El secretario de Relaciones con los Estados y Organizaciones Internacionales ha leído el discurso del Papa, aun hospitalizado, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
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Francisco tendría que haber leído hoy su discurso ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sin embargo, el Papa aun sigue hospitalizado en el Policlínico Gemelli tras su intervención del pasado miércoles, por lo que sus palabras defendiendo la paz han sido leídas por el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario de Relaciones con los Estados y Organizaciones Internacionales.
“Estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedazos y, cuanto más pasa el tiempo, parece extenderse más”, ha recordado, ante lo cual el Consejo de Seguridad, “que tiene como misión velar por la seguridad y la paz en el mundo, aparece a veces ante los ojos de los pueblos impotente y paralizado”. “Pero vuestro trabajo, que la Santa Sede aprecia, es esencial para promover la paz, y precisamente por eso quisiera exhortarlos, vehementemente, a afrontar los problemas comunes dejando de lado ideologías y particularismos, visiones e intereses partidistas, y cultivando un solo propósito: trabajar por el bien de toda la humanidad”, ha aseverado.
Decir no a la guerra
“En el mundo globalizado de hoy, todos estamos más cerca, pero no por eso somos más hermanos. Es más, sufrimos una falta de fraternidad que se hace visible en las abundantes situaciones de injusticia, pobreza y desigualdad, y por la falta de una cultura de la solidaridad”, recuerda el discurso del Papa. “Pero el peor efecto de esta carestía de fraternidad son los conflictos armados y las guerras, que no sólo enemistan a las personas, sino también a pueblos enteros, cuyas consecuencias negativas repercuten por generaciones”.
“Como hombre de fe creo que la paz sea el sueño de Dios para la humanidad”, reconoce Francisco en sus palabras. “Sin embargo, constato lastimosamente que por culpa de la guerra este sueño maravilloso se esté convirtiendo en una pesadilla”. “Es verdad, desde el punto de vista económico, la guerra atrae más que la paz, en cuanto favorece la ganancia, pero siempre de unos pocos y en detrimento del bienestar de enteras poblaciones. El dinero ganado con la venta de armas es dinero manchado con sangre inocente”, ha apuntado, señalando que “hace falta más valor para renunciar a una ganancia fácil y preservar la paz que para vender armas, cada vez más sofisticadas y poderosas”.
Por ello, “para construir la paz es necesario salir de la lógica de la legitimidad de la guerra; si esto podía tener valor en tiempos pasados, en los que los conflictos armados tenían una capacidad más limitada, hoy, con las armas nucleares y de destrucción de masa, el campo de batalla se ha vuelto prácticamente ilimitado y los efectos, potencialmente catastróficos”. En este contexto, “ha llegado el momento de decir seriamente ‘no’ a la guerra, para afirmar que las guerras no son justas, sólo la paz es justa; una paz estable y duradera, no construida sobre el equilibrio tambaleante de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une. De hecho, estamos en camino sobre la misma tierra, todos como hermanos y hermanas, moradores de la única casa común, y no podemos oscurecer el cielo bajo el que vivimos con las nubes de los nacionalismos”.
“Todavía estamos a tiempo para escribir un capítulo de paz en la historia”, ha insistido. “Podemos lograrlo haciendo que la guerra pertenezca al pasado y no al futuro. Los debates en el seno de este Consejo de Seguridad están ordenados y sirven a este propósito”.
Autor: Elena Magariños
Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/
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