, que da lugar a las guerras. Cuando los imperios se debilitan, buscan hacer la guerra para sentirse fuertes, y también para vender armas».

La carrera de armamentos no asegura la paz. En lugar de eliminar las causas de guerra, corre el riesgo de agravarlas. La inversión de riquezas fabulosas en la fabricación de armas siempre más modernas impide la ayuda a los pueblos más necesitados y obstaculiza su desarrollo. El exceso de armamento multiplica las razones de conflictos y aumenta el riesgo de contagio. 

La producción y el comercio de armas atañen hondamente al bien común de las naciones y de la comunidad internacional. Que se termine ya mismo la producción y el comercio internacional de armas.

Con la guerra hay millones que pierden todo, pero hay muchos que ganan millones. Es desolador incluso sospechar que muchas de las guerras modernas se hacen para promocionar armas. Esto se tiene que parar. A los responsables de las naciones, en nombre de Dios, les pido -gritó el Papa Francisco- que se comprometan con firmeza a poner fin al comercio de las armas, que causa tantas víctimas inocentes. Que tengan valentía y creatividad para reemplazar la fabricación de armamento con industrias que promuevan la fraternidad, el bien común universal y el desarrollo humano integral de sus pueblos. 

Frente a ese escenario nos preguntamos: ¿quiénes tienen esos armamentos? ¿qué controles hay? ¿Cómo se frena la lógica que especula con el atesoramiento de ojivas nucleares para la disuasión? 

Guerra de Ucrania ¿se podía haber evitado ? 

La guerra de Ucrania se podía haber evitado. El Papa Francisco, en todo este conflicto, ha puesto la mirada más allá de Europa, en los conflictos periféricos y olvidados de Siria, Yemen, Myanmar, Etiopía, Somalía, lo que él llama la “tercera guerra mundial en etapas”. Es necesario oponerse con toda la fuerza al riesgo de acostumbrarse, o incluso de olvidar, la “trágica realidad” de lo que ocurre en Ucrania, o en cualquier otro lugar, como si fuera algo lejano, y “enfriar el corazón”. «lo que tenemos ante nuestros ojos es una situación de guerra mundial, de intereses globales, de venta de armas y de apropiación geopolítica”. Una tercera guerra mundial ‘a pedazos’, hoy quizás podemos decir ‘total’ (matiza el Papa)y los riesgos para las personas y el planeta son cada vez mayores. San Juan Pablo II.

Oración por Ucrania

Toda guerra genera un cúmulo de sufrimiento. Es una tragedia humana. Esta guerra de Ucrania se podía haber evitado si la OTAN no hubiera rodeado a Rusia con misiles tal como se acordó con Gorbachov en 1991. Sin embargo, Estados Unidos, a través de su maquinaria de guerra, la OTAN, instaló misiles en los países de la antigua URSS en las fronteras con Rusia. Incluso el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, estaba haciendo gestiones para entrar también en la OTAN. 

Esto molestó a Rusia, provocando la intervención militar. Ya se ha recordado que en 1962 la URSS comenzó a instalar misiles en Cuba y el presidente estadounidense John Kennedy lo consideró como una grave amenaza para Estados Unidos. Entonces, para evitar un conflicto bélico mundial, la URSS suspendió el proyecto. Ha faltado capacidad y voluntad política para favorecer el diálogo en el conflicto entre los gobiernos de Rusia, Estados Unidos, la OTAN y el gobierno de Ucrania. 

Los Estados Unidos y los países de la Unión Europea están enviando armamento bélico y grandes sumas de dinero para la guerra de Ucrania. Este no es el camino. La paz no se construye con armas sino con el diálogo, que es la única vía para la resolución de conflictos. No es enviando armas a Ucrania como se apaga la guerra. Es echar más leña al fuego y generar una espiral de violencia que, incluso, puede llegar a la utilización de armas nucleares y esto sería una catástrofe mundial. 

A nivel socioeconómico la guerra está afectando a todo el mundo, particularmente a Europa, por la subida del coste de la vida, debido al encarecimiento del petróleo, gas y electricidad. La guerra la pagamos todos. 

¿Camino de una guerra nuclear?

Estamos en peligro de guerra nuclear. Estados Unidos tiene 800 bases e instalaciones militares en el planeta y representa el 46% del gasto militar en todo el mundo. 

