Mi deber es enseñar y explicar la doctrina de la Iglesia Católica de manera fiel y clara, y también mostrar el fundamento bíblico y teológico de las enseñanzas de la Iglesia. En este caso, la enseñanza católica sobre la indisolubilidad del matrimonio es una de las verdades fundamentales de nuestra fe.
Para empezar, la doctrina católica sobre el matrimonio se basa en la enseñanza de Jesús mismo, quien dijo: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos se convertirán en una sola carne" (Mt 19, 5). Jesús afirmó que el matrimonio es una unión indisoluble entre un hombre y una mujer, y que esta unión es una imagen del amor de Dios por su pueblo. Esto se refleja también en el Catecismo de la Iglesia Católica, que afirma: "El matrimonio está ordenado por su propia naturaleza al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos. Además, el matrimonio entre bautizados es un sacramento" (CIC 1601).
La indisolubilidad del matrimonio no es simplemente una "norma" o una "regla" que la Iglesia impone arbitrariamente. Se trata de una verdad profunda sobre el amor humano y la vocación a la que estamos llamados. En el matrimonio, los esposos se dan mutuamente de manera total, exclusiva y definitiva. Se prometen amor y fidelidad hasta que la muerte los separe. Esta promesa es un compromiso que va más allá de las emociones y las circunstancias cambiantes de la vida. Es un compromiso que se basa en la confianza mutua, el respeto y el amor verdadero.
Sin embargo, esto no significa que la Iglesia no tenga compasión por aquellos que han sufrido el fracaso del matrimonio. La Iglesia reconoce que el matrimonio puede ser difícil y que las parejas pueden enfrentar desafíos y crisis en su relación. Por eso, la Iglesia ofrece apoyo pastoral y espiritual a aquellos que están pasando por momentos difíciles en su matrimonio. La Iglesia también reconoce la posibilidad de la separación legal en ciertas circunstancias, como el abuso o el adulterio, y la nulidad* del matrimonio en casos donde no se cumplen las condiciones necesarias para su validez.
La nulidad* del matrimonio, sin embargo, no es un "divorcio católico" como algunos lo denominan. La Iglesia reconoce que hay situaciones en las que un matrimonio nunca fue válido en primer lugar, debido a que faltó algún elemento esencial, como la libertad, la capacidad para el consentimiento o la intención matrimonial. La nulidad no es la disolución del matrimonio, sino la declaración de que el matrimonio nunca existió.
En resumen, la doctrina católica de la indisolubilidad del matrimonio se basa en la enseñanza de Jesús y en la comprensión del matrimonio como una unión total, exclusiva y definitiva entre un hombre y una mujer. La Iglesia reconoce la dificultad y los desafíos que las parejas pueden enfrentar en su matrimonio
Nota. (*)La Iglesia Católica no anula los matrimonios, sino que declara su nulidad en aquellos casos en los que se demuestra que el matrimonio nunca fue válido en primer lugar debido a la falta de algún elemento esencial. Este proceso se llama "declaración de nulidad matrimonial".
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