Rezando el Rosario, Clara salvó el alma de un desconocido, un ángel se lo confesó.


En una pequeña comunidad, un hombre llamado Antonio llevaba una vida apartada de su fe católica, sumido en una existencia llena de pecados y malas decisiones. Sin embargo, su destino estaba a punto de cambiar de una manera milagrosa.

En medio de su camino de perdición, Antonio sufrió un trágico accidente que le arrebató la vida. Su alma, cargada de culpas y en peligro de condenación, se preparaba para enfrentar un juicio que le llevaría eternamente al infierno. Mientras tanto, en esa misma comunidad, vivía una mujer llamada Clara, una ferviente creyente y devota del rosario. Clara rezaba cada noche ofreciendo el Rosario por las almas de los que estaban a punto de morir y estaban en peligro de condenarse.

Una noche, mientras Clara rezaba con fervor su Rosario en la intimidad de su hogar, un resplandor celestial inundó la habitación. Un ángel se le apareció, envuelto en una luz divina. Con voz suave pero llena de autoridad, el ángel habló a Clara: "Clara, tu oración ha sido escuchada. Tus súplicas han salvado el alma de un hombre llamado Antonio, a quien no conoces, pero a quien has ayudado, tus ruegos han sido atendidos. Jesús le ha perdonado en su juicio particular ya que te ha visto rezar el Rosario por las almas de los que están por condenarse".

Sorprendida y emocionada, Clara escuchó atentamente las palabras del ángel. Este le contó que Antonio, a pesar de sus pecados, había sido perdonado y había encontrado la salvación gracias al poder de sus oraciones. El ángel le aseguró que su ferviente intercesión había conmovido el corazón de Dios, quien había decidido extender su misericordia sobre el alma de Antonio.

Clara, inundada de alegría y gratitud, recibió la noticia con lágrimas de emoción. El ángel la animó a continuar rezando, a persistir en su devoción al rosario y a interceder por las almas en necesidad de perdón y redención.

Inspirada por la revelación celestial y consciente del impacto de su oración, Clara se comprometió a seguir rezando con mayor fervor y devoción. Comprendió que su papel en la salvación de las almas era de gran importancia y que, a través de su intercesión, podía ser un instrumento del amor y la misericordia divina.

A partir de ese momento, Clara continuó con dedicación su práctica del Rosario. Rezaba por las almas perdidas, por aquellos que se encontraban en peligro espiritual y por aquellos que necesitaban experimentar el amor de Dios en sus vidas. Su fe inquebrantable y su entrega constante a la oración se convirtieron en un faro de esperanza para aquellos que conocían su historia.

La historia de Antonio y la intercesión de Clara se propagaron rápidamente por la comunidad. Inspirados por el poder de la oración, muchos se unieron a Clara en la devoción al rosario y en la búsqueda de la reconciliación con Dios.

La experiencia de Clara y su encuentro con el ángel recordaron a todos la importancia de la oración perseverante y la confianza en la misericordia divina. Su ejemplo se convirtió en un testimonio vivo de que a través de la intercesión y la fe, incluso aquellos que parecen estar perdidos pueden encontrar la salvación y la gracia de Dios.

1 comentario:

  1. Yo como amante del santo rosario,me siento feliz por Clara,por su persistencia. A pesar de las dificultades que sentimos de parte de aquel que es nuestro enemigo,debemos actuar con fe,mucha fe..cuando se ofrece con fe,sentimos paz interior,tranquilidad; al saber que una fuerza divina siempre nos acompaña.

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