ALLÁ EN LA OTRA PARROQUIA.
“Allá en la otra parroquia, el padre predica breve y lo hace muy bien"
“Allá en la otra parroquia, el coro y el sonido de la iglesia es impresionante”.
“Allá en la otra parroquia, todo el mundo se demuestra amor”.
“Allá en la otra parroquia todos están unidos, y se apoyan”.
“Allá en la otra parroquia todo está muy bien organizado”.
“Allá en la otra parroquia, las celebraciones litúrgicas y los retiros son mucho más animados”.
“Allá en la otra parroquia la pastoral juvenil si está comprometida, todos los jóvenes están felices y unidos”.
¿Sabes lo que no hay en la otra parroquia, ni en ninguna otra?
¡¡¡TÚ!!!
Tú… Que participas muy poco, pero te quejas mucho.
Tú… Que solo ves el mal en la cara de todos y aún así hablas de falta de unidad.
Tú… Que no contribuyes, pero hablas de falta de inversiones y fondos, pero te olvidas de apoyar e incluso de ofrendar.
Tú… Que no te diriges la palabra con nadie, pero piensas que las homilías y predicaciones son débiles.
Tú… Que no reconoces el trabajo y entrega de tu sacerdote, catequista, evangelizador, y de todas las personas que se entregan por amor y para dar vida a la Parroquia; pero eso si gastas saliva alabando a los de lejos, y te la pasas criticando y calumniando a los que sirven en la tuya.
En lugar de vivir haciendo comparaciones, es mejor hacer la diferencia donde tú estás, ser la Iglesia que deseas, colabora, involúcrate, ora, ofrenda; lánzate en este compromiso de "no asistir a la Iglesia" sino a "ser Iglesia" y de preferencia una Iglesia saliente que se reúne para orar, fortalecerse y formarse y así poder evangelizar y servir en las necesidades del pueblo de Dios.
“También ustedes, como piedras vivas, edifíquense y pasen a ser un Templo espiritual, una comunidad santa de sacerdotes que ofrecen sacrificios espirituales agradables a Dios, por medio de Cristo Jesús” (1 Pe 2, 5).
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