En primer lugar, es importante reconocer que tanto los ángeles como los seres humanos son creaciones de Dios. La Biblia nos dice que Dios creó a los ángeles como seres espirituales antes de la creación del mundo visible. En el libro del Génesis, leemos: "En el principio creó Dios el cielo y la tierra" (Génesis 1,1). Esto sugiere que los ángeles existían antes de la creación del mundo físico.
Además, en el Salmo 8, 5, el salmista pregunta: "¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?" Aquí vemos que Dios ha concedido a los seres humanos un lugar especial en su creación, lo que indica una cierta dignidad y privilegio.
Para comprender mejor la posición de los ángeles y los seres humanos, es útil considerar su naturaleza y propósito respectivos. Los ángeles son seres puramente espirituales, creados por Dios para adorar y servirle. En la Biblia, se menciona repetidamente la presencia y la obra de los ángeles como mensajeros divinos, protectores y guerreros espirituales. Por ejemplo, en el libro de los Salmos, se dice: "Porque a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos" (Salmo 91, 11). Los ángeles son seres poderosos y están más cerca de Dios, lo cual se refleja en su capacidad para alabar y adorar a Dios continuamente.
En cuanto a los seres humanos, somos una combinación de cuerpo y alma. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1, 27). Esto significa que tenemos una naturaleza espiritual y racional, y tenemos la capacidad de conocer y amar a Dios. Además, Dios nos ha dado el don del libre albedrío, lo que significa que podemos elegir el bien o el mal.
La Biblia también habla del amor especial de Dios por los seres humanos. Por ejemplo, en el Evangelio de Juan, leemos: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3, 16). Esta enseñanza subraya la grandeza y el valor de los seres humanos ante los ojos de Dios.
Si bien los ángeles son seres espirituales superiores en su naturaleza y cercanía a Dios, los seres humanos tienen una dignidad y un valor únicos debido a nuestra creación a imagen y semejanza de Dios, y al amor especial que Dios nos muestra. Aunque los ángeles son poderosos y sirven a Dios de una manera especial, los seres humanos tienen la capacidad de tener una relación personal y amorosa con Dios y de participar en su plan de salvación.
Es importante destacar que la relación entre los ángeles y los seres humanos no se trata de una competencia o jerarquía en términos de superioridad o inferioridad. Cada uno tiene su propio papel y propósito en la creación de Dios. Los ángeles están llamados a servir y adorar a Dios de manera continua, mientras que los seres humanos están llamados a amar y servir a Dios y a los demás en este mundo, con la esperanza de alcanzar la vida eterna en la presencia de Dios.
El Catecismo de la Iglesia Católica también nos proporciona una perspectiva sobre los ángeles y los seres humanos. En el párrafo 329, se nos enseña que los ángeles son "servidores y mensajeros de Dios" y que "la tradición de la Iglesia afirma la existencia de los ángeles, una verdad de fe que está contenida en la creencia común de los fieles". Por lo tanto, creemos en la existencia de los ángeles basándonos en la enseñanza de la Iglesia y en la revelación divina transmitida en la Biblia.
En resumen, si bien los ángeles son seres espirituales superiores en su naturaleza y cercanía a Dios, los seres humanos tienen una dignidad y un valor únicos como creaciones a imagen y semejanza de Dios. Ambos tienen roles y propósitos distintos en la creación de Dios, y cada uno está llamado a amar, adorar y servir a Dios de acuerdo con su naturaleza y vocación específicas. La Iglesia Católica enseña que tanto los ángeles como los seres humanos son importantes y valorados por Dios, y están destinados a vivir en comunión con Él en la eternidad.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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