El próximo 23 de marzo se cumple el décimo aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor de Pedro, diez años que, como recoge en un extenso y documentado artículo del National Catholic Reporter, firmado por Brian Fraga, "han estado marcados en gran parte por las persistentes críticas y la tenaz resistencia del ala conservadora de la Iglesia católica, particularmente en el mundo anglófono, donde los fervientes defensores papales han arremetido contra el actual pontífice en formas que alguna vez se pensaron impensables".
"Querían que la Iglesia fuera una iglesia moralizadora, un refugio de la modernidad, que la iglesia fuera una fortaleza donde emitiera condenas y edictos y se opusiera a la llamada agenda progresista", le cuenta Christopher Lamb, corresponsal en Roma de The Tablet al NCR. Y frente a eso, el nuevo Papa, prosigue Lamb, les ofreció una Iglesia católica global como "hospital de campaña, donde la eucaristía se entiende como medicina para los enfermos en lugar de un premio para los perfectos".
Resistencias desde el principio
Massimo Faggioli, teólogo e historiador de la iglesia en la Universidad de Villanova, destaca por su parte como un elemento que disgustó desde el primer momento a los críticos con el nuevo Papa, el hecho de que trasladase el centro de grávedad de la Iglesia del Norte al Sur.
"Francisco no es una extensión de la Europa católica, y esto, creo, es la raíz de mucha tensión contra Francisco", reconoce al NCR Faggioli, comenzando a los pocos meses "a aparecer críticas en los círculos católicos conservadores después de que Francisco lavara los pies a 12 jóvenes, incluidas dos mujeres y dos musulmanes, el Jueves Santo de 2013, y cuando se sentó para entrevistas sin censura en publicaciones como América Magazzne".
"De 2014 a 2016, dijeron los expertos, la resistencia católica conservadora a Francisco comenzó a cristalizar, especialmente en 2015 cuando el pontífice escribió Laudato Si'", señala el texto, que recuerda también que "la hostilidad conservadora" aumentó tras el Sínodo de los Obispos sobre la familia, con "discusiones" abiertas "sobre temas espinosos", como la acogida "a las familias con niños LGBTQ y a los católicos que se habían divorciado y se habían vuelto a casar sin obtener primero una anulación".
Los cardenales lideran la oposición
La crisis fue ya más que evidente en 2016, tras la exhortación apostólica Amoris Laetitia, en la que Francisco, a través de una simple nota a pie de pagina, abrió una rendija a través de la cual, en algunos casos, los divorciados vueltos a casar podrían recibir la comunión.
Poco después de este texto, "cuatro cardenales conservadores, incluido Burke, publicaron una lista de cinco preguntas, las llamadas dubia, en las que pedían a Francisco que aclarara lo que describían como ambigüedades en la exhortación. Los sitios web católicos conservadores publicaron la dubia, a la que Francisco nunca respondió", señala el NCR. Como reconoce Lamb, "la dubia no fue un diálogo. Los cardenales querían respuestas de sí o no. Fue un ataque al proceso del sínodo y a Francisco".
Aquello se convirtió en un "punto de no retorno", como reconoce el periodista británico y biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh: "Amoris Laetitia trató de encontrar una manera de acompañar pastoralmente a los divorciados vueltos a casar. No socava la doctrina de la indisolubilidad, pero incluso ese esfuerzo aumentó todos los temores de los conservadores de rendirse a la modernidad", señala Ivereigh, autor del libro El gran reformador: Francisco, retrato de un Papa radical (Edicones B.
Desde Amoris Laetitia, la resistencia se habría incrementado y era ya abierta y frontal hasta el punto de que "los cardenales críticos con Francisco, como Burke, Pell, Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y Robert Sarah, ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino, se convirtieron en algo así como líderes de oposición para católicos conservadores de ideas afines". “Tienen seguidores que están profundamente ansiosos y [estos cardenales] se han ofrecido como líderes sustitutos de Francisco”, reconoce Ivereigh.
Los sínodos enfadan a los críticos
"Los sínodos de obispos que Francisco convocó en Roma también provocaron la ira de los conservadores, incluido el sínodo de 2019 para la región amazónica de nueve naciones, donde la historia predominante en los medios católicos conservadores se centró en las estatuas de madera de mujeres embarazadas que los participantes indígenas le presentaron a Francisco como representación Nuestra Señora del Amazonas" y que "los medios afirmaron falsamente que las estatuas eran una representación de 'Pachamama"', una diosa inca de los Andes", señala el NCR.
No menos disgusto causó en esos medios el actual procesos sinodal. "Más recientemente, los medios de comunicación católicos conservadores, incluido EWTN, han destacado a los críticos papales que advierten que el Sínodo de los Obispos de 2021-23 sobre la sinodalidad representa 'una toma de control hostil' de la Iglesia atólica", subraya el análisis del NCR.
En esta radiografía de los sectores críticos con Francisco durante estos diez años de pontificado, el NCR posa también su mirada sobre el Episcopado de los Estados Unidos. "La relación (...) no se ha recuperado del momento más impactante, la carta de Viganò", señala Faggioli, en referencia "a un 'testimonio' de agosto de 2018 publicado por el arzobispo Carlo Viganò, el representante del Vaticano. ex embajador en los EE.UU" y en el que acusaba al Papa "de ignorar las restricciones previas al ex cardenal Theodore McCarrick", finalmente condenado por abusos sexuales.
Las críticas de los obispos de Exactos Unidos
"Viganò pidió al Papa que dimitiera y varios obispos estadounidenses emitieron declaraciones avalando la integridad personal del exembajador", sin que, a pesar de que no ha habido evidencias que respalde, las afirmaciones de Viganò, "ninguno de esos obispos, incluido el arzobispo de la ciudad de Oklahoma, Paul Coakley, el actual secretario de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU., se haya retractado públicamente de su apoyo.
"Cuando se le preguntó sobre la carta de Viganò a bordo del avión papal que regresaba de su viaje a Irlanda, Francisco dijo a los periodistas que investigaran las acusaciones del exnuncio y llegaran a sus propias conclusiones", recuerda el NCR, que, citando a Lamb, asegura que "la crítica personal" no tiene mucho impacto sobre Francisco. "Creo que se enfada cuando le hace daño a la Iglesia".
Autor: José Lorenzo.
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