Oh, Padre celestial, te damos gracias por este día que hemos terminado. Agradecemos por todas las bendiciones que hemos recibido y por todos los desafíos que hemos superado con tu ayuda.
Te agradecemos por la Virgen María, que con su amor maternal nos protege y nos guía. Que su ejemplo de humildad, obediencia y entrega a tu voluntad, nos inspire para ser más fieles a ti y a tus enseñanzas.
Te pedimos que el Espíritu Santo nos ilumine y nos guíe en todo lo que hacemos, para que podamos siempre actuar según tu voluntad. Que su sabiduría y su fuerza nos ayuden a ser mejores personas, a amar más profundamente y a ser más compasivos con nuestros hermanos.
Te pedimos también que nos perdones por cualquier error que hayamos cometido en este día, y que nos des la gracia de aprender de nuestros errores para ser mejores en el futuro.
Ayúdanos a ser más amorosos, más compasivos y más generosos en todo lo que hacemos, y danos la sabiduría y la fuerza para enfrentar los desafíos del mañana.
Que tus ángeles nos cuiden y nos protejan durante toda la noche, y que tu presencia nos acompañe siempre. Te lo pedimos todo en el nombre de tu hijo amado, Jesucristo. Amén.
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