Queridos hermanos, el evangelio de hoy nos muestra una imagen de Jesús como un guía que nos lleva a una casa llena de habitaciones, preparadas especialmente para nosotros. Él nos asegura que no hay nada de qué preocuparnos, porque Él mismo ha preparado el camino para nosotros y nos llevará allí personalmente.
Jesús es como un arquitecto que ha diseñado un hogar celestial, con habitaciones bellamente decoradas y personalizadas para cada uno de nosotros. Él ha puesto su corazón en cada detalle, asegurándose de que esté todo perfecto antes de invitarnos a entrar.
Pero algunos de nosotros todavía dudan, como Tomás, preguntándose cómo llegar allí. Jesús es como un GPS que nos guía en el camino, asegurándose de que no nos perdamos y lleguemos sanos y salvos a nuestro destino final. Él nos dice que Él mismo es el camino, la verdad y la vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Él.
Felipe, por su parte, pregunta por el Padre, deseando conocerlo más profundamente. Jesús es como un espejo que refleja el rostro del Padre, mostrándonos su amor y su misericordia en todo momento. Él nos dice que el Padre y Él son uno solo, y que las obras que realiza son las del Padre que vive en Él.
Jesús nos invita a confiar en Él y a creer en sus palabras, porque Él es el camino hacia el hogar celestial que Él mismo ha preparado para nosotros. Él nos promete que si confiamos en Él y creemos en Él, haremos obras aún mayores que las suyas, porque Él se va al Padre y nos deja el Espíritu Santo como guía y ayuda en nuestras vidas.
Hermanos y hermanas, dejemos que Jesús sea nuestro arquitecto, nuestro GPS y nuestro espejo. Dejemos que Él nos guíe en el camino de la vida y nos lleve a la casa del Padre, donde nos espera con los brazos abiertos. Confiemos en Él y creamos en Él, porque Él es el camino, la verdad y la vida.
Además, Jesús nos invita a compartir este camino con otros y a llevarlos a la casa del Padre. Como discípulos de Cristo, debemos ser como guías turísticos que muestran a los demás el camino hacia la salvación y la vida eterna. Debemos ser como arquitectos que construyen puentes entre el mundo material y el mundo espiritual, creando oportunidades para que otros encuentren su camino hacia Dios.
También podemos ser como GPS, guiando a nuestros hermanos y hermanas hacia la verdad y la justicia, y mostrándoles cómo vivir una vida llena de amor y servicio. Y como espejos de Cristo, podemos reflejar su amor y su luz a los demás, compartiendo su misericordia y su gracia con todos aquellos que encontramos en nuestro camino.
Debemos ser testigos de la verdad de Cristo en nuestro día a día, hablando con nuestras acciones y nuestras palabras, y guiando a los demás hacia Él. Al compartir la buena noticia del evangelio con los demás, podemos llevar a otros a la casa del Padre, donde también encontrarán su lugar y su hogar.
Así que, hermanos y hermanas, no tengamos miedo de compartir la verdad de Cristo con los demás. No nos quedemos callados ante la injusticia o la maldad, sino que hablemos y actuemos con valentía y amor. Y cuando tengamos la oportunidad de guiar a alguien hacia la verdad y la vida, tomemos la mano del Señor y caminemos juntos hacia la casa del Padre.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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