¿No queremos aprender de la historia?. ¿Por qué no aprender de la historia, clama el Papa Francisco? 

El Papa recuerda el peligro de un conflicto bélico nuclear y lo hace rememorando la figura de su predecesor san Juan XXIII, cuando hace 60 años, en el inicio del Concilio Vaticano II fue determinante en evitar una guerra nuclear entre las dos super potencias de entonces, los Estados Unidos y la Unión Soviética, a causa del incidente conocido como “crisis de los misiles de Cuba”. Desde Cuba (distante unos 150 km. de EE.UU) unos misiles nucleares rusos estaban alojados en la Isla. 

El Papa Francisco en el vuelo de regreso a Roma el 6 de noviembre de 2022, después de su viaje apostólico a Bahréin y en relación con la situación de la guerra en Ucrania, comentó: 

“...Al día siguiente del inicio de la guerra -pensé que esto no se podía hacer...-fui a la embajada rusa [ante la Santa Sede] a hablar con el Embajador, que es un buen hombre, que conozco desde hace seis años. Recuerdo un comentario que me hizo entonces: “Nous sommes tombés dans la dictature de l’argent” (Hemos caído en la dictadura del dinero), hablando de la civilización. Un humanista, un hombre que lucha por la igualdad. Le dije que estaba dispuesto a ir a Moscú para hablar con Putin, si era necesario. Me respondió muy cortésmente [el Ministro de Asuntos Exteriores] Lavrov: gracias, respondió, pero que no era necesario por el momento. 

Desde entonces nos hemos interesado mucho. Hablé tres veces por teléfono con el presidente Zelesnky; después con el Embajador ucraniano algunas veces más. Y se hace un trabajo de acercamiento, para buscar soluciones.

Como decía san Juan XXIII, «resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado». Lo afirmaba en un período de fuerte tensión internacional, y así expresó el gran anhelo de paz que se difundía en los tiempos de la guerra fría. Reforzó la convicción de que las razones de la paz son más fuertes que todo cálculo de intereses particulares y que toda confianza en el uso de las armas. Pero no se aprovecharon adecuadamente las ocasiones que ofrecía el final de la guerra fría por la falta de una visión de futuro y de una conciencia compartida sobre nuestro destino común. En cambio, se cedió a la búsqueda de intereses particulares sin hacerse cargo del bien común universal. Así volvió a abrirse camino el engañoso espanto de la guerra. 

Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal. No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los perjudicados. 

Hoy el Papa Francisco, toma el relevo e insiste en la misma idea.

Carta del Papa Francisco al pueblo ucraniano

En noviembre 2022, cuando se cumplían 9 meses de la invasión rusa en Ucrania, el Papa Francisco escribió una carta al pueblo ucraniano. Menciona a los niños, los jóvenes y adultos, los ancianos.

Queridos hermanos y hermanas ucranianos!

En tu tierra, desde hace nueve meses, se ha desatado la locura absurda de la guerra. 

“Lloro con ustedes por cada pequeño que, a causa de esta guerra, ha perdido la vida, como Kira en Odessa, como Lisa en Vinnytsia, y como cientos de otros niños: en cada uno de ellos la humanidad entera está derrotada.Ahora están en el regazo de Dios…” […]

“...Lloro por vosotros, los ancianos, que en vez de pasar un apacible ocaso habéis sido arrojados a la oscura noche de la guerra.

“…No hay día en que no esté cerca de ustedes y no los lleve en mi corazón y en mi oración”. “Su dolor es mi dolor”, asevera, y sostiene que “en la cruz de Jesús hoy los veo a ustedes, que sufren el terror desatado por esta agresión”…

“…Tantas imágenes sangrientas han entrado en nuestras almas, que nos hacen gritar: ¿por qué? ¿Cómo pueden los hombres tratar así a otros hombres?”.

Menciona a los voluntarios “que se gastan cada día por la gente”. También a los clérigos “que -a menudo con gran riesgo para su propia seguridad- han permanecido cerca de la gente, llevando el consuelo de Dios y la solidaridad…transformando los lugares de la comunidad y los conventos en refugios donde ofrecer hospitalidad, alivio y comida a quienes se encuentran en condiciones difíciles”.

Autor: José Manuel Coviella Corripio

